Sábado 1 de febrero

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(Narra Zara)

Ya no me quedaba paciencia, no llegaba el auto, tenía que haber estado en el paradero, donde nos encontrábamos esperando hace media hora. Estaba muriendo de frío ya que había llovido hace poco y tenia los pies mojados.

María, una de mis amigas del colegio que pasaba a segundo año de Universidad, igual que todas nosotras. Estudia derecho en la Los Andes estaba conmigo.

Zara, te puedo prestar unos calcetines. Los tuyos están empapados -me ofreció-.

No te preocupes -no me apetecía sacarme los zapatos para cambiarme de calcetines-.

Teresa llegó un poco tarde porque había pasado a comprar "un poco de comida para el viaje".

Compré chocolates, dulces y bebida -nos dijo mostrándonos la comida-.

Ella estudia diseño, siempre se saca buenas notas y hace unos trabajos fantásticos.

Y bueno, Martina, estudiante de Psicología. Como siempre, llegó tardísimo.

Nos estábamos llendo y no había alcanzado a lavarse los dientes ni a peinarse porque se había levantado recién.

Llegó el auto, que le habia prestado Marco, el pololo de María, a María ya que él se iba a ir al día siguiente en bus a Panguipulli con los demás pololos.

Partimos las cuatro amigas al lago, donde nos ibamos a alojar en la casa del papá de Antonio, el pololo de Dominga, muy amigo mío de la Universidad, el estudia derecho, al igual que María, pasa a tercer año y yo estudio Civil.

La Domingaa!! No la veía hace tanto tiempooo! Se fue a Brasil por tres semanas la maldita, la echaba muchísimo de menos, quería verla y que me contara todo del viaje. Ni quería ver su color de piel porque me iba a morir cuando viera su bronceado fascinante mientras yo aqui con el sol de Santiago y el Sur.
Habia terminado primer año de Ingeniería Civil. Somos compañeras y nos va muy bien, somos unas de las mejores de la sección, generalmente estudiamos juntas y nos gusta mucho porque nos entendemos muy bien aun que a veces tambien estudio con León, mi pololo, que estudia lo mismo en la misma Universidad. El pasa a tercer año, entonces estamos un poco desfasados.

A él si lo echaba de menos porque no estaba con el desde diciembre. La primera quincena de enero se fue a misiones con la Universidad, después se fue por una semana y media a Zapallar con su familia y luego a Pucón con unos amigos del colegio.

Un mes y medio sin el! Menos mal lo iba a ver al día siguiente y lo iba a poder abrazar y darle millones de besos.

Junto con el iban a llegar los pololos de Dominga, Martina, Teresa y María. Se llamaban Antonio, le decimos Toño, Clemente, Pedro y Marco. Cuando están juntos no nos podemos parar de reír porque son muy amigos aun que estudien distintas carreras en distintas universidades.

Clemente estudia Agronomía, en la misma Universidad que Teresa, gracias a ella conoció a Martina, Pedro estudia Medicina y Marco Comercial.

Llegamos a Panguipulli, pero eso era lo de menos. La casa era lo que marcaba.

Cuando me dijeron que nos ibamos a Panguipulli yo me imaginé una cabaña en el lago como todas las que hay ahí, pero esta parece que era la excepción.

ERA LA MEDIA MANSION.

Obviamente el papá de Toño era muy rico.

Entramos por un pasaje muy bonito lleno de árboles altísimos a los lados hasta un estacionamiento muy grande, igual que todo lo que había en la casa.

Primero fue la cocina, tenía una mesa con forma de U enorme, estaba todo muy ordenado.

Una puerta llevaba hacia el comedor donde había una mesa de madera con unas bancas largas donde cabían por lo menos 8 personas en cada una.

Cabaña 69Donde viven las historias. Descúbrelo ahora