(Narra Zara)
León seguía dormido. Me dio pena despertarlo, traté de levantarme lo mas despacio posible.
Teresa y Pedro -los únicos que estaban despiertos- acompañante al Lider a comprar el almuerzo. Hoy día llega Dominga después de un mes así que tiene que estar exquisito.
Sii, obvio. Vamos a vestirnos y listo -respondió Pedro por los dos-.
Después de 10 minutos apareces vestidos.
No sé en qué minuto se despertaron -nos hizo saltar a todos la voz de León-.
Yo tampoco -le respondí- ¿Por qué estás levantado y vestido?
Es que Toño me pidió que le comprara cigarros-dijo-.
Si quieres se los compro yo, me da lo mismo- le respondí-.
No, es que en verdad también me pidió Pisco, Vodka, Coca Cola, un encendedor y calzoncillos.
Aah bueno jaja- le dije- ¿Vienes con nosotros entonces? -le pregunté estirando mi mano hacia él-.
Sí -me respondió dándome la mano-.
Cuando estábamos en el auto, en la radio sono una canción que Pedro empezó a cantar. Nunca me había fijado de que cantaba tan bien.
Llegamos al Lider y no habían papas fritas, que era lo que queríamos comprar entonces compramos hamburguesas con arroz que le encanta a Dominga.
Cuando estábamos en la caja pagando, una rubia, de ojos verdes, alta, flaca y bronceada vino corriendo hacia nosotros.
¡¡¡León!!!- gritó y le dio un beso -¿Cómo estás? , no te veía desde la vez que me ayudaste con lo de la batería del auto-.
Hola Maca! bien y tu?- respondió el.
Bien bien acá. Que coincidencia que estemos los dos en Panguipulli.
Y... ella es tu polola?-preguntó apuntándome-.
Aah si, Zara -le dijo pasando su mano por mi cintura-.
Hola- le dije de manera muy cortante y con cara de pocos amigos-.
Definitivamente no me cayo bien, se trataba de hacer la mayor, pero seguro tenía menos de 17 años y era muy agrandada.
No eran celos lo que me pasaba, yo no era celosa, pero igual León parece que creyó eso.
Yaa no te pongas así, es broma?
Así cómo?-le dije-.
Ya sabes como. La conocí en misiones.
Bien hueca tu amiga -le conteste y se río-.
Cuando íbamos camino a la casa, la rueda se pinchó. Parece que habían miguelitos en el camino.
Entonces llamamos a los demás hombres para que la cambiaran rápido. No se demoraron nada y entramos a la casa. Fui a la pieza de María a ver en qué estaba cuando escucha algo desde su baño ¡Se estaba echando Ketchup!
¡¡¡¡¡María, que haces!!!!!
Shhh. Es una receta casera para el pelo, la que Teresa me dijo el otro día, es que tengo las puntas partidas -me dijo-.
¡¡¡María, era palta lo que te dije!!!-entró Teresa gritando.
María se quedó estática y dijo:
Puta la wea. Y ahora qué hago, me va a quedar el pelo rojo.
Jajajaja no, nada que ver -la alentó Teresa- lávatelo bien y te lo haces otro día el tratamiento, pero con PALTA.
Yo me fui al tiro a contarle todo a Marco.
Nos cagamos de la risa.
Que es pava -decía sin parar de reírse-.
Mientras tanto, María lo amenazaba con el Ketchup en su cara.
Ahora es una maraca con pelo rojo decía -seguía pinchándola Marco mientras iba y la abrazaba por detrás-.
¡Se me quedaron los cigarros! -se dio cuenta León. Partimos los mismos de antes a comprarlos-.
Cuando volvimos a llegar a la casa, no podía creer quién estaba el la cocina siendo abrazada por Antonio. Era una mujer alta, con un bronceado envidiable, estupenda y traía una polera con la que se le veía el ombligo y unos shorts de blujeans. Era Dominga ¡Al fin veía a mi amiga!
Uno no se podía no percatar de la felicidad en la cara de Toño. Tenía una sonrisa que no se la sacaba nadie.