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"Lignum, deja de hacerlo." "Por favor, para." "Piensa un poco en ti y menos en los demás."

Sólo podía escuchar esas frases repetidamente en mi cabeza una y otra vez, parecía que una alarma sonaba constantemente dentro de mi esperando que me despierte, pero en realidad ya no quería despertar, sólo quería caer y olvidarme de todo...

Al despegar un párpado con otro y darle una pequeña porción de oxígeno a mis pupilas pude sentir ese vacío de  nuevo, mi corazón tenía un vacío, un corazón con un vacío que poco a poco iba a llegar a ser un vacío con un poco de corazón. No le tengo miedo a la muerte, esa es una virtud que pocos llegan a tener, y como tal virtud no me la guardo sólo para mi, y creo darle un buen uso, ¿Cómo lo sé? Fácil, sólo hay que explicarse mejor.

Mientras los mecánicos reparan vehículos, los carpinteros estructuras de diversos tamaños hechas en madera o los fontaneros arreglan tu baño, los reparadores de corazones hacemos algo que no vas a creerme... ¡REPARAMOS CORAZONES! Obviamente.

El problema es que cada vez que un corazón es arreglado, queda con un pequeño orificio, que de a poco será una herida y luego un vacío en tu corazón, el problema es eso último, eso no tiene arreglo según otras personas, pero cierta persona de género masculino que les relata ésta historia sabe como reparar tal vacío, ¿Me prometes no contarle el secreto a nadie? ¿Sí? Perfecto.

Sucede que me encariño con mis clientes, entro en su corazón y miro su historia... sí, como aquella telenovela que ves junto con tu abuela, tu tía Marta... o tu abuela y tu tía Marta pero en serio, y al ver que aún hay corazones llenos en éste mundo de gente de corazones vacíos, yo cedo un poco de mi corazón hacia esos vacíos en corazones llenos.

Pero.. sí, mi sarcasmo y mal humor no son parte de mi personalidad desde nacimiento, de a poco he perdido ciertos "sentimientos" al quitarlos de mi corazón, teniendo todo ésto claro, ¡SIGAMOS!



Era el corazón número quince que reparaba, un número enorme tomando en cuenta que regalo partes de tal órgano, pero el problema es que a los 5 corazones pierdes el sentido del humor, a los 10 pierdes a tristeza... y a los 15 pierdes el cariño, el amor, el afecto hacia otras personas.

Todos no paraban de gritarme cosas horrendas por ceder casi todo mi corazón, me llamaban imbécil, pero yo sé que hacía lo correcto.


El Reparador de CorazonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora