Capítulo V

54 3 0
                                    

Capítulo V

Mi último vals

Era jueves, y ya en el colegio comenzaron los preparativos para el baile de máscaras, adornos por todos lados, luces, una tarima y mesas para bocadillos y bebidas por todos lados.

Estaba sentado con mi portátil en unas escaleras que daba al piso de arriba, estaba mirando como todos tenían sus citas y yo iba a ir con él más apuesto chico que había conocido. Solo imaginarme bailando una pieza romántica, me hacía poner una cara de idiota; en ese momento que me llevé una uva a mi boca me saludo Eduardo, y se sentó a mi lado.

- ¿Ya tienes pareja para el dichoso baile? –Preguntó mientras tomaba una uva.

- ¡Claro sírvete! –Dije riéndome y siendo sarcástico. –La verdad sí.

- ¿Cómo se llama? –Preguntó mirándome extrañado.

- ¿Te puedo contar un secreto? –Dijo mirándole a los ojos.

- Claro, para eso somos amigos. –Dijo él sin apartar su vista de mí.

En ese momento en el cual le iba a decir que mi cita es un chico, sonó mi celular; era él, era el chico que robaba mis sueños, que era mis desvelos en la noche y mis sueños en las mañanas. Solo él me sacaba una sonrisa de mi rostro. Me pare a contestar mientras le dejaba mis cosas a Eduardo.

- ¡Aló! –Dije sin quitarme el pulgar de la boca, uno de mis malditos defectos.

- ¿Cómo estás? –Preguntó él, algo agitado.

- Bien ¿Y tú? –Pregunté mientras sus amigos hacían cháchara mientras hablábamos.

- Bien. ¿Sabes? Les conté a mis amigos de ti. Quieren conocerte. – Al decirme eso me asusté, no podría presentarme delante de sus amigos así porque sí.

- ¿Qué les contaste? –Pregunté para asegurarme si mis sospechas eran ciertas.

- Que tú y yo queremos ser algo más. –Dijo,

- ¿Algo más? –No entendía.

- Ya sabes, como novios. –Dijo él mientras su amigo Francisco me decía cuñado.

De repente Eduardo apareció detrás de mío.

- ¿Con quién hablas tanto? –Dijo por mis espaldas lo que me provocó un gran susto.

- Con... -Estaba nervioso.- Con nadie. – Tomé el teléfono y colgué.

- ¿Seguro? –Me preguntó.

- Claro, por cierto. ¿Mis cosas? –Dije regresándolo a ver.

- Las tiene Sam. –Dijo señalando hacia atrás.

En ese momento recibí un mensaje.

"Ofrecer amistad al que pide amor es como dar pan al que muere de sed. -. Si no soy nadie para ti, es mejor que ese alguien no te acompañe hoy."

Era de Enrique, ese mensaje me hizo como si mi corazón se partiera en dos; sabía que yo tenía la culpa, la culpa de rechazarlo. Eduardo seguía con el interrogatorio, y lo menos que quería era eso, un interrogatorio del por qué estaba mal. Salí corriendo a la dirección donde estaba Sam. Ella me vio y no sabía qué hacer. Mis lágrimas caían una por una.

- ¿Estás bien? ¿Es por tu madre? –Tomó mi cabeza la cual estaba en su hombro.

- No. –Respondí algo débil.

Mi historia jamás contadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora