>Prólogo

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Esta novela puedes encontrarla en mi otro perfil: ErideMartin

El dichoso despertador anuncia que son las siete menos cuarto por lo que, ha de comenzar mi nueva rutina, sí, es bastante fatídica pues, ¿¡quién es capaz de seguir una rutina tan pronto!? Luego se espera que sonría como una estúpida.

¿Es qué se han fumado algo o qué?

¡Dios santo! ¿Por qué en esta manada nadie me entiende?

Suspiro y, en contra de mis opiniones y creencias termino por levantarme de la cama. Poco después, me arreglo, haciendo mis necesidades de por medio y me acicalo para estar por lo menos, presentable. Que no se diga que no tengo buen humor por las mañanas -nótese la ironía, por favor-. Termino por cambiarme con una falda estrecha en la cintura pero con un largo pomposo, por así llamarlo, con una decoración floral y un estilo retro. Una camiseta básica de tirantes negra y, en vez de recoger mi pelo en una coleta alta opto por dejarlo suelto y usar un gorro de lana encima.

Soy una mujer un tanto complicada, las cosas como son. No diré que soy sencilla porque realmente no lo soy.

Terminada y lista para enfrentar un nuevo día en la universidad Kennedy hago mi recorrido para saludar a mi familia. Están muy nerviosos, Brad, mi hermano mayor, dentro de poco tomará el relevo y será el alfa de la manada. ¡Estoy muy nerviosa! Eso conlleva invitar a las manadas de alrededor para una fiesta y por ende, probablemente encontrar a mi compañero.

No es que no quiera, de hecho, sería feliz encontrando a alguien que me cuidará de por vida, que daría todo lo que tiene por hacerme sonreír pero también he de tener en cuenta que sólo tengo veintidós años y, perder la libertad no es algo que quiera precisamente. Sé que será un amor de película, las bestias lobunas somos así, no obstante, tengo miedo. ¿Y si él es de otra manada? ¿Y si es un alfa? ¡Diablos! Mi padre es el gobernante de una manada más que poderosa y bueno señores, yo le quiero muchísimo, es mi padre, joder, pero el hombre tiene un temperamento que, siendo sincera, no sé muy bien cómo mi madre le aguanta.

Es que el señor es muy pesado y muy mandón.

-¿Divagando por tu mente, hermana? -la voz de Brad me disuelve de mis pensamientos. Sí. Soy una persona que tiende a divagar, es un problema.

-Algo así -me encojo de hombros y beso su mejilla.

-¿En qué pensabas?

-En tu alzamiento como el alfa de la manada.

-Daria... eres mi hermana y sabes que te protegeré con mi vida.

Él sabe a que me refiero, ambos sabemos que mi compañero no pertenece a esta manada, por el contrario, ya me hubiera reclamado como suya.

Sí, señores, el mundo en las manadas aún es el hombre el que reclama aunque nosotras no nos quedamos atrás. ¡Por supuesto que no! Si mi macho quiere guerra yo le daré guerra. Si quiere ser un caballero yo seré su dulce princesa. Por muy maquiavelo que pueda sonar... ojo por ojo, diente por diente. Las cosas como son. Ni yo soy más que mi compañero ni el es más que yo.

Eso sí. Ojalá y ruego por la Diosa Luna que él no sea un alfa. De verdad que no. Básicamente porque tienen muy mal genio y yo no me quedo atrás.

No quiero ser dócil con quien quiera que sea mi pareja pero... si es un gobernante no tendré más remedio que hacerlo y sinceramente, no me apetece.

-Ambos sabemos que mi compañero no es de nuestra manada, Brad -suspiro con tristeza.

Tampoco estoy preparada para dejar a mi familia y formar otra.

-Lo sé -me abraza, adoro estos momentos con mi hermano. Él, a pesar de ser el alfa de mi manada, bueno el próximo alfa, ha sacado el carácter dulce de mi madre. Al contrario que mi padre o que yo no tiene esa tiranía en su forma de ser- Y ojalá que seas de una manada cercana. No estoy dispuesto a perder a mi hermana, no tan pronto.

Ambos nos terminamos de separar cuando las voces de mamá y papá se escuchan en el comedor. Los dos están muy nerviosos por el nombramiento de mi hermano y creo que también porque saben que me quedan dos telediarios en esta familia, donde me crié, con mi manada del alma.

Es cuestión de tiempo que ellos tengan que decir adiós a su niña, sobre todo mi padre a quien le duele en el alma tener que hacerlo.







Finalmente, tras un tenso desayuno en familia, parto hacia la universidad. No soy como muchos de la manada que van a galope en forma de lobo hacia clases.

No. A pesar de que aprecio mucho a mi bestia interior me gusta también caminar. Es, no sé, algo natural. Ser loba es algo que adoro, por supuesto que sí, sin embargo, también me agrada ser capaz de controlarme a mi misma. Mis instintos. Mi cuerpo.

Caminando, ensimismada en mis pensamientos, encuentro a gente que jamás había visto. Trato de localizar su olor, intentar ver si son pícaros [1], si pertenecen a alguna otra manada o si están aquí de visita. Pero soy incapaz, su olor está camuflado.

-¡Eh! -grito.

Uno de ellos -son cinco, uno del grupo es una mujer-, se gira, automáticamente utiliza su velocidad animal para acercarse a mi. Sorprendida por su osadía entrecierro los ojos y doy un par de pasos hacia atrás.

Su cuerpo está tenso, lleva una camiseta corta por lo que puedo diferenciar sus músculos rígidos. Su cabello es común, un marrón normal, lleva un corte de pelo en punta, bastante típico por entre las manadas. Sus ojos son preciosos, azules mas tampoco son nada del otro mundo, he visto ojos azules más bonitos.

Es alto, considerablemente más que yo, aunque eso tampoco es que sea muy difícil. ¿Por qué camufla su olor? ¿Quien diantres es?

El aleteo de su nariz se ensancha creando una imagen muy tierna y por ende, graciosa en él. No reprimo las carcajadas y literalmente me río en su cara.

-¿Qué quieres? -pregunta entre confuso y enfadado.

Un momento, yo debería preguntarle eso. Es decir, conozco a cada persona de esta manada, para algo soy hija del alfa y hermana del que lo será.

-Saber quien eres -me cruzo de brazos y es mala idea pues mi busto se hace más voluminoso y su mirada va directa ahí- Soy Daria y no tengo ni idea de quienes sois -señalo al grupo que nos mira anonadado.

-No te interesa.

-¿Sabes? Ahora mismo sólo eres un pícaro en mi ciudad.

Se tensa aún más si es posible.

-¿Tu ciudad? -me mira de arriba hacia abajo. Desprestigiando quien soy. ¿Quién se cree que es?- Una enana como tú no puede tener una ciudad como esta bajo su mandato.

-Para tu información, soy la hija del alfa -menciono con orgullo.

-¿Dices a cualquier desconocido tu rango? ¡Vaya que valiente! -uno de ellos, se burla.

-Id a otra ciudad si no queréis problemas.

-¿Y si no queremos irnos? -el chico de ojos azules, cuestiona.

-Llamaré a mi padre, tal vez podréis explicarle porqué camufláis vuestro olor si vais en son de paz.

-Nadie dijo que viniéramos a hacer el bien, enana -agarra mi brazo y pequeñas chispas corretean a mi alrededor. No entiendo porqué. El joven es jodidamente atractivo pero no para tanto- Vete por donde has venido, Daria. Y hazme el favor, no te metas en problemas -su voz deja entrever un deje de preocupación. No entiendo nada.

-Sólo, hacedme caso y marchaos -respondo aún sin saber la razón por la cual no me he conectado al enlace que tengo con mi padre y avisado de la situación.

-Ya veremos, enana -me reta.

-Ya verás como sí, niño bonito.

***

[1] Pícaro: Lobo que no pertenece a ninguna manada, van por su parte, no siguen ninguna ley, sólo la suya propia.

***

¿Primeras impresiones?:)

-JADE HT.

Trilogía Magic 1: The howl. [DISPONIBLE EN @ERIDEMARTIN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora