Era esa clase de chica esbelta, con piernas largas y sedosas, pelo avellana y tez pálida. Ojos marrones intensos y labios de pescado totalmente tentadores. Cada mañana era la perdición y cada noche la muerte por excitación, la veías pasear de aquí para allá en sus bragas y sus sostenes de encaje, podría jurar que todos de marca. Era esa clase de chicas que no podía salir a la calle sencilla, pero en su casa si lo estaba era perfectamente normal y pacífica. Una muerte letal era su pequeño y bien formado culo que bailaba canciones sensuales los viernes por las tardes mientras se preparaba para ir de jerga.
Tenía la nariz respingada y siempre usaba tacones altos, comía cosas sanas solo en la semana. Los días de descanso comía cualquier porquería, nachos, tacos, pizza, sushi, pastas y golosinas. Golosinas esas parecían su punto débil, tenía gomitas de oso y de cualquier forma, bombones, caramelos de cualquier clase y chupetines dentro de un gran tarro rosa.
Su piso se veía totalmente enfrentado al mío, ósea qué tenía la visión de los ángeles. Excepto cuándo traía a alguien para follar. Podía ver su cara cuándo se iba, era una locura sexual alucinante qué hacía que me hiciera favores yo mismo. Sus pechos preciosos eran como brotes nacientes de rosas comestibles totalmente tentadores. Nunca supe su nombre, nunca supe su apellidó nunca la tuve debajo mío pidiendo más o ahuecándose en mi torso y durmiéndose entre mis brazos hasta esa tarde...
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La locura misma (Mistery)
RomanceSinopsis: Tener vecinos, a veces no es tan mala idea y menos si pueden congeniar, bastante bien.