Con mi libro NO.

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Otro cambio de colegio. Veinte bancos para elegir en los diferentes lugares del aula, pero no, mi 'yo' de diez años prefería sentarse en el banco del medio de la primera fila ¿Nerd? Demasiado.
Era la única callada de todo el lío que había en mi curso, sin embargo mi atención no estaba centrada ni en el profesor ni en el pizarrón; no, nada de eso, la nena enamoradiza tenía sus ojos clavados en ese nene. Todo lo que va de mi vida fui igual al respecto.

Lo más loco de todo era que ese chiquito no me regalaba su mirada ni por casualidad, ¿En que estaba pensando? Mejor me encierro en mi cuarto a jugar con Barbies. Pero... era tan lindo. Un diminuto golpe en la cabeza me hizo bajar de las nubes; una pelotita de papel, mire a mi costado, idiota, la nena con menos mente de nena que otra cosa me miraba fijo esperando a que desenrollara su mensaje. Lo abrí tratando de no romperlo y leí "Crota".

¿Era en serio? ¿Crota? Nunca fui de arreglarme, de estar tres horas mirando que ponerme, tratando de verme perfectamente perfecta, por favor, TENÍA DIEZ PUTOS AÑOS. Pero si, para las demás nenas de mi edad era toda una crota. Gracias por tanto.

Sonó el timbre del recreo, y como toda fracasada sin amigos, fui directo al kiosco del colegio para comprarme algo, ir a la biblioteca para buscar un libro nuevo y volver al aula.
Con mi chocolate y libro en mano caminé despacio y cantando bajito en dirección al aula, pero nunca llegué. Sentí un empujón que me dejó de rodillas en el piso de cemento, el chocolate a diez metros de mí y mi cara de "te voy a matar" mirando el piso gris. Zorra.

Me levanté para ver las rodillas de mi jogging rosado cubiertas con sangre a causa de las raspaduras del cemento. Basta. Estaba cansada de que se aprovecharán de mí solamente por ser una nena de ocho años con cuerpo de cinco y cara de no romper un plato. Esa chiquita había mirado demasiada televisión y se creía una de esas chicas "Populares y malas".
Y yo, no era más que una... fracasada.

Con la peor de mis broncas, caminé hacia mis cosas ignorando por completo el acto ocurrido hacia unos minutos; mi golosina estaba toda partida y pisada, la mire por un rato y la agarre para depositarla en un tacho de basura. Y el libro... ¡Ay no! El libro, me había olvidado; lo busque por todo el patio y lo encontré en el peor lugar: Un charco de barro. Esto era imperdonable, acababan de arruinarme un libro que ni siquiera era mío, y poniéndome en una situación de perder la confianza del bibliotecario hacia mí, nadie cuidaba los libros como yo.

La cara me hervía, roja como un tomate y con lágrimas en los ojos hice lo que nunca me había animado a hacer en el colegio, gritar.

-¡¿Qué te pasa?! Nunca te molesté ni nada, nunca molesté a nadie, quería leer el libro nada mas ¡y mira lo que hiciste!-

-Me caes mal.- Me miró riéndose, seguramente burlándose de la maricona que se había largado a llorar en el patio -Volvete a tu colegio de nenitos de mamá-

No podía con esto, no podía con nada; en mi casa la pasaba mal, y en el colegio peor ¿Por qué me habían cambiado de la otra escuela? Estaba tan bien ahí, y acá estaba yo, al borde de un colapso nervioso. O la mataba o la mataba.

-Podrías buscar un libro donde diga "como ser linda"- me sacó el libro de las manos haciendo que la tapa se despegará de sus hojas
-Uy, perdón duende-

Pase casi totalmente por alto el hecho de que me dijera "duende", pero... el libro, con un libro no.
Casi inmediatamente y sin pensarlo, la agarré de sus perfectas trenzas, ella me rasguño la cara y a causa del dolor no pude evitar darle su cabeza de divina contra la pared. Sus gritos de dolor se escucharon por todo el patio dejándolo en silencio casi por completo, a excepción de algún que otro murmullo y risas. Fuera de dudas me había metido en problemas por primera vez.

Una mano reposada sobre mi hombro me hizo dar un salto de susto, ella, justo ella, rubia, delgada y de seguramente dos metros de altura: La directora.
¿Podía esto empeorar más? Oh, sí que podía.


Antología de una vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora