20. Dolor

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-¡¿Qué?!- chilló-Voy enseguida- dijo y corrió como nunca había corrido, su corazón palpitaba demasiado fuerte, su pecho se oprimía, pero debía seguir corriendo. Todos la miraban, no era normal ver esa imágen tan desgarradora, sus lágrimas no la dejaban ver.

Al llegar abrió las puertas del hospital con desesperación y por un segundo se sintió como en una película, claro que esta era la peor pesadilla.

-¿Cómo está?- preguntó Lauren agitada. Había recibido una llamada de emergencia por parte de la madre de Camz. Estaba en peligro, no la había escuchado, la estaba dejando...

La madre de Camila se acercó lentamente a Lauren, ambas tenían los ojos hinchados y cansados a causa del llanto.

-¿Cómo pudo pasar esto?- sollozó.

-Camz aún no ha terminado de luchar, ella lo logrará, ten fe, mi niña no se dará por vencida- la consoló la entristecida madre.

-Ella no puede irse... No puede dejarme sola...-susurró.

Se sentó en la sala de espera, la gente iba y venía, nadie sabía por el infierno por el que estaba pasando. Si ella se iba... No, no podía. No quería imaginar una vida sin ella, su presencia era su oxígeno, su sonrisa eran sus alas, sus besos... Sus besos eran su perdición... Si no la volvía a ver...
Oh dios.

Llevaba veinte minutos llamando a Chloe, pero ella se negaba a contestarle, estaba intentando olvidarla. Lauren no lo sabía, pero tampoco estaba dispuesta a perderla. Tenía un lío, pero no iba a perderlas.

Luego de unas eternas dos horas, llenas de angustia el médico se dignó a salir.

-¿Familiares de la señorita Cabello?- preguntó sin ningún tipo de entusiasmo.

-¡Yo! ¿Cómo está?- preguntó con desespero la señora Cabello.

Lauren rápidamente se acercó.

-Bueno, lamento decirle que- suspiró- hicimos lo que pudimos... pero no fue suficiente-.

La madre de Camila empezó a llorar, no podía creerlo... Su niña, su bebé... No... ¡No podía ser cierto!

-¿Qué?- rió Lauren sin humor- Debe haber un error... Ella es fuerte, ella no nos dejaría así, ella no puede estar...- no quería decirlo, era demasiado.

Todo estaba nublado, lo único que podía pensar era:
¿Qué? No. No. No. No. No es cierto. Es mentira. Tiene que ser una mentira. No...

La madre de Camz era consolada por el resto de la familia. Lauren se sintió aún más sola. No se podía mover.

De repente sintió como unos brazos la jalaban. Cuando pudo ver, se dió cuenta que estaba encima de alguien... Estaba atacando al Doctor.

No podía pensar, la rabia, la tristeza, el vacío, el desgarrador sentimiento de haber perdido lo más importante en su vida, todo por culpa de ese imbécil, ese inútil no hizo nada por salvarla. Era su culpa.

-¡Imbécil! ¡La mataste! ¡Asesino!- lo golpeaba con todas sus fuerzas mientras sus lágrimas caían- ¡Te odio! ¡Era lo único que tenía! ¡La amo!

La separaron del aterrado médico.

-Señorita será mejor que se calme- el doctor alisó su ropa al pararse.

-¡Eres un puto inútil!- La impotencia de Lauren era incontrolable, sin pensarlo dos veces corrió a la habitación de Camila, no le creería, tenía que verlo por ella misma, no podía... No... Sólo no.

Abrió la puerta de golpe gritando su nombre, estaba lleno de doctores y enfermeras. Ellos no entendían, habían dejado ir a su mejor amiga, a la única persona que podía entenderla, ellos no entendían el daño que provocaban, no entendían su dolor...

La máquina conectada a ella ya no pitaba, los latidos de su corazón se habían detenido, ella se había ido.

Un sollozo escapó de su garganta sin permiso, llevó su mano a su boca, sus piernas comenzaron a fallarle, se sentía tan... débil, la habitación daba vueltas, obligándola a sentarse en el suelo. Los médicos comenzaron a acercarse, sólo oía murmuros y un pitido en su oído izquierdo, comenzaba a faltarle el aire y su garganta dolía, cayó en cuenta de que estaba gritando, su corazón le dolía. Tomando las últimas fuerzas que le quedaban empujó a los médicos y se acercó a la cama donde Camila yacía, tomó el rostro entre sus temblorosas manos y besó su frente, luego sus mejillas y por último su boca.

-Te amo- su voz sonaba temblorosa- No lo olvides, por favor- sus lágrimas caían sobre el rostro de Camila. La abrazó como nunca lo había hecho y se alejó.

Se separó lentamente, sabía que esa sería la última vez que la viera.

-Dios, cuánto te quiero- suspiró juntando sus frentes una vez más. Y finalmente se fué, se alejó de todo lo que la atormentaba, no lo soportaría, no podía. Sabía que nunca lo superaría, pero...Ya sabía lo que debía hacer...

Una historia que contar [Camren]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora