Dieciséis

630 50 2
                                    

Viernes, 3 días desde el suceso. No había hablado con Dani aún, y tampoco salido de casa. Solo me sentaba en el sofá y leía, o dibujaba. Había apagado el móvil cuándo llegué y no lo había encendido desde entonces.

Sonó el timbre. Me levanté y, torpemente, abrí la puerta. Allí había una chica, un poco más bajita que yo, de unos diecinueve años; sus ojos azules oscuros, con unas gafas violetas que resaltaba el color de estos. Y en su cara, una enorme sonrisa que iba de oreja a oreja. En ciertos aspectos era igual que yo, su pelo, largo, pero castaño y voluminoso, la nariz, redonda y pequeña, y esos ojos, en los que brillaba algo que no lograba entender.

- ¿Hola? - Pregunté, claramente, desorientada por la situación. No sabía quien era ella, pero estaba claro que ella si sabía quien era yo.

Seguía sin decir nada, y mirándome con esa sonrisa que me desconcertaba. Los ojos le brillaban cada vez más, ¿De asombro, tal vez? Abrió la boca, pero no salió nada de ella, estuvimos así un largo rato, hasta que por fin le salieron las palabras.

- Soy Alicia - Dijo, aún, con su sonrisa en la cara -. Te he estado buscando desde que salí del orfanato.

Mi cara parecía un chiste malo. ¿Que me había estado buscando? ¿Porqué? Esas preguntas se resolverían pero no en ese momento. Su sonrisa desapareció momentáneamente. En seguida la dejé pasar. Llevaba una maleta, parecida a la que mamá le compró a papá en su primer viaje de trabajo, pero de eso ya no me acordaba, yo era muy pequeña, quizá unos dos años. Alicia miró la casa encantada, y dejó caer la maleta al suelo de madera crujiente.

- ¡Wow! Vaya casa - Dijo mientras se sentaba y observaba las escaleras que subían al único piso superior -. Supongo que no te acordarás de mí - Miré con cara extrañada-, mamá nos separó siendo yo un bebé recién nacido.

Yo, ya, en ese momento, me quedé petrificada. ¿Que qué? Aún analizaba las frases palabra por palabra. Cogió la maleta y la puso encima de la mesa; la abrió, y entre trapo y trapo, allí estaba escrita, la nota que, en su momento, acompañaba al regalo con los nombres de mamá y papá. Amanda y Manuel. ¡Oh, dios! Era la maleta de papá.

My Electric Angel [Dani Fernández]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora