—Está bien, yo estaré en primera línea, justo al lado de la varita. Vosotros os colocaréis justo encima de mi, en el balcón. Carlos y Jay distraerán al guardia mientras que tu Evie, lo rociarás con este spray. ¿Entendido? Luego nos reuniremos todos abajo y acabaremos con esto.
Una vez estuvo todo listo, solo quedaba esperar. Caminó con pasos decididos hacia el espejo, satisfecha de su gran plan. Esperando ver reflejado en él la imagen de su madre. ¿Estaría orgullosa? Después de todo gracias a ella, Maléfica al fin podría escapar de la isla y llevar a cabo su venganza. Por fin podría reconocerla. Pero al llegar al espejo y mirar su reflejo solo sintió un gran vacío en su interior. Con algo de miedo agarró con ambas manos los bordes de su chaqueta morada, agachando el rostro para mirarlos de cerca y no pudo evitar pensar en Ben.
Apartó las manos de inmediato, como si la tela le quemase, al mismo tiempo que levantaba la vista. En ese momento sus ojos se posaron más allá del espejo, justo en la puerta que había detrás de este. En ella estaba colocada una camiseta azul, demasiado grande como para pertenecerle a ella o a Evie.
Era de Ben. Del día del partido.
El día que lo hechizó. El día que le dijo que la amaba.
<<¡Dame una M! ¡Dame una A! ¡Dame una L!>> << ¡Estoy enamorado de ti Mal! ¿te lo había dicho alguna vez?>>
—Eres cruel, mezquina, malvada.. ¡El mal está vivo!, el mal está..
<< Quizás yo pueda enseñarte.. >>
Todo su interior gritó de pura rabia. Esto no podía estar pasando, no ahora. Pateó el espejo que tenía en frente, tenía que sacarse esa imagen de la cabeza. La voz de Ben todavía sonaba con claridad dentro de su cabeza y hacía que los músculos de sus mejillas se tensasen hasta formar una sonrisilla bobalicona que amenazaba con quedarse ahí para siempre. No, no podía seguir así, ella era malvada, como su madre y juntas iban a arruinar las vidas de todos y cada uno de los habitantes de Auradon. Iban a acabar con todo lo bueno que había allí.. y Ben solo era una distracción. No podía manterlo a su lado, si su madre se enteraba las cosas serían aun peores. Era lo mejor para todos, tenía que romper el hechizo.
<<Si, ya sabes Evie, para después. Cuando nuestros padres vengan y encierren a todos los líderes, apropiándose de sus castillos y destruyendo todo lo bello, lo bueno.. Que Ben siga enamorado de mi mientras que todo eso pasa.. no sería ¿justo?.>>
—¿Mal? —La voz de Evie, más dulce y melodiosa que nunca, interrumpió mi propia lucha interna. Me sentí avergonzada, ¿Cómo podía ser tan idiota? Jay y Carlos hacía rato que se habían ido a su habitación, pero Evie.. Estaba tan ensimismada en sus propios pensamientos que no había caído en la cuenta de que Evie dormía en la misma habitación que ella. Conocía de sobra a su compañera y sabía que solamente usaba ese tono de voz cuando quería saber algo.— ¿Te encuentras bien?.
Sus palabras cuidadosamente estudiadas parecían tantear el terreno.— Si, claro. ¿Por qué no iba a estarlo?. Mañana es el gran día, ya sabes "Bibbidi-Bobbidi-Boo" y adiós a nuestra pequeña falsa. Seremos libres.
Evie hizo su mejor esfuerzo por sonreír y se dispuso a irse a dormir. Sin en cambio Mal bajó a la cocina dispuesta a realizar un antídoto para el conjuro de amor de Ben.
Respiró hondo, pero no pudo ser capaz de concentrarse. Había echado más cantidad de la necesaria, no paraba de suspirar y sentía una opresión en el pecho que nunca antes había experimentado. Trató de regañarse a si misma, pero solo podía pensar en Ben. Ben cogiendo su mano, Ben haciéndola reír, Ben bailando y gritando su nombre delante de toda la escuela. Y volvió a sonreír.
Quizás después de todo eso no estuviese tan mal. Todos esos recuerdos hacían que sintiese una extraña calidez en el pecho, otro sentimiento que desconocía y por primera vez en toda su vida dudó de quién era. ¿Quería seguir los pasos de su madre? ¿Era eso lo que le hacía feliz? Claro que lo era, era lo que siempre había querido ¿no?. Ser igual que ella y ningún príncipe mimado iba a hacer que cambiara de opinión, además Ben no estaba haciendo todo esto por ella, estaba hechizado. Si no fuese por el hechizo todavía seguiría revoloteando por ahí de la mano de Audrey como un descerebrado.
<< Una corona no te hace Rey.>> << Quiero decir, tu madre sirve al mal, a las tinieblas y yo.. bueno soy el encargado de proteger todo lo bueno y bello que hay. Pero eso no significa que estemos obligados a hacerlo, podemos elegir quien queremos ser.>>
Todavía se preguntaba por qué seguía recordando cada una de las palabras que Ben le decía, eran estúpidas. Él iba a ser el rey y ella.. Ella iba a ser quien se lo iba a arrebatar todo. Ella y su madre serían las señoras de las tinieblas. Para eso habían nacido.
<< Y ahora mismo.. me encuentro aquí mirándote a los ojos y puedo decirte que no eres malvada >>
De repente sintió como algo cálido recorría toda la extensión de su mejilla y caía en el cuenco dónde estaba preparando la masa. ¿Estaba llorando? Nunca antes había llorado, por nada. Tomó una bocanada de aire tratando de recobrar la compostura y cerró su libro de hechizos de golpe. Tenía que darse prisa, mañana sería un gran día para todos.
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Se oye una canción.
Любовные романыMal es la hija de Maléfica, Ben es el hijo del rey Bestia y la reina Bella. Ben está enamorado de Mal, aunque muy pocos son los que saben que esto se debe a un hechizo que Mal ha lanzado sobre él, Ben incluido tras darse un pequeño baño en el Lago...