22. La última hoja del árbol

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No sabía cómo actuar, las manos me temblaban, <ojalá estuviera en su cuna> pensé. Tras mirar de nuevo comprobé que mi suplica no había sido complacida. Mi única reacción fue quedarme al lado de la cuna a esperar un milagro, pero el sueño me ganó la jugada.

Me encontraba en una boda, dos personas que me resultaban vagamente familiares se iban a unir.  Sin embargo, mi preocupación no era precisamente esa... Tenía mucha prisa por encontrar algo, un caso urgente, necesitaba una compresa. La boda se celebraba en un complejo de hotel, así que fui habitación por habitación con la expectativa de encontrar "la mía",  logré encontrar una en un baño de una habitación que no era la mía, sino la de una mujer mayor, a mi auto pregunta de para qué iba una mujer mayor necesitar una compresa no le encontré alguna respuesta, el hecho de encontrármela me causó sorpresa y vergüenza, simplemente me largué sin más. Entré en la habitación contigua para ocultarme de esa señora tan particular con rostro antiguo y maligno, en cierto modo. Tras cerrar la puerta delicadamente me di la vuelta apoyando mis espaldas en la misma con los ojos cerrados y soltando a la vez un suspiro de libertad... No tardé mucho en darme cuenta de que mi libertad no existía, sino que más bien había metido la pata, en frente de mí había dos chicas, una de ellas se caracterizaba por su largo pelo rizado de un color castaño oscuro cómo imitando al pelirrojo, según le diese la luz y la otra tenía el pelo azabache y una constitución ancha, mis disculpas se atrasaron un poco mientras intentaba asumir la situación en la que me encontraba.

-Hola- dijo la del pelo rizado- me llamó Crase- concluyó.

-Hola...-seguro que no tardarían en llegar las preguntas sobre que hacía allí.

-Yo soy Mael- contestó la otra con una sonrisa maquinada.

-¿Te podemos ayudar?- preguntó amablemente Crase haciendo esbozo de una sonrisa algo improvisada, Mael le acompañó en su sonrisa intentando imitarla.

-Me he perdido-intenté disimular mi fallo estrepitoso.

-Oh, lo entiendo este hotel es enorme- dijo convencida de mi excusa- por cierto...-me miró fijamente como si se tratara de una jueza a punto de juzgarte a cadena perpetua- me pregunto... ¿Has pagado la habitación del hotel?- esbozó una sonrisa, a lo que su compañera añadió- yo no he pagado la mía...

-Ni yo...- respondí algo dubitativa.

Sin venir a cuento, Male aclaró una duda que ni me había planteado.

-Somos lesbianas- afirmó con una sonrisa en forma de advertencia, (no toques a mi chica).

-Ah...- no sabía que decir- yo también- al instante Crase sonrió de oreja a oreja.

-¿Desde cuándo?- me miró interesada, sin saber que responder... agradecí que otra persona entrase a la habitación así yo dejaría de ser el punto de atención inmediatamente.

-¡Blaire!- exclamaron las dos al unisono.

-Hola chicas- respondió pasando de ellas, pero por desgracia se pispó de mi presencia y su sonrisa maliciosa  me erizó la piel- ¿Quién es la nueva...?- dijo etiquetándome  como si fuera una fulana más en una casa de citas.

-Soy...-dudé en decirles mi verdadero nombre- Martina.

-Es lesbiana- respondió por mí Crase, sólo le faltaba un cartel luminoso y música para anunciarlo más alto.

-Mmm... encantada- me estrecho la mano con seguridad, seguridad que resaltaba en mí por su ausencia.

Sin venir a término cómo si estuviésemos envueltas en una comedia televisiva, Male y Crase se empezaron a besar, aunque esta pareja no era como todas pues la más femenina de esa relación compuesta por ambas era la que "daba". El nerviosismo se apoderaba de mí al preguntarme que iba a ser de mí en cualquier momento, no podía bajar la guardia, no debía.

Las interrumpí.

-Chicas, perdonad-no me creía lo que acababa de hacer- así no se le comen las tetas a una tía, ¿Alguna vez has mirado a Male mientras le has hecho eso, Crase?- dije con un tono serio y mordiéndome el labio, también me daba cuenta de que Blaire no dejó ni un segundo de mirarme.

-Mmmm... no, la verdad es que no- dijo algo desconcertada, mientras me temblaban el puso me acerqué a ella con el propósito de alejarme de Blaire y su caza ocular.

-Tienes que hacer que sienta- ella pareció entenderme a la perfección porque la cara de Male expresaba algo más que "pasar el rato". 

-Sabes mucho... eso me gusta...- dejó caer Blaire.

-Bueno... me tengo que ir...- intenté excusarme.

-Un momento, Martina- me guiño un ojo con aire descocado- ¿Te importaría que probase eso contigo?-me miró desafiante.

-Eh... no...- <mierda> pensé.

Bean se encontraba frente a mí esperando una respuesta a su pregunta, pregunta que no alcancé a oír debido al sueño que acababa de tener, mientras él esperaba yo aprovechaba para darme cuenta de que Blaire era la viva imagen de Zalair salvo que Blaire llevaba gafas. Habrán aflorado sentimientos hacía ella tras su vuelta- me pregunté. Últimamente mis preguntas no hallaban respuesta. Abrí los ojos paulatinamente y me encontré con la cara inexpresiva de mi hijo dormido, ¿Habría soñado eso?, me respondí a mí misma que no era posible.

Martina, Martina, oía eso una y otra vez...

-¿sí?- respondí cansada.

-¿Qué pasó anoche?- preguntó Bean enarcando las cejas en busca de una respuesta coherente de por qué no los había avisado.

-Nada, una falsa alarma supongo- la cara de Bean resultaba desconcertante ante mi desfase, trás él, vi caer la última hoja del árbol, había empezado otoño apenas quedaban semanas para el conflicto. 

-No entiendo na...-antes de que Bean acabase la frase que era esperada el sueño volvió a sumarme en un agujero negro, lo último que logré oír fue la voz de Zalair diciendo que me dejara descansar. 

Sí o NoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora