Prólogo

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Dios me perdone por lo que voy a hacer pero ella tiene que pagar por el daño que me ha causado sin razón. Quizás se algo demasiado infantil querer vengarme pero es lo único en lo que pienso cada vez que recuerdo lo que hizo, pero juro que me vengare, lo juro.

En ese momento la maestra me habla haciéndome olvidar todo lo que hace un rato pensaba.

-Miller, ¿todo bien?

-Sí, Mrs. Hudson todo bien.

-Espero que estés prestando atención a lo que explico.

-Lo estoy haciendo, créame.

-Pues no lo parece.

-Puede preguntarme lo que guste. (Digo retándola y a la vez me fulmina con la mirada.)

-A ver, ¿de qué estoy hablando? (Hace un gesto triunfante al mencionar la pregunta con la seguridad de que mi respuesta será la errónea.)

-Usted habla de las células y su composición.

La maestra se queda sorprendida ante mi respuesta, ya que es la correcta. Lo que ocurre es que siempre he tenido la habilidad de pensar y atender a la clase al mismo tiempo. Esa es la razón por la que me prohíben hablar con mis compañeros en clase ya que según ellos yo los distraigo de la clase.

Ya es hora de la salida. Espero a mi hermana Jenny junto a Christopher como es de costumbre en los asientos de afuera. Y en la salida observo que viene ella, Ann, camina triunfante con una sonrisa de hipócrita, si supiera que pronto me encargare de borrarle esa sonrisita.

Yo jamás en la vida he odiado a nadie, a pesar de todo lo que me hicieron cuando estaba en ese horrible lugar, pero ella se lo merece me quito la oportunidad de ser feliz y solo por pasar el rato.

El Arte De PerderteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora