Capítulo 4 ~ Un nuevo instituto, la chófer asignada y mi primera enemiga

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Capítulo 4 ~ Un nuevo instituto, la chofer asignada y mi primera enemiga.

Me levanto con una sensación de pesadez en el cuerpo y es que estos dos últimos días no he podido descansar bien, a eso se le suma que ayer inesperadamente recibí la noticia de que no solo me habían cambiado de casa sin consultarme sino que ahora asistía al colegio más pijo y snob que existía en la ciudad, el Cambrige High School. Muy pretencioso el nombre.

Me levanto, no puedo remolonear, porque nada cambiara si lo hago, seguiré teniendo que hacer mi último curso en un colegio pijo y elitista.

El curso más importante en un instituto y con gente que no conocía.

Después de ducharme y asearme me coloco delante del espejo, la imagen que me devuelve es la de una chica vestida de uniforme. Uniforme, en la vida había llevado uniforme.

Vamos Alexa, saquemos lo positivo de esta situación. Me digo para mí misma.

Al menos no me queda tan mal el uniforme, la falta con cintura alta de color negro me hace una cintura pequeña y la blusa blanca contrasta muy bien, no me convence el lazo alrededor del cuello pero si me desabrocho el primer botón de la blusa no queda tan mal, la chaqueta voy a empezar a obviarla, al menos por ahora, estamos en setiembre.

- Señorita, el desayuno está servido – me sorprende Henry por detrás de la puerta, con la novedad del uniforme ni me he dado cuenta de la hora que era, menos mal que me ha avisado.

- Gracias Henry, se me había ido la hora – le digo mientras salgo y lo sigo; como siempre no muestra otra expresión facial que no sea la de siempre.

- El señorito ya está desayunando, la señora y el señor no se encuentran ya en la casa, han salido temprano – me informa mientras llegamos. La verdad es que no he vuelto a verlos des del día de la presentación.

- Buenos días – saludo a James mientras me siento en frente suyo.

Está leyendo el periódico, de verdad no aparenta la edad que verdaderamente tenemos.

- Es siempre así? – sigo, a la vista de que no me va a contestar.

- Así cómo? – me cuestiona, bajando el periódico y empezando a tomarse el café.

- Sin tus padres, estando aquí solo – le respondo mientras unto mantequilla en las tostadas.

- Es lo usual – me contesta con voz monótona.

Aun no me ha mirado.

- Oye – le digo mientras me inclino, aunque la mesa tenga mucha largura no tanto de anchura, de manera que acabo con la cara a pocos centímetros de la suya. – Me vas a mirar en alguna ocasión, sabes que es de mala educación no mirar a la gente a la cara cuando le hablas? – le sigo preguntando.

Maldita sea, aun a palmos de su cara sigue mirando hacia la mesa.

Cansada decido hacer algo yo, le cojo la barbilla con la mano mientras con la otra me apoyo mejor en la mesa.

Le giro la cara, nuestras narices no se rozan por milímetros.

- Me estas escuchando? - la pregunta me sale más susurrante de lo que quería. Sus ojos por fin se encuentran con los míos, esta ruborizado y jadeante.

- Suéltame... por favor – acaba diciéndome.

Me sonrojo y rápidamente lo suelto y me tiro para atrás.

- Lo siento – murmuro mientras veo mis tostadas intactas y noto que se me ha ido el hambre.

No contesta, tampoco lo esperaba.

¿Y por qué no?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora