XI. Undécimo deseo

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Roger

No tenía ni idea de que el pasado de Eva o Lilith hubiese sido tan duro. Me sentía fatal por haberme comportado así. No debería haber pedido ese deseo. Me vi reflejado en sus ojos azules tan llenos de pena.

—Lo siento muchísimo. Debería haber sido mas comprensivo contigo —intenté disculparme, pero el hecho de que se pusiera a llorar me hacía sentir aún peor.

—No quería que nadie supiera mi oscuro pasado. —Ahora era ella la que parecía enfada.

—No pensaba lo que hacía. Me sentía despechado, confuso y lleno de odio. Perdona Eva... digo Lilith.

—Llámame Eva —me exigió—. Necesito tiempo, por favor. Cuando esté mejor hablaremos.

Eva desapareció ante mis ojos. ¿Por qué había sido tan idiota? Debería haberla escuchado cuando quería explicarme lo que sentía, y no haberle pedido el deseo de contarme su pasado. Tal vez debería ir al restaurante a ver si los demás estaban allí.

No me equivoqué mis amigos estaban en el restaurante, pero habían dos personas más con ellos. Eran ... ¿el matón gigante, y Gaby? ¿Qué hacen ellos comiendo con mis amigos?

—Hola Roger —me saludé Will—. Siéntate con nosotros. Por cierto no sabrás donde esta Eva, se fue de repente igual que esta mañana.

—He hablado con ella, pero aún seguimos mal.

—¿Pero qué ha pasado? —me interrogó Allison con preocupación.

—Lo siento, son cosas que no puedo contaros. Y bueno. ¿Me he perdido algo? —dije mirando al matón y a Gaby.

—Veras Bruce, y yo nos estamos conociendo. Es muy majo, y la cosa promete. —Allison parecía ilusionada. ¿Estarían los dos juntos?

—Como no ser majo con una chica tan guapa y simpática —le dijo Bruce a Allison.

—Y yo me he peleado con mi hermana. Me cansé de tener que ser tan materialista y de rechazar mi sexualidad. Creo que te debo una gran disculpa. —Recordé cuando Gaby se comportaba de forma amable. ¿Le habrá lanzado Eva algún hechizo?

—No pasa nada. —Esperaba que no volviera a ser borde. Me di cuenta de una cosa todas parecían estar a gusto. Hacía medio año apenas nos hablábamos la mayoría de los que estábamos en la mesa, y eso que algunos estábamos en la misma clase. Si no hubiera sido por Eva jamás hubiésemos sido tan amigos. Angélica tenía razón en el fondo de su corazón Eva era un ángel.

Eva

No sabía a dónde ir. Quería ver a Roofy pero la familia de Roger me vería.

—¡Ya sé! —exclamé en voz alta.

Iría a la protectora. Menos mal que podía tele-transportarme. En un segundo estaba allí. Lo malo era que aún no había amanecido, y la protectora estaba cerrada. Me pareció que aquí eran las seis de la mañana, y en el crucero debían de ser las tres de las tarde.

—Hola, Eva —me sorprendió Adán—. Pensaba que estabas de viaje de fin de curso.

—Sí, pero ... —me tensé, y ahora que le podía decir—, pero han atrasado la fecha, y el viaje es mañana.

—Pero si me llamaste el día en que ibas a coger el avión. —Que listo que era Adán, ya no me quedaban excusas.

—¿Y por qué has venido tan temprano? —le pregunté para cambiar de tema.

—Como no me fiaba del trafico, he venido antes. Además así ayudo a limpiar un poco. ¿Tú también has venido por lo mismo? —Percibí algo raro en su escusa. 

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