Sé feliz...

9.4K 693 122
                                    

La marcha nupcial sonó mientras la hermosa novia caminaba al altar. El pelirrojo le esperaba con una gran sonrisa, mientras mentalmente se preguntaba el por qué del semblante triste de su futura esposa.

En la última fila, con su varita fuertemente empuñada entre sus dedos, una mirada gris murmuraba palabras de odio hacia el novio.

Acepto, fue lo único que logró escuchar salir de entre los labios de aquella mujer que tantas veces fueron suyos.

El dolor desgarrador que lo invadía provocó que casi levantara la varita para terminar con el mal nacido que le había arrebatado a Hermione.

Pero de cualquier forma, la decisión había sido suya.

Una mano se posó en su hombro.

-Ahora no, amigo. -le dijo Blaise, mientras Theo a su lado le señalaba a los aurores y autoridades importantes del Ministerio que estaban presentes en la ceremonia.

Draco no hizo más que colocar su varita al interior del saco de su traje, y cuando escuchó los vitoreos y silbidos que indicaban que la boda había terminado, se desapareció inmediatamente.

Los meses transcurrieron como el rayo que surca el cielo. Y los años se fueron como las hojas secas que se lleva el viento en otoño.

La gente dice que las heridas sanan con el tiempo, que si esperas y buscas de nuevo ser feliz, logras olvidar el pasado doloroso. Sin embargo, pocas de ellas son las que han sufrido algo que sea tan desgarrador como para no olvidarse ni en un millón de años.

Las personas dicen estupideces. Siempre lo hacen.

Pasaron cinco años desde la boda de Hermione Granger con Ronald Weasley. Un lustro de tiempo en el que Draco Malfoy se hundió en la más baja de las miserias. Y no era que hubiese quedado en bancarrota, o que hubiese parado en Azkaban; no. Era algo peor.

Las sonrisas que solían formarse en su rostro cuando estaba con ella, nunca volvieron a estar desde aquel acontecimiento. Sus comentarios irónicos eran cada vez más hirientes. Sus conquistas aumentaron en desnivel, y sin embargo, jamás se sentía pleno.

Rubias, morenas, pelirrojas, castañas... Ninguna era como ella.

Muy tarde se dió cuenta de que aquel sentimiento que se desarrolló durante su último año de Hogwarts, era amor. Era terrible haberse dado cuenta de eso hasta ahora, cuando ella ya estaba casada.

Sin embargo, su piel, sus labios, toda ella era de él. Le pertenecía completamente, aunque ahora estuviera con otro hombre.

La última vez que la vió, fue hacía tres años, luego de que se anunciara que sería madre.

Algo dentro de él se rompió, aún más desde que leyó la nota del Profeta donde ella y el Comadreja anunciaban alegremente que tendrían su primogénito.

Recordaba que aquella noche, de tanta furia y dolor, se consiguió a una mujer castaña para estar en su cama. 

Al día siguiente la vió, caminando tranquilamente en el Callejón Diagon.

Iba sola, como siempre desde que se había casado. Siempre solía andar ella sin su marido, y aunque por una parte eso le alegraba, otra parte de él pensaba que Weasley era un completo imbécil por dejar salir a su mujer sin compañía.

Ave FénixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora