Dios mio, por favor, otra vez no, otra vez no, otra vez no...
De un gran salto me levanto de la cama a una rapidez inimaginable. Hoy si no puedo permitirme llegar tarde, y sé que si lo hago, el profesor Payne me fusilará por entrar interrumpiendo su clase. Siempre tan correcto. Además de que yo también moriré de verguenza, ultimamente estoy llegando muy retrasada a sus clases de primera hora, pero es que no puedo evitar acostarme tarde leyendo con mi amiga...mi taza de café con leche aquellos libros de misterio o suspenso que me enganchan con cierta facilidad. Trae por consecuencia que no pueda escuchar la alarma porque, quizá, estoy empezando a tener mi quinto sueño.
—Maldita sea— El suelo frio hace contacto con mi piel, pero le resto importancia a eso y, corriendo, me dirigo al cuarto de baño, antes, llevandome por delante un cable negro que apareció de la nada.
—Pero que...?— Genial, ahora mi lámpara está echa pedazos en el suelo.
Trato de que no me importe mucho así que, finalmente me saco el pijama de cuadros azul cielo que llevo usando desde mucho tiempo. Está algo desgastado pero el poco tiempo puede conmigo, apenas salgo de la universidad y tengo que visitar a mis padres o hacer proyectos de estudios, ayudar a mi vieja vecina con su perro, incluso algunas tardes me llaman para trabajar unas cuantas horas de niñera.
Una vez que estoy completamente desduna, entro en la ducha y abro el grifo. No tengo tiempo de apartarme a esperar que el agua se tibie, entonces me atrevo a colocarme debajo del agua que cae sobre mi cabeza, y al instante me arrepiento.
Está como un hielo e impacta en mi piel con brusquedad. Todos y cada uno de mis huesos se quedan congelados, al igual que yo, que en vez de salir huyendo me quedo estática bajo el agua aguantando el frio con puños y dientes apretados.
Varios segundos pasan, pero me las arreglo moviendome para buscar el gel liquido y echarme por todo el cuerpo. Lo restriego con rapidez intentando generar calor ya que éste también está como un hielo.
Mientras envuelvo con la toalla mi cuerpo mojado, mi móvil suena desde la habitación. Se que es Kate, una gran colega desde hace dos años, y seguramente estará borracha mandandome mensajes sin ningún sentido. De modo que me armo de paciencia con ella, pero me tomo mi tiempo buscando que ponerme...
Un pantalón jean azul cubren mis delgadas piernas, donde también me coloco una camiseta de manga corta negra ajustada a mi cuerpo, no antes sin echar a mi bolso una chaqueta por si me da mucho frio, para terminar con una bufanda azul cielo, Mi color favorito, adornando mi cuello y cubriéndolo del aire frio de finales de otoño, así también, conjuntándolo con mis Vans.
No me esmero con mi alborotado pelo gris, simplemente lo recojo en una coleta alta peinandolo con los dedos. Ni siquiera miro a la pequeña cocina de mi apartamento cuando tomo las llaves de la mesa del salón. Aquí nunca desayuno.
Antes de salir rapidamente de mi desordenado mundo, suspiro viendo la hora en mi celular y asegurándome de que traigo todo conmigo y no se me olvida nada para después cerrar con llave el apartamento y bajar las escaleras a toda prisa. El ascensor suele ser muy lento, aveces...
Una vez que me encuentro en las calles de Londres, el ligero frio, por cuarta vez, me golpea con brusquedad asi que tengo que acurrucarme a mi misma y cruzar la calle sin rechistar, donde se encuentra la cafetería a la que voy todos los días. Donde también, Mark, el dueño de todo, me recibe con alegría y entusiasmo esperándome con mi taza de café con leche en la mano, siempre a la misma hora. La verdad es que me sorprende como me las arreglo para llegar a tiempo.
Empujo la pesada puerta. Al momento, distintos olores se cuelan por mis fosas nasales. Café, pan, mermelada...
Con una sonrisa me dirigo al mostrador, pero desaparece rapidamente al darme cuenta de que Mark no se encuentra allí, sonriendome como todos los días.
Alguien más delgado que él está de espaldas con la cabeza baja, como si estuviera utilizando algo en sus manos.
Lo único que mi ojos divisan bien es su color de pelo.
Un negro azabache se encuentra desordenado por toda su cabeza.
Carraspeo:—¿Perdona, se encuentra Mark?— Pregunto con voz nerviosa. No quiero pensar que le ha pasado algo y está en el hospital o un familiar suyo se encuentra enfermo o, quizá...
—No pero, ¿En que puedo ayudarte?— Voltea y me quedo estupefacta— Soy Zayn.