Abro los ojos lentamente, me voy incorporando poco a poco notando como los muelles del viejo colchón crujen al ritmo de mis movimientos, froto mis ojos para poder distinguir la habitación con mayor claridad. Un papel pintado de color amarillento bastante desgastado cubre las paredes que parece que se vendrían abajo de un momento a otro, la habitación consta de un pequeño armario blanco, un espejo de pie rectangular y una cómoda del mismo color blanco, aunque todo con la misma madera desgastada. La cama se halla al fondo de la habitación a la derecha una ventana por la que entra ahora la claridad de la mañana, a la izquierda los muebles que ya nombré y en frente estaba la puerta de acceso al pequeño salón.
Piso el frío suelo de madera vieja y ando hasta la sala principal, un pequeño salón con un par de sofás de color chocolate cubiertos por mantas de un marrón más claro, una pequeña mesa de madera entre ambos sofá la cual aguanta un par de revistas, un jarrón con margaritas y una radio a pilas, al lado hay una pequeña mesa con un teléfono blanco bastante antiguo, la pared y el suelo son iguales que los de la habitación, avanzo hasta la cocina, la misma pared, baldosas blancas y muebles de cocina viejos, nada destacable, allí preparo el desayuno, una manzana y un vaso de café no muy cargado, vuelvo al salón y me siento con bastante pesadez en uno de los sofás y enciendo la radio para después tomar el primer sorbo a mi bebida tomando un poco más de consciencia. Nada interesante que llame mi atención en el noticiario hace que termine rápido mi comida, lave la taza y la recoloque en su lugar.
Tras una ducha rápida y vestirme en mi habitación me detengo a mirarme en el espejo, piel blanca, altura rondando el metro sesenta y dos, cabello corto marrón oscuro y ojos de un marrón rojizo, mis ropas consiste en una camiseta sin mangas cruzada por detrás negra ajustada, unos pantalones también ajustados y del mismo color, una sudadera abierta verde algo grande que llega por la mitad mis muslos y botas militares, tras la pequeña distracción me dirijo al armario y lo abro dejando ver algunas armas, cuatro cuchillos y una katana de doble filo, tomó esta última en su funda y me la cuelgo mediante un cinturón, después coloco los cuchillos enfundado igualmente al otro lado de la cintura. Al cerrar la cremallera de la sudadera hasta quedar cerrada hasta debajo del pecho, los cuchillos quedan totalmente tapados y se ve parte de la funda de la katana, cierro el armario y salgo de la casa.
Ando por los callejones con las manos metidas en los bolsillos de la sudadera, observando la nada hasta llegar a la clínica del doctor Theo.
-Aquí tienes, Astrid, tus medicamentos- el doctor me entregó una bote de pastillas tras los correspondientes saludos cordiales.
-¡Al menos tu no eres como Nico!¡Él los gasta en seguida-Nina, esa niña me resultaba bastante agradable, a mis ojos era como mi hermana pequeña, solía hablar de ese chico de la Benriya bastante. Aunque para algunos podría resultar pesado, ella lo hacía ver cómico, por lo que suelto una pequeña risa, la cual no dura mucho ya que ruidos de disparos la detienen en seco.
-No queda muy lejos...-salgo corriendo sin mediar mayor palabra.
Al llegar veo lo que parece un baño de sangre, "Son hombres de Monroe" es lo primero que pasa por mi mente al ver las cabezas separadas de su cuerpo por lo que parecen cortes limpios.
-¡Eh!¡Maldita!¡Dime donde está Danny!
Una voz del tejado del edificio a mis espaldas hace que me ponga en guardia girando en dirección al emisor de densenfundando mi katana.
-Un... ¿niño?- es lo único que puedo soltar al ver un chico un poco más bajo que yo, pelo marrón con rastas, ojos café, una sudadera blanca, y pantalones militares.
Éste baja de un salto, se coloca a mi altura, siendo un poco más bajo que yo y me mira con un rostro enfurecido, casi colérico.
-¡¿A quién llamas niño?!-con lo que parecía ser un machete me apuntó directamente-¡Dime donde está Danny ahora o correrás la misma suerte que ellos!-Con la mano izquierda señaló los cadáveres descuartizados y con la derecha me acercó el arma, aún cubierta de su sangre, lo miré directamente, en su rostro notaba una impaciencia casi infantil.
-¡No sé nada!¡Soy asesina a sueldo!-me mira fijamente, hay unos segundos de silencio, yo observo sus orbes café y él los míos y aún con el arma a escasos centímetros de mí, empiezo a correr sin mirar atrás, lo que causó un pequeño corte en mi cuello por la hoja del machete, aunque no pude correr apenas cien metros cuando él me ha vuelto a atrapar, tomando mi cuello y arrinconandome contra la pared.
-¡¿Crees que soy idiota?!-con la diestra volvió a apuntarme una vez más con aquel arma- ¡Hasta los veinte no puedes ser mercenaria y una niñata como tú no alcanza ni los dieciseis!¡Viniste a salvar a tus compañeros, pero tardaste demasiado, así que suelta rápido donde está tu jefe si aprecias tu vida!-Al decir lo último una sonrisa arrogante se dibuja en sus labios.
Le doy una patada en el estómago, obligándole a soltarme y retroceder, apuntándolo directamente con la katana, prefiero no caer en cólera y soltar más datos de los necesarios, así que suspiro levemente observando como se encogió por el dolor.
-¡Astrid!
Lo veo, es Delico junto a Danny y los demás, lo miró durante un momento y aprovecho para saltar a uno de los tejados y salir corriendo, escuchando como el chico me grita, pero termina atacando a Delico y los demás al verse rodeado. Tras unos minutos corriendo noto algo húmedo en mi cuello y hombro, al parecer aquella herida que parecía ínfima no lo es, decido vendarla pero cuando me doy cuenta, me desmayo y caigo desde el techo en uno de los fríos y oscuros callejones de Ergastulum.
~~~
-...Trid-chan, Astrid-chan...
Una voz canturroma me despertó, abrí los párpados del tirón incorporandome casi al instante, sobresaltada.
-¡¿DÓNDE ESTOY?!-Observo la sala, blanca, delimitada por cortinillas a ambos lados creando un cubículo... Es la clínica del doctor Theo, miro al emisor de aquella voz y lo reconozco al instante, el cual simplemente me observa sonriendo divertido.
-¡¿Worick?!
Simplemente me saluda con la mano sin apartar la sonrisa.
-Por fin despiertas, me empezabas a preocupar...-dió un exagerado suspiro con su habitual dramatismo.
-¿Cómo he llegado aquí?¿Y por qué estás tú?-pregunto sin tapujos, aun algo sobresaltada.
-Eso tiene fácil respuesta, Astrid-chan-vuelve a sonreír, se nota que se divierte con esta situación- Da la casualidad de que mandé a Al-chan a comprar tabaco y tu estabas tendida en el suelo en el callejón de al lado de nuestra casa, ella te vió, nos avisó y te trajimos aquí, tenías una herida muy fea el cuello, ¿sabes?
Mientras pensaba quien era esa tal "Al-chan", rápidamente llevé la mano a mi cuello y noté un vendaje y al mirar mi cuerpo no llevaba ni mis armas ni la sudadera ni la camiseta, mi torso tan sólo era cubierto por una venda, lo que causó un potente sonrojo en mis mejillas, acaso este maldito o el doctor me habían...
-Tranquila, tranquila, Nina-chan fue la que te desnudó y vendó, aunque no habría estado mal ver- -Fue interrumpido por un golpe certero en la nuca, una morena de curvas pronunciadas lo mataba con sus ojos azules- Vamos, sólo era una broma, vamos
Ambos son interrumpidos por unos gritos de una voz que me resulta un tanto familiar, me levanto de la camilla y me voy al lugar de los gritos para encontrarme con el causante de mi herida y por lo tanto del desmayo.
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Aquí está una nueva historia, la cual planeo que no sea muy larga, ya que tengo varios proyectos en mente.
¿Qué os parece Astrid?¿Cuál creéis que será la reacción de Doug al verla? ¡Ponedmelo en los comentarios y dadle a la estrellita si os gusta la historia!
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Gangsta: Behind your Back [Doug × Reader]
FanfictionAstrid, 20 años, twilight, sangre tipo 0, nacida en el Muro Sur de Ergastulum, asesina a sueldo antes afiliada a la familia Monroe hasta hacía unos meses. ¿Cómo llevará esta independencia?¿Conseguirá un lugar en esta gran ciudad?¿Seguirá... sola?