Tenue Resplandor

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Cada momento es tormentoso, aunque es imposible negarse que haya formas de salvarse de él...

No es notoria la diferencia de los institutos al mío, aquí es donde la reputación es lo que más importa, abundada de hipocresía.

Era costumbre que la gente me viera entrar a las clases solo, escuchando música, sin dirigir la mirada a nadie, no era común en mí hablar mucho con alguien.

-Chicos, por favor tomen sus asientos.

Siempre me dirigía a la parte trasera del salón, cerca de la ventana para observar el cielo, ver como cada nube se pierde en el infinito mar azul del cielo, sintiendo como miles de viajes se pueden inventar en mi mente.

Podía observar el movimiento corporal del profesor, sin embargo, no removía los audífonos, es un rápido escape del dolor en medio de drogas auditivas.

-Muchachos, haremos parejas para el trabajo final, una crítica tesis sobre un libro de preferencia personal.

Lograba ver cómo la gente se miraba entre sí para elegirse como parejas, pero, yo seguía con mi mirada perdida en el cielo.

*

Alguien toco mi hombro, voltee desconfiado y... era él, Nicolas, solo sentía que mi corazón se aceleraba, le pertenecía, pero, él es normal... en mi malo sentido de la normalidad.

-Hola, ¿te harías conmigo? Veo que eres la única persona disponible y pues...

Una lenta sonrisa que se pintaba en mi cara se desvaneció, solo era un simple trabajo, y me eligió por descarte.

-Sí, no queremos perder esta nota -con una risa nerviosa.

-Está bien, me haré aquí - sentándose a mi lado, tocándome la pierna.

Un gran escalofrió recorrió mi cuerpo, sentía como mi rostro se tornaba rojo.

-Bueno compañero, comencemos con esto.

-¿Qué suceso quieres ver?

-La verdad estoy demasiado cansado ¿y si lo hacemos más tarde en la biblioteca?

-Después del horario de almuerzo.

-Me parece.

El timbre sonó y Nicolas salió rápidamente sin ni siquiera despedirse pero ¿Por qué debería hacerlo? No significaba nada para nadie.

Al almuerzo no comía, me sentía demasiado cansado, solo me sentaba en un pequeño árbol, con música en mis oídos a observar las nubes pasar, una tras otra, miles de historias se escribían en mi mente.

Me senté en la puerta de la biblioteca, algo gastada por el uso de los años, habían escalones para acceder a ella, a esperar, es lindo el tiempo que puedes disfrutar solo.

-¿Te hice esperar mucho? Y oye me encanta tu saco ¿podría?

-No - alejándome bruscamente de él, tenía miedo de que viera las cicatrices de mis brazos.

-Esta bien, hagamos esto -entrando a la biblioteca.

Es común pensar que mi actitud molesta a todos, siempre a sido así, y es lo mas molesto del asunto, el dolor que puedo causarle a todos.

Empezamos a buscar en la empolvada biblioteca hasta dejar una gran torre de libros para leer.

-Y Daniel, ¿Porque siempre estas solo ? ¿No has pensado en tener novia? ¿Cómo haces para tener esas notas?

Sus preguntabas me incomodaban, sentía como si intentara sacar información innecesaria.

-No hay nada malo en estar solo, y no me interesa nadie, y por ultimo solo doy lo mejor de mi.

-Entonces haz esto bien por mi -Sonriéndome.

Después de toda una tarde con él, sintiendo cada segundo único, solo quería tenerlo para mi, que me amara tanto como yo a él, solo deseaba con los ojos abiertos...

Llegue a casa, donde vivo con mis hermanas, una estudiante de psicología y la mayor economía.

-Daniel, hay comida en la nevera si quieres algo.

-Gracias Kate pero no tengo mucha hambre.

Subí a mi habitación donde todo era como yo, desolado, triste sin vida ni color.

Sentí cansancio y entre al baño.

Abrí la ducha, me mire al espejo y no pude evitar sentir que mis ojos se llenaban de lágrimas, odiaba esa sensación, odio todo lo que veo al espejo, sólo logró ver a un error que la vida creo.

No podía soportar mas, abrí los cajones y saque unas tijeras.

El ambiente estaba tenso, se escuchaba el chapotear el agua, los gritos de dolor empezaron su orquesta, un filo brindó su cualidad y la carne cedió ante el, grandes ríos de sangre empezaron a caer de mis brazos, solo veía mi brazo rojo, se creo en mi una gran sonrisa, la que tragaba mis lagrimas.

-¿Daniel, estas llorando? 

-Déjame terminar de bañarme.

-Te quedarás solo, Kate no esta y me quedaré en casa de una amiga, adiós.

Salí de la ducha con fuertes dolores en ambos brazos, no podía ponerme la camisa del dolor, un extraño mareo me invadió.

Esa noche la lluvia dispuso una hermosa sinfonía, entre el bello silencio y el frío de la noche.

*

Como costumbre regrese al instituto decaído sosteniendo mi brazo izquierdo.

Me senté en mi puesto favorito pero esta vez sólo habían nubes negras, un día perfecto para estar triste.

-Hola Daniel -dijo Nicolas. 

-Hola -brindándole una pequeña sonrisa.

El profesor recogió los escritos y no fue mas por esa clase, nos dejo salir antes.

-Muchachos ya pueden salir.

Salí del instituto, no tenía sombrilla cuando las lagrimas empezaron a recorrer mis mejillas.

-Dani, espera no te di las gracias... ¿estas llorando?

-No -secando las lagrimas.

-Ven, cúbrete de la lluvia -poniéndome debajo de su sombrilla.

Nicolas me llevo abrazado bajo su pequeña sombrilla a mi casa.

-Gracias, no quiero molestarte mas.

-No es una molestia, ¿Puedo pasar?

-Si, creo.

-Gracias -Dejando su sombrilla en la entrada -quería darte las gracias por hacer el trabajo, pues no soy bueno en nada...

-Eso no es así, me ayudaste no muy bien pero lo hiciste.

-Siempre sabes que decir.

Él estaba débil lo único que se me ocurrió fue abrazarlo y... lo hice. 

Fue mágico, tan fuerte su corpulencia y liso cabello, me sentí completo por esos segundos.

-Oye si nos abrazaremos, al menos no nos empapemos. 

Nicolas me quito mi saco y...

-¡Daniel! ¿!Qué te hiciste!?

-No están mal, al final a nadie le ha importado, en este instituto solo piensan en la imagen nunca a importado los sentimientos de los demás -con mucha rabia.

-Ahora lo que me importa eres tu, tengo que irme, no hagas nada estupido -abrazándome

Un cálido abrazo en medio de la fría depresión, sentí el palpitar de su corazón, sus brazos cubrieron mi cadera, me susurro algo al odio que no entendí, sus fuertes brazos me dejaron inmóvil por lo menos 5 minutos, preso de su abrazo.

Tenue resplandorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora