In just three seconds, I fell in love.

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Nunca había sido del tipo masoquista. No, jamas se comporto como un adolescente cliché, enamorándose del chico malo, queriendo saltar en su moto y escapar junto a él.

Pero sin embargo allí estaba, viéndose en el medio de la situación menos esperada, sabiendo que estaba a punto de estrellarse contra una pared de concreto múltiples veces.

Para EunYoung habían sido tres golpes, cada uno mas embriagador que el otro.

El primer golpe sucedió al instante que lo conoció, estaba tan pérdida en él que ninguno de los sonidos que inundaban el lugar llegaba a sus oídos. La gente continuaba hablando. Las personas que la acompañaban trataban de llamar su atención, pero nada podía hacer que dejara de verlo, su presencia pesaba más que la de nadie en la sala, como si todo el brillo del mundo le perteneciera.

El segundo golpe vino al escuchar su voz. Con esa melodía llegó la incertidumbre. Se comenzó a preguntar por qué una voz que podría cantar por las noches y lograr dormir al peor solitario, estaba dirigiéndose a ella.
Otras cuestiones hicieron presencia, atormentándola con cada detalle. ¿Su voz por las mañanas sonaría tranquilizadora como en ese primer momento o se volvería tan ronca como para provocar pequeños cosquilleos en el estómago al oírla?

Su sonrisa fue el tercer golpe. Esa sonrisa que deseaba que fuera algo habitual en su día a día. La incentivaba a querer tener sus bolsillos repletos de los mejores chistes del universo.
Las dudas continuaron, con él parecían nunca acabarse. ¿Cómo alguien con una mirada tan triste podía tener esa sonrisa tan hermosa y acogedora?

Esos tres golpes fueron todo lo que necesito para querer conocerlo, como si estuviera tocando la puerta de su alma, pidiendo permiso para robarla en cualquier momento. Y lo peor era que EunYoung sabía que estaba dispuesta a dejarlo llevarse todo lo que quisiera, lo único que tenía que hacer decir las palabras y sería suya.


shadows/ s.h.wDonde viven las historias. Descúbrelo ahora