April

El chico nuevo

Lo sentía, el venia por mí, cada fragmento en este cuerpo, lo podía sentir, sabía que estaba cerca y sabía que debía correr pero no podía, mis pies estaban atados al igual que mis manos, trataba con todas mis fuerzas de desatarme pero era en vano, un infierno en carne propia era lo que estaba viviendo y no podía hacer nada para impedirlo, la gran April Valentine estaba en una situación de la cual no era fácil salir, me recordé a mí misma que pasara lo que pasara debía salir con vida, lo escuchaba venir y lo escuchaba irse riéndose como si disfrutara de mi agonía y en cierta forma yo sabía que lo estaba disfrutando.

Y...

Desperté, como siempre casi llorando, gritando, aun despierta no estaba totalmente a salvo de mi realidad y constantemente me preguntaba si alguna vez lo había estado. Mire el reloj y eran las 3:15am, como todavía faltaba mucho para ir al colegio decidí levantarme y alistarme, me levante y baje las escaleras de mi casa con cuidado no quería despertar a nadie solo por mi total falta de sueño y mi habilidad para recordar cosas que no debería recordar pero como no hacerlo, era parte de mi vida todos lo sabían al menos mi familia, y más todavía mi hermano gemelo Dylan el comprendía lo que yo sentía, lo podía sentir y experimentarlo en carne propia.

Odio hacerle eso a él, odio tener una línea de comunicación directa con él, cerebro conectado a cerebro, ambos podíamos sentir lo que el otro sentía, podíamos saber lo que el otro estaba pensando pero claro todo con moderidad, si no, no existiría la palabra privacidad, me pregunte si él había sentido mi angustia, preocupación y demás emociones encontradas cada vez que tengo ese sueño, pero jamás había mencionado el tema.

Ya estando en la cocina me obligue a no pensar en eso, si mis sueños no lo despertaban lo terminarían haciendo todas mis dudas antes de que amaneciera, agarre una tostada y le puse mantequilla y jalea, no soy exactamente una persona a la cual le guste cocinar y todas esas cosas, la verdad era más la típica niña que se quedaba en casa viendo televisión porque no tenía ningún amigo con el cual salir, lo cual no era del todo cierto, si tengo amigas, tres en realidad, Natalia, Denise y Nicole, pero tampoco es que salga con ellas muy a menudo.

Después de terminar de comer subí a mi cuarto, lave mis dientes y tome una ducha, no me preocupe por el tiempo que durara adentro, acaso debía importarme, todavía era muy temprano, cuando salí me vestí para ir al colegio no sé porque cuando voy al colegio uso blusas de manga larga no es que me incomode usar blusas cortas pero no me gusta la atención que obtienen mis tatuajes, no es que sean del otro mundo pero a todo el mundo parece atraerle que una chica de 17 años, algo pequeña, de ojos color azul, piel blanca y pelo negro largo tenga 12 tatuajes en todo su cuerpo.

La verdad nunca me molestaron mis tatuajes, cada uno de ellos tiene su historia, ninguno de ellos está en mi cuerpo por moda, yo decidí tenerlos y me gustan, Dylan tiene 12 tatuajes también, algo que compartimos pero solo tenemos un tatuaje en común que son dos pájaros volando justo arriba del corazón, están ahí desde que cumplimos tres años, aun para ser jóvenes en ese entonces, el tatuaje tiene una historia, como todos, solo que es más importante que cualquier otra.

Sin pensarlo agarre una blusa corta sin mangas rosada y me la puse, podía admirar cada uno de los tatuajes que se encontraban en mis brazos, me puse un short negro y unas vans color negro, agarre mi bolso y lo llene con todos los libros del colegio, y espere a que las horas pasaran para poder ir, no es que me emocione ir pero definitivamente no quería quedarme en casa, no hoy.

Cuando finalmente entre al colegio cambie mi parecer sobre mi ropa y quería poder cambiármelo ahí mismo, mala idea April, mala idea repetía en mi cabeza, debiste quedarte en casa, una voz me saco de mis pensamientos, era Natalia quien estaba totalmente emocionada por poder ir al concierto de una banda de esas que ella admiraba tanto, claro me sentí feliz por ella pero no era lo mío.