La Recluta A-0. PRUEBA DE FUEGO. [Terminada].

Capítulo once.

Se desato el caos.

El grito de Thomas nos había tomado a todos por sorpresa, un grito de horror puro. Supe que algunos Habitantes habían acudido a él cuando un par de ellos pasaron por mi lado, empujando a los demás a diestra y siniestra al no poder ver por donde pasaban.

Escuchaba a Thomas gritar, a los Habitantes conferir preguntas, todos con la misma nota de histeria en la voz.

-¡Thomas!—Era la voz de Minho. Por primera vez me alegre de escucharlo. Los demás cerraron la boca de golpe y Thomas detuvo sus gritos. – ¡Thomas! ¿Qué paso?

-Yo...no sé. ¿Quién era ese? ¿Quién era el que gritaba?

-Frankie. Estaba junto a mí haciendo una broma y luego fue como si algo lo arrancara del lugar. Sí, era él, estoy seguro. –Contesto Winston.

-¿Qué paso?—Repitió Minho.

Por increíble que pareciera pensar esto ahora, mi concepción de Minho como líder se vio bruscamente puesta en duda. Era excepcional la calma con la que podía actuar Minho mientras que la mayoría había perdido la compostura o se había paralizado, en mi caso. Minho, con su calma, tranquilizaba al resto y casi podían verse los engranajes de su cerebro trabajando a toda velocidad buscando una solución o una respuesta.

-Mira. –Dijo Thomas, después de un minuto su voz había recuperado su tono normal. –Lo Escuché gritar y corrí hacía aquí para ayudar. Salté sobre él e intente sujetarle los brazos y averiguar que le ocurría. Entonces estiré las manos hacia la cabeza para agarrarlo de las mejillas, ni si quiera sé porque, y todo lo que sentí fue...

Thomas volvió a guardar silencio después de que sus palabras se fueran apagando a medida que llegaba al final, los Habitantes contuvieron el aliento.

-¿Qué?—Lo presiono Minho.

Thomas gimió.

-Su cabeza no era una cabeza. Era como una...gran...bola de metal. No sé, hombre, pero eso es lo que toqué. Como si su cabeza miertera hubiera sido devorada por... ¡Por una gran esfera metálica!

-Espérame un momento. –Escuche susurrar a Newt. Asentí distraídamente aunque sabía que él no podría ver ese gesto. Luego sentí su cuerpo al pasar juntó a mí.

-¿Qué estás diciendo?—Le pregunto Minho a Thomas, recuperándose del aplomo inicial que sus palabras habían causado y no solo en él, también en el resto de nosotros.

Pero lo que bañaba la voz de Minho no era el escepticismo, era más como un lamento. Todos, hasta yo, sabían que aun por increíble que pareciera, si era obra de CRUEL, era posible. Después de enterarme que podían manipular nuestras mentes había decidido que todo era posible.

-¿No la escuchaste rodar cuando él dejo de gritar? Sé qué...

-¡Esta aquí!—Era la voz de Newt. Se oyó un rose y luego Newt gruñendo. –Yo sentí que rodaba hacía aquí. Y esta toda húmeda y pegajosa, como si tuviera sangre.

-Shuck. –Dijo Minho, en un intento de susurro que no logro pasar desapercibido por el silencio que había. – ¿Qué tan grande es?

Los Habitantes estallaron en preguntas, como si volvieran en sí después del shock inicial.

-¡Cálmense todos ya!—Exclamo Newt. Espero a que los Habitantes se callaran para contestar. –No lo sé. Es más grande que una cabeza, eso es seguro. Es totalmente redonda. Una esfera perfecta.

-Tenemos que irnos. –Dije. No había levantado el tono de voz pero aun así mis palabras se escucharon a la perfección por el túnel. –Deben haber más de esa cosa.