DongHae dejó el vaso con té helado sobre la mesa de la enorme cocina de estilo victoriano y miró a su amigo.
– ¿Qué sucede?
– Nada, no te preocupes – HeeChul tomó aire y le devolvió el gesto a Hae, sonriendo pacientemente.
– ¿Estás seguro?
HeeChul asintió.
– ¿Por qué no habría de estarlo?
– No lo sé... Tal vez por lo que hablamos sobre tu amor.
– No es cierto.
– ¿Cómo era él? – HeeChul intentó huir, pero DongHae no lo dejó. – Vamos, Hee, conoces gran parte de mi vida emocional y sexual y apenas nos hemos visto por primera vez ayer.
– No vas a parar hasta que te cuente, ¿cierto?
– Quiero saber más de ti, ahora te considero mi amigo.
– Está bien...
Un golpe se escuchó en la puerta cuando el botones estaba a punto de comenzar a relatar otra parte de su historia con la persona que aún amaba. DongHae y HeeChul se miraron y el botones se acercó a ver quién era.
Tras abrirla, se encontró con un cabizbajo HyukJae a su frente. DongHae abrió los ojos como platos y se tapó la boca. Hee volvió a cerrar.
– Dame unos segundos con él, pero por favor déjalo entrar después, te lo suplico.
DongHae asintió, resignado y se quedó en la habitación, muerto de nervios mientras su nuevo amigo se perdía del otro lado de la puerta.
Caminó de un lado hacia el otro durante unos segundos y luego se adentró en la cocina.
– ¿Por qué me dejaste afuera, tonto? – le reclamó Hyuk a su mejor amigo.
– Era necesario, necesitaba aclararte algunas cosas antes de dejarte entrar.
– HeeChul, por favor... – pero Hee no lo dejó terminar y arrinconó al otro contra la pared, con mucha fuerza. HyukJae no opuso resistencia, a pesar de ser mucho más fuerte que HeeChul.
– Sea lo que sea que hagas o le digas, dale tiempo. Ahí adentro hay un niño en el cuerpo de un hombre, tan asustado como un cachorro abandonado, así que espero que no seas muy brusco con él, déjalo que te escuche y que él mismo saque sus propias conclusiones. Haz las cosas bien, por una vez en tu vida.
HyukJae se enmudeció y, mirando a los ojos a su mejor amigo, asintió, HeeChul le dio paso, abrió con su llave y el otro se acercó hasta la puerta. Mientras Hee se alejaba, Hyuk lo llamó.
– HeeChul.
Se detuvo y giró sobre sus pies.
– ¿Qué más necesitas?
– ¿Por qué haces todo esto por nosotros?
– Porque te quiero, porque me he encariñado con ese mocoso y porque me gusta que el amor siempre triunfe, a pesar de que no parezca esa clase de personas – admitió, más para sí mismo que para su amigo, quien lo conocía más que bien luego de cinco largos años de haber vivido juntos.
– ¿Has sabido sobre su última aparición pública? – creyó que el otro no lo había entendido, pero se dio cuenta pronto que HeeChul sí sabía de qué le estaba hablando, lo sabía mejor que nadie.
– ¡Qué tengas mucha suerte, Hyuk! No lo estropees – lo saludó con la mano, de espaldas, mientras caminaba hacia su habitación.
Sí, él quería más que nadie que DongHae y HyukJae fueran felices, se amaran y aprendieran a perdonarse, ansiaba con todo su corazón que vivieran todo lo que él no había podido disfrutar, HeeChul necesitaba por él mismo que su relación funcionara o dejaría de creer en que el amor todo lo podía y eso era lo último que quería, no podía darse el lujo de perder la esperanza de volver a encontrarlo cara a cara.
Cerró la puerta detrás de sí y miró para todos lados. No había nadie ahí.
La suite se encontraba a oscuras y, al menos en la planta baja, no parecía haber nadie. Hyuk se dirigió hacia la cocina y comprobó que, efectivamente, ahí, no estaba lo que buscaba. El mismo resultado obtuvo tras revisar el comedor, el living, el pequeño baño que allí había y el enorme salón con mini-bar.
Subió lentamente la escalera de mármol y se encontró en la planta alta, en el pasillo que daba a la habitación; caminó a través de él, con el corazón en un puño, sabiendo a la perfección que seguramente lo vería allí.
Ese lugar le traía recuerdos, allí había estado a punto de volver a hacer el amor con DongHae, allí había vuelto a besar su piel, a acariciarlo, a tocarlo... Allí se habían reencontrado sus corazones, habían vuelto a latir frenéticamente tanto como latía ahora el desesperado corazón de HyukJae.
Entró a la habitación y no vio nada allí. Miró para todos lados, pero no lo localizó, entró al baño y tampoco encontró a su Hae, ¿acaso se había escapado?
No, su única salida era la terraza, pero no podría llegar hasta ahí sin la llave que estaba en poder de HeeChul.
Fue cuando percibió el movimiento de las cortinas que HyukJae se acercó al balcón, con la esperanza de verlo allí. Efectivamente, su DongHae se encontraba de frente al mar, mirándolo con atención. A su lado, sobre una mesa, había una bandeja con frutas y dos vasos con un líquido que parecía ser té helado.
Caminó hasta él con el corazón más acelerado que nunca y se posicionó a su lado, apoyado contra la baranda del balcón, imitando a su chico, con la vista perdida en el mar.
– Hey – rompió el silencio, sin mirar hacia el costado.
– Hola – respondió Hae, apenas en un susurro, suspirando después.
Ninguno de los dos sabía cómo romper el hielo, qué decir, algo que pudiera cortar de una vez por todas la tensión que existía.
Cinco años antes reían, lloraban, se besaban, se acariciaban, no paraban de hablar con el otro, no había un día que pasaran totalmente separados y sin hablar de lo que fuera. No sólo habían sido amantes, novios, sino que, además, habían sido grandes amigos, los mejores. Su vida no se limitaba a tener sexo y declararse su amor constantemente, también jugaban videojuegos, estudiaban, se contaban cosas, hablaban del trabajo, salían a tomar café y a bailar juntos, como dos amigos que se conocían de toda la vida.
¿Qué había pasado entonces? ¿A dónde había ido a parar esa química que habían sentido en esa primera clase que habían compartido juntos?
Pensando en todos esos momentos que habían compartido, Hyuk tomó coraje y se acercó hasta la mesa, agarró los vasos de té helado y le ofreció uno a DongHae, quien lo miró a los ojos por primera vez y le regaló una nostálgica sonrisa.
– ¿Cómo te encuentras? – le preguntó.
– Me siento un tonto por no haberme quedado contigo cuando desperté, pero a pesar de eso estoy bien, o eso creo... Estar junto a ti me hace muy bien – confesó HyukJae, con las palabras tropezando una detrás de la otra, casi en un hilo de voz.
– También me gusta estar junto a ti de nuevo – le dijo Hae, sonrojándose un poco.
– ¿Quieres que nos sentemos y hablemos? – le preguntó Hyuk, señalando la mesa y las dos sillas que la acompañaban.
DongHae simplemente asintió y se acercó, seguido por un ahora más nervioso y emocionado HyukJae. Tenían ganas de besarse, abrazarse y dejar todo atrás, sus emociones eran un caos, ambos estaban muy perturbados en su interior, pero antes de decidir qué era lo que debían hacer, tenían que ponerse al corriente de sus vidas.
Cinco largos años de soledad y cambios los esperaban antes de tomar una determinación.
ESTÁS LEYENDO
MASQUERADE
Fiksi PenggemarGénero: Romance - Drama - Yaoi Clasificación: +18 Protagonistas: DongHae y EunHyuk Pairing: EunHae y mención de TeukChul