El falso verano

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Se escucha una melodía, en mitad de aquel pasillo oscuro, en la lejanía, cada vez más y más cerca, parece que se funde con el ambiente, esa melodía que tanto extrañabas, que te trae tantos recuerdos.

Esa voz que tanto te recuerda a ella, lo sabes, casi todos los aspectos de su personalidad, excepto el exceso de inocencia, todo te recuerda a ella.

La persona que tanto amas y que se fue, y no sabes si alguna vez volverá para estar junto a ti.
Caminabas sintiendo tus propios pasos con esos zapatos que te gusta llevar elegantes, como te gusta verte.
A pesar de que dices que te da igual que las chicas te miren, ya que amas a una sola persona, ¿A quién no le gusta ser admirado por su físico?
Siempre presentable, incluso para estar el día a día por tu casa.
Con tu físico de modelo del que te sientes tan orgulloso, no mientas, eres algo narcisista en secreto.
Querías descubrir por qué esa voz, esa música interpretada con un piano, tan armoniosamente complementadas la una con la otra.
Esas manos tan habilidosas con la música, esa voz que de por sí, sin tener todas las clases vocales que supuestamente necesitaba, sonaba tan perfecta, natural, diferente a las demás y a la vez tan parecida, de nuevo a esa persona que tanto necesitas.
Los enormes ventanales que había a la derecha de ese amplio pasillo de, la última planta de aquel instituto en el que tú dabas clases, te daban la claridad de la luna.
Dándole ese ambiente tan misterioso y cliché.
Típico.
La melodía provenía del aula de música, de eso estabas seguro al 100 por cien.
Reconocías su voz perfectamente, ¿Cómo no reconocerla después de haberla escuchado tantas veces?
No sabías por qué ella estaba aún en ese lugar tan vacío cuando a esas horas todos los alumnos ya se habían marchado a sus casas.
La noche anterior no había estado en tu casa, ya te habías acostumbrado a su presencia constante días tras meses, su cálida alegría que tanto necesitabas.
Era cómo el verano, con su largo cabello rubio y sus ojos marrones rojizos, rojizos cómo ese refresco tan popular llamado cola, que suele pedirse en los bares las calurosas tardes de esa época del año.

-Pero, ¿Qué ocultas en tu interior?, siempre me lo he preguntado.

Pensaste justo frente a la puerta posando la mano en la fría madera pintada de blanco.

-¿Por qué esa canción, quién eres realmente?, ¿Intentas engañarme de nuevo?

Se abrió la puerta y allí estaba Karoe tocando el piano que tantas mañana había usado para desahogar el verdadero otoño de su corazón, tan triste y solitario, después del caluroso verano, poco a poco perdiendo la calidez, la poca que aún conserva es la que muestra al resto, superficialmente, poco a poco parece interminable esa calidez.
Es por eso que Karoe es cómo el primer mes de otoño.
Su voz se detuvo mientras la última nota se degradaba poco a poco.

-Alejandro.

Se puso en pie sin saber qué ocurriría realmente, deseando que todo pasara cómo había planeado durante todo el día y parte del anterior.
Su mano se deslizó por el piano hasta quedarse en el borde.
Te miraba de vez en cuando deseando clavar su mirada en la tuya demasiado apurada.
Seguías sin saber qué responder.
¿Cómo es que ella sabía de esa canción?, esa nana que Ányelik le cantaba a Gabriel cada noche.
Querías creer que había vuelto en el cuerpo de otra persona aunque eso fuese lo más imposible que pudiera suceder.
En verdad necesitabas creer que de alguna forma ella volvía a existir en el mismo mundo que el tuyo, que todos los indicios no significaban otra cosa que eso, que la verdadera realidad no era auténtica y tenía que ser la fantasía totalmente real.
Todo lo que sentías no podía formar parte de tu imaginación.
De una vez por todas algo tendría que ser real, la locura aún no se había apoderado de ti.

-Dime que eres quién tanto necesito.
Cada día me confundo más y más con tu presencia a mi alrededor.

-Soy todo lo que desees esta noche, esta noche te necesito cómo Ányelik.

El falso veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora