Capítulo 1

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Capítulo 1

Paula:

Cuando bajo de la moto veo la casa de dos plantas que tengo ante mi y compruebo la dirección que anoté en el papel, es la correcta. Me guardo el papel y voy hacia la casa tras dejar el casco en la moto y arreglarme mis dos coletas. Tal vez tendría que haberme dejado el pelo suelto o haberme maquillado un poco, pero salí casi corriendo de mi estudio de pintura y no tuve tiempo para más. Y ahora sin un espejo delante prefiero no arriesgarme a soltarlas y quedar aún peor. Me toco la cara para comprobar, una vez más, que no me he dejado restos de pintura en ella, no hay nada.

Llego a la puerta y toco sin dudar más. Le pedí a mi padre si podía dejar un cartel mío en su empresa, tuve suerte de que no tardaron mucho en llamarme para ofrecerme mi primer trabajo como niñera.

Cuidé a un nene unos meses, pero se trasladaron a vivir a otro país y me tocó volver a poner otro cartel en la empresa de mi padre para ver si volvía a tener suerte y me salía de nuevo trabajo. Siempre me han gustado los niños, y con este trabajo puedo costearme mis cosas. Mi padre lo ve bien y yo me siento más útil. Lo cierto es que siempre me apoya en todo, sé que se alegra que quiera ganar mi propio dinero, y yo me siento mejor. No me gusta que me lo den todo hecho.

Bajo la vista al tiempo que se abre la puerta y veo horrorizada que mis zapatillas blancas tienen una mancha roja de pintura en ellas.

—Buenas tardes, por la hora que es debes de ser Paula.

La voz profunda del joven me atraviesa, al alzar la vista para mirarlo me quedo asombrada. Me aparto el flequillo largo de los ojos y trato de sonreír. Pero hasta eso me he olvidado de hacer, he visto chicos guapos, muchos, pero nunca uno me ha impactado tanto. Sus ojos mieles me observan alegres y su pelo morochos él era perfecto. Su sonrisa hace que sus rasgos aun se vean más hermosos y yo, mientras lo observo, recuerdo mortificada que me he quedado con la boca casi abierta mirándolo descaradamente.

—Sí, esa soy yo.

Le tiendo la mano y él me la coge divertido.

—Soy Paio, pasa te estábamos esperando.

Pienso enseguida que me espera con su novia y parte del cosquilleo que se ha instalado en mi estomago mengua. Es normal, un chico así no debe de estar libre.... ¿Pero que estoy pensando? Entro en la sala y enseguida reparo en lo acogedora que es. Veo sobre la encimera la foto de un niño de ojos mieles y sé que es él, pues ya de niño tenía esa sonrisa arrebatadora.

Escucho una sonrisa infantil y giro mi cabeza hacia ella.

Me encuentro con una pequeña de poco más de un año, mirándome con unos ojos idénticos a los del joven.

—Tú debes de ser Gianella.

Voy hacia la niña dejando mi mochila en una silla, la niña enseguida alza los brazos, la cojo y sonrío con ella.

—¿Te gustan mis coletas? Son muy cómodas—La pequeña tira de ellas y yo me río.

—Veo que le gustas.

Me sobresalto al escuchar la voz de Paio tan cerca y lo miro. Me dijo, cuando me llamó, que estaba interesado en contratar a una niñera para su hermana pequeña, que él era ahora su hermano y padre.

—Sí, eso parece.

Dejo a la pequeña en el parque y miro a Paio, esperando que no note como me altera su presencia.

—Necesito que cuides de ella por las mañanas y algunas tardes.

—¿No necesitas preguntarme nada más? No sé, tal vez podría ser una asesina de niños...

Enamorada del novio de mi hermana|Adaptada|PaioedoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora