- Un paso al vacío.

633 56 0
                                    

La música cesó y todo The Charm se vio de pronto completamente a oscuras, hubo apenas un segundo de perplejo silencio antes de que comenzaran los gritos y los insultos. Entonces se escuchó que alguien decía que la policía había llegado a inspeccionar por culpa de la denuncia de drogas.

¿Drogas?

Claro que se vendían drogas.

¿Es que acaso hacía falta que alguien lo denunciara?

Bueno, la verdad era que sí. Los policías de Seúl preferían mil veces jugar al póker y tomar una cerveza a que tener que ir a The Charm, a registrar ésa antro gay.

Todos los presentes salieron del lugar en avalancha. Algunos lo hicieron por las puertas de emergencia y otros, seguramente los que se sintieron más en peligro, rompieron las ventanas del cuarto oscuro y saltaron hacia la calle.

Los amigos [O conocidos] de LuHan estaban ya en frente del cine porno SoTu cuando SeHun pasó por su lado para ver si el muchacho estaba entre ellos. Con el ajetreo, la presa se le había escabullido de entre las garras. Abatido, caminó con desgano, con la cabeza gacha y las manos en los bolsillos. Miró el reloj: las tres de la mañana.

Hacía dos horas se habían cumplido los tres meses.



LuHan le dio otra calada a su cigarrillo y cerró su libro de literatura clásica. Frunció el ceño. Cuando oyó los tacos que su anciana madre adoptiva aún usaba a pesar de su avanzada edad, lo escondió bajo la almohada.

-Vamos al centro comercial, ¿Vienes, cariño? -Preguntó ella, luego de abrir la puerta sin siquiera llamar, como hacía siempre, cosa que a LuHan lo ponía de los nervios.

-No, mamá. . .Tengo que estudiar.

-Bien, ¿Quieres algo?

-Jarabe para la tos. Y pañuelos de papel.

-Mira que mañana tienes turno con el médico, amor.

-Sí, mamá.

La mujer contempló con una sonrisa arrobada y, sin siquiera quejarse de que la habitación apestaba a tabaco [Cosa que era bastante evidente y que lo era desde que LuHan tenía quince años], se acercó y lo besó.

Cuando su madre salió de la habitación, se pasó la mano por la mejilla para limpiarse los restos del pegajoso carmín de labios.

Suspiró. Había aprobado con nueve el examen de Redacción; pero con apenas un seis el de Contabilidad. Estaba preocupado e intelectualmente agotado.

Hacía media hora había consultado sus nuevos horarios del cuatrimestre y había descubierto, para su horror, que los lunes y los jueves se le superponían la última clase de Economía y la primera de Literatura. Si no encontraba una solución esa semana, debería dejar alguna de las asignaturas. O alguna de las carreras.

Cuando oyó el rugido del motor del auto de sus padres, LuHan buscó su móvil y marcó el número de la Universidad. Pidió que lo comunicaran con el pabellón de Literatura, y cuando una gangosa voz le respondió con un escueto «Buenas tardes», LuHan educadamente, comenzó:

-Buenas tardes, señor. Soy estudiante de Literatura y me gustaría saber qué horarios disponibles hay para cursar la materia de Metodología de Investigación Literaria.

-Lunes y jueves a las seis de la tarde.

-Tengo ese horario -Replicó LuHan-, pero no puedo asistir. Estoy trabajando a esa hora -Mintió.

-Hm. . .Es ése o el de la noche.

-Curso a la noche. Y trabajo a la mañana.

-Uhh, bueno, no hay más horarios. Pero un profesor nuevo ha formado un taller para los que quieren entrar en la investigación directamente, tal vez te sirva. . .

El  tiempo que quieras.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora