Estaba dictado, esa persona era lo único que tenía en mente. Necesito de ella, sentía su respiración en su ausencia, quería ser su imaginación.
Quizás la lluvia detendría mis pensamientos, tenía ganas de llorar, desechar mi condición en unas gotas.
Existe una explicación de lo que siento, de esto habían hablado mucha gente a quien nadie le prestaba atención, eran voces escondidas por el ruido de la sociedad.
Con ella todo era normal, los primeros instantes disfrutábamos del otro sin diferencias de lo que ya habíamos hecho con otras personas, mirábamos el alrededor, el entorno nos encerraba en un ambiente extraño. En un momento determinado la mire a los ojos y lo que paso fue algo increíble.
Miles de imágenes como fotografías rebuscadas en un álbum que nadie conocía pasaron por mi mente, líneas imaginarias alrededor de ella se volverían a ver, era un viejo conocido que había olvidado por una extraña razón. Me preguntaba quien era, porque sentía esta comodidad...
Nos quedamos en silencio viéndonos a los ojos varios minutos, quizá en ese momento fue donde me percate de una voz aireada que hablaba dentro de mi cabeza, la voz aguda y en tonos dulces hablaba muy despacio, no podía percibir por lo insignificante que era.
Escuche la voz de ella, preguntándome si podía escucharla. Le respondi que si, si la escuchaba, pero lo que vi fue paralizante, su boca estaba cerrada.
Comprendo que esa gente ausente sin propiedad ni voces quería enseñarnos algo, algo que no podríamos comprender, no estábamos preparados.
Estos ausentes querían que sepamos, que nos preparemos para algo transcendental. Estos hablaban de dúoscencias, la mezcla perfecta de dos presencias antes de su llegada a la tierra, el complemento ideal que unidos eran inseparables y formidables. Estas presencias podrían cambiar cualquier línea temporal y cualquier camino creado por el destino, cambiarían el mundo, secaría la maldad.
Sólo había un problema, los dúoscencias eran separados antes de su llegada a la tierra, encapsulados en dos cuerpos físicos, aprisionando su legado en un envase poco útil. Este suceso tan trágico, tan desgarrador, de ver a dos formas unidas ser separadas, rompiendo su armonía era obra de un ser que era la adoración en un planeta escandaloso y vigilado.
Todos los planetas tienen dueño, las masas cósmicas eran gobernadas por el misticismo. El dueño de este planeta tiene una forma muy particular de alimentarse, esta forma de crecer no era digna de alguien con tal responsabilidad. El miedo, las torturas, el deseo de venganza, la envidia, el odio, un sin fin de anormalidades eran el alimento de este ser. Colocaba los dúoscencias en cuerpos inútiles y les proporcionaba a la fuerza estos atributos para después ser el fruto de un nacimiento doloroso.
Lo único que quedaba, lo único por lo cual estos dúoscencias separados seguían con vida, era con el propósito de encontrar a su compañero. Aquel que fue separado, alejado de su lado.
Encontrarlo no sería fácil, demasiadas cápsulas en el mundo cada una con sus cuerpos inútiles. Tenían estos una ventaja, les había quedado una sola arma que estaba integrada a su vida, esta con la cual podrían unirse en uno sólo de vuelta.
Muchos caen en el intento, es una ventaja de doble filo, el amor no es un arma confiable. Amar a una cápsula con la esperanza de que sea la indicada y después darse cuenta que no es su complemento lástima sus cuerpos. Estos lucharan hasta la muerte por su compañero separado, buscándolo hasta el sosiego para que después al encontrarlo puedan seguir con su legado, salvar a este planeta del dueño, emparejar a las cápsulas individuales y descansar en el profundo universo abismal, allí, de donde fueron enviadas por alguien que busca la paz.
He comprendido entonces, cual es mi legado, que me lo ha sido otorgado antes de nacer.