Capitulo 17

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Sarah

Las olas chocaron contra la orilla y el agua helada rozo mis pies con parsimonia, como si el mar estuviera consolándome. Estaba sentada en la arena fría, viendo como el sol emergía, concediéndole al día un nuevo amanecer y una nueva luz al cielo, una paleta de colores naranjas y dorados borro todo rastro de la noche. Esta vez le tuve envidia al sol, él podía renacer e iluminar todo el mundo, presumiendo que cada día se levantaba con una nueva esperanza. Yo amanecí, dura y fría, como una piedra de invierno y sinceramente, no sabía si algún día iba a volver a brillar con la misma luz, si Drew seguiría tapándome para que no pudiera amanecer tan radiante como una estrella.

Solo cinco días pasaron desde que escapamos. Había salido a correr, porque el ejercicio era lo único que me distraía de todo esto, porque creía que así le crecería a músculos a mi corazón debilucho...¿no podía ser más tonta?

Me di la vuelta y observé la gran casa de dos pisos de los padres de Link, era lo suficientemente grande para alojar a todos nosotros, tenía un gran balcón que daba a la playa, la estructura era moderna y costera, pisos de madera negra, paredes blancas y pinturas caras tapando el vacío, al menos el baño tenía agua caliente y no estaba bañado de dorado como en la mansión, ¿acaso los griegos no sabían que existía otro color? Pensaba que la gente de hace millones de años tenía mejor gusto. Nos encontrábamos en Las Costas Diamantes, llamada así porque se decía que el reflejo de la luna en el mar resplandecía como un diamante. Era un mito local, después de todo, pero después de ver tantas cosas sobrenaturales, ya es difícil creer que es así.

La historia que alojaba la casa era triste. Un día mientras Link jugaba en la playa, vio como algo resplandecía debajo del mar, la luz le atrajo como un imán al metal. Cuando lo encontró, le pareció lo más hermoso del mundo y se lo coloco, se desmayó al instante. Al día siguiente despertó en su cama pensando que todo fue un sueño, sin embargo cuando bajó en busca de sus padres se los encontró muertos, con su sangre manchando el suelo, tres zetas estaban parados enfrente de ellos. El doctor que sus padres habían llamado y les había traicionado. Nunca supo cómo el doctor tenía conocimientos de los anillos. Los zetas lo acorralaron en una pared apenas lo vieron y el llenó de terror mi se pegó más a ella, hasta que la atravesó como si no existiera. Confundido y asustado, corrió y huyo lo más que pudo, hasta que Alistair y Alexia lograron encontrarlo en el centro de la ciudad pasando hambre y robando para sobrevivir. Según Alexia, el anillo la había guiado hasta él. Nunca iba a entender cuántas cualidades les entregaba ese anillo. Tal vez todas la necesarias para salvar el mundo o...para destruirlo.

—¿No podías dormir?— Di un respingo al escuchar una voz grave, alcé la cabeza y vi el rostro inexpresivo de Colín.

Extrañada de que se dirigiera a mí, negué la cabeza. La luz de sol resplandeció en sus ojos grises, siempre me habían parecido más oscuros que los otros.

No tenía las energías necesarias para ser hostil.

—Siempre me levantó a esta hora a correr.

Se sentó a un lado de mí en la arena. Llevaba una camiseta sin mangas y unos shorts de color verde militar.

—¿Y siempre observas el amanecer con aire melancólico?—Inquirió con un toque de diversión.

Una pequeña sonrisa floreció en mis labios.

—Se está convirtiendo en mi pasatiempo.

Un silencio incomodo se alargó por al menos dos minutos. Solo estábamos sentados, observando con parsimonia el paisaje que se extendía a nuestros pies. Estaba realmente considerando si el rubio se tomó unas de las botellas de vino azul que el padre de Link tenía en el bar.

Oziria y Los anillos del zodiacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora