El Brillo de la Oscuridad (Rubelangel)

23- Solo un movimiento

Ingreso a su departamento tal y como lo hice en el día que nos conocimos. Por la ventana.
Escondo mis alas y vuelvo a observar su rostro. Él descansa entre mis brazos, acurrucado en mí como si fuera una cómoda almohada de plumas. Siento su lenta respiración calentar mi frío pecho y sus labios rozar inocentemente una mínima parte de mi piel. Está inconsciente, con sus ojos cerrados y sus brazos apoyados entre mi torso y su cuerpo.

Suspiro.

No tengo idea de qué querían esos demonios de él, pero es obvio que saben que es un mestizo, un ángel de alas plateadas en plena metamorfosis. Un tesoro fácil de obtener y gastar.

Hijo de... Ren y Leila.

Esta criatura que descansa en mis brazos, como si estuviera seguro conmigo, como si no tuviera nada que temer, esta criatura... es producto de aquel ser tan... tan... horrible.

No lo soporto.

Es como si fuera él, Rubén es Ren.

Camino lentamente hacia su cuarto y entro viendo el desastre que hice cuando Raspberry se fue a buscar al mestizo. No puedo creer que casi tengo otra fase por la revelación que me hizo, pero por suerte logré controlarme, claro, destruyendo todo lo que estuviera a mi alcance. En verdad parece que un huracán pasó por aquí. Un huracán muy enojado.

Dejo a Rubén en la cama y me siento a su lado, dejando la Gungnir cerca de su cuerpo ahora acostado entre las sábanas destendidas.

Lo miro detenidamente.

Es parecido a Ren, muy parecido. No sé cómo no me di cuenta antes. La forma de su nariz, sus cejas y mentón, me recuerdan al rostro de ese estúpido ángel negro. Cómo deseo acabar con Ren de una vez por todas, hacerle pagar por lo que le hizo a Leila.

Tal vez...

Comienzo a pasar mi mirada de la Gungnir a Rubén, y de Rubén a la Gungnir. Ren lo quiere ¿verdad? Quiere a Rubén para usarlo a su beneficio. Su plan es entrenarlo para que se transforme en un ser letal y peligroso, y estoy seguro de que intentará eliminarme, usándolo.

En otra palabras, Rubén terminará desafiándome en algún momento.

-Brillo de la oscuridad...- susurro recordando las palabras de Raspberry. ¿A qué se refería con eso? No termino de entenderlo del todo. Pero no estoy con ánimos de averiguarlo.

Dirijo mi mano hacia la Gungnir y la sostengo con fuerza, colocando luego la punta afilada a centímetros del cuello de Rubén.

Solo un movimiento, solo un pequeño movimiento y acabaré con todos los planes de Ren. Rubén morirá al fin y no logrará completar su metamorfosis. No se convertirá en un ángel gris, no será un arma letal. No será nada, solo un cuerpo sin vida.

Solo un movimiento y terminaré con todos mis problemas.

En ese momento, el cuerpo de Rubén comienza a removerse de manera incómoda entre las sábanas y una mueca de dolor se apodera de su rostro. No lo había notado, pero parece bastante lastimado. Seguro fueron esos inútiles demonios.

Y de pronto, sus ojitos se abren débilmente, mirando de manera perdida su alrededor.

Me quedo quieto, aún con la Gungnir cerca de su cuello, listo para cortarle la garganta. Pero en ese momento, Rubén dirige sus ojos cansados hasta los míos. Y me mira. 

Me mira con un pequeño brillo en sus ojos verdes que logra estremecerme. 

Un pequeño brillo de color turquesa profundo que no es propio de él.

Sí, estoy seguro de que ese brillo turquesa le pertenece a ella. Le pertenece a Leila.

Y entonces lo entiendo.