Sospechas

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Llevaba todo el día meditando la alocada idea que había tenido el día anterior.

Ahora ya no le parecía una locura tan grande, a pesar de aún ser algo que a simple vista sonaba estúpido. Pero el gesto no era el único indicio. La única persona que conocía hasta mejor que él los informes de su oficina era Matsuri, pero la gatita había demostrado que de alguna manera, aparentemente desconocida, también sabía donde estaban los informes.

Aún así le parecía imposible.

Si hubiera sido un jutsu ilusorio o de transformación lo habría notado. Pero no lo era. Realmente era un gato.

Y de nuevo volvía al principio.

Realmente era un quebradero de cabeza, y no podía sacarselo de la mente. Menos cuando veía todo el tiempo a la gatita rondándolo por alrededor, pues esta no había querido separarse de él, por lo que se la había llevado al trabajo, y esta ahora se encontraba dormida tranquilamente, ajena a lo que a él le ocurría.

Suspiró.

Escuchó un sonido que lo sacó de sus pensamientos.

Un gato bastante más grande que Matsu había entrado en su oficina.

¿Qué les había dado a los gatos para que entraran ahí?

El gato subió a la mesa, y empezó a lamerle el rostro a la gatita logrando que esta despertara. Siguió lamiendole el rostro y luego el cuerpo, incomodándola completamente, pero al ser mucho más pequeña no podía hacer nada.

Gaara sintió una rabia recorriéndole el cuerpo.

Rápidamente apartó al gato, y con la arena lo sacó por la ventana, sin llegar a dañarlo. Matsu corrió hasta él, y se tumbó en su regazo. A él le pareció tierno y le dio un poco de pena, pues esta se veía algo asustada. La acarició un poco y siguió con su trabajo.

O al menos eso intentó.

¿Había sentido celos de aquel gato? Y, ahora que lo pensaba, ¿la noche anterior había tenido celos de sus hermanos?

¿Qué demonios?

Tenía la cabeza hecha un completo lio, la palabra "zoofilia" cuzó su mente de manera fugaz, pero inmediatamente se retractó, al recordar otra cosa.

Él ya había sentido aquello antes.

Recordó un día en que estaban él y Matsuri paseando, habían terminado el entrenamiento pronto, por lo que ella se ofreció a enseñarle un lugar de la aldea que, según ella, era el más bonito y mejor para relajarse.

De un momento a otro un chico los interceptó y saludó a Matsuri con mucho entusiasmo, ella le respondió de igual manera.

De alguna forma que aún no comprendía aquel shinobi enquencle había hecho que Matsuri se fuera con él, y terminó no enseñándole aquel lugar.

Ante aquel recuerdo hizo que de nuevo su mente se confundiera. Él ya había sentido algo parecido a lo que experimentó hacía un momento con la gatita con Matsuri.

De nuevo otra cosa en común.

Y de nuevo otra contradicción.

Seguía sintiendo como si fuese de verdad un gato.

Decidió que a toda costa debía averiguar si realmente aquella gatita era Matsuri.

...

Ya caida la noche Gaara volvía a casa, con la gatita subida en su hombro, se había vuelto, en ese poco tiempo, una costumbre, ya que al parecer era algo que a ella le gustaba.

watashi wa nekoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora