Capítulo 29

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- Nunca.-

- ¿Nunca?.-

Gabriel se acercó más a ella y tomó sus manos, para tirar de ella tan cerca como pudo, hasta que la obligó a sostener su mirada muy cerca.

- Jimena, eres la única persona de tu patética familia a la que nunca lastimaría. Eres la única persona por la que dudé en seguir adelante, porque tenía miedo de que me odiaras por hacer lo que estoy haciendo. –

- Me alegra que no lo hicieras. No quiero ser la causa de que no cumplieras con lo que es tu derecho.-

- ¿No estás enfadada conmigo?.-

- ¿Por impartir justicia?, ¿aunque sea a tu manera?, no, si no causas mal a ningún inocente. Y doy fe que a esos cuatro les hacía falta una cura de humildad con urgencia.-

- Entonces, ¿tenías miedo de no ser nada más que una herramienta?.-

- Es lo que han estado haciendo siempre todos ellos, aprovecharse de mí. –

Los brazos de Gabriel la envolvieron con fuerza, dejando un cálido beso sobre su cabeza antes de dar paz a sus temores.

- Puedes acusarme de abusar del sexo, de ser duro e implacable con mis empleados, de muchas otras cosas de las que no estoy orgulloso, pero créeme, nunca, nunca haría nada que te hiciera daño. Eres la persona más increíble que jamás haya conocido, y he tenido la suerte de meterte en mi vida. No voy a dejar que salgas de ella sin pelear, porque sé que intentarás hacerlo, porque soy un hombre, y cometeré muchos errores, y tendré que hacer lo imposible porque me perdones, lo sé.-

- Bueno, ahora no tengo pensado ir a ninguna parte.-

- Dios, no te merezco.-

- No soy tan perfecta como crees que soy.-

- Te equivocas, eres perfecta, al menos para mí. Y voy a amarrarte lo suficientemente fuerte, que no vas a poder alejarte.-

- No pienso firmar nada.-

La risa retumbó en el pecho de Gabriel. Dios, la amaba, la necesitaba. Era la única que había devuelto ese sonido de nuevo a su vida. Uno no echaba de menos la risa en su vida, hasta que la has perdido.

- Un días de estos vas a caer, te pillaré en un momento tonto, y cederás a cualquier cosa que te pida.-

- Tienes mucha confianza en ti mismo.-

- Pequeña, era tan bueno, que tenía lista de espera y clientas fijas.-

- Ummm, ¿ ah, sí?.-

- Cómo decirte, yo cobraba por orgasmos, 100 euros por cada uno. Y nunca dejaba a una clienta por menos de 300.-

- Te sales de mi presupuesto. Una lástima.-

Gabriel estaba obligando al cuerpo de Jimena a reclinarse en el sofá, soportando parte de su peso.

- Estás de suerte. Tengo una oferta de 10 por 1.-

- ¿Uno de qué?.-

- Yo te doy 10 orgasmos increíbles esta noche, y tu, me das el dedo anular de tu mano izquierda.-

- No, estás confundido, los japoneses se cortan el dedo meñique para que su "error" sea perdonado.-

- Yo no quiero cortar nada. Solo quiero usarlo.-

- ¿Usarlo?.-

- Oh, sí. Quiero poner algunas de mis cosas allí.-

Jimena arrugó las cejas confundida.

- ¿Qué cosas?.-

- De momento, un anillo, tal vez dos.-

- ¿Es una proposición de matrimonio?.-

- Es una cadena, para que estés atada a mí y no puedas escapar.-

- No voy a escapar.-

- Por si acaso una mañana te despiertas con el cable cruzado, y quieres largarte.-

- Oh, ¡cállate y bésame de una vez!.-

Un ángel de alas negrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora