Celarium [Editando muy lentamente]

Capítulo 26: Dulce adicción.

Candace

Cualquiera diría que trabajar en una pastelería es tan malo como cualquier trabajo pero no es así o al menos no cuando tu jefa es una señora mayor y muy dulce que te llama "hijita" en tu primera hora de trabajo. La pastelería "Dulce adicción" estaba ubicada en el centro de celarium y era bastante concurrida pero era divertido, tendría una hora para almorzar y luego volvería hasta las 16:00 hrs, era genial; estaba rodeada por deliciosos pasteles que me hacían querer recibir toda mi paga para gastarla ahí. Cuando el reloj marcó las 12:30 mi madre tocó la bocina de su auto así que me despedí de mi dulce jefa y subí al auto, unos minutos después nos habíamos estacionado en uno de los restaurantes del centro que no estuviera tan lleno y ahora nos encontrábamos observando el menú.

—¿Que tal tu trabajo? —Preguntó mientras llevaba un poco de ensalada a su boca
—¡Excelente! —Exclamé emocionada mientras picaba un trozo de mi milanesa de pollo —La dueña es increíblemente dulce, al igual que el resto de las pasteleras ¡Ademas ese lugar huele genial!
—Ojalá y te siga agradando —Habló luego de pasar el bocado.
—Mjú —Comí —Aunque me agrada que hablemos de mi nuevo trabajo, te conozco y se que hay algo mas ¿A que se debe?
—Solo quiero hablar sobre algo que me inquieta, Candy —Dejé pasar el sobrenombre y comí arroz mientras esperaba que continuara. Ella llevó un bocado y continuó —No te alteres solo es un tema de rutina.
—¡Oh, Neptuno! ¿Me hablarás de anticonceptivos? —El color dejó su rostro y luego rió, iba a hablar pero mi teléfono sonó, seguía siendo el tono de suspenso que le coloqué aquella vez. Observé a mi madre y ella asintió, contesté rápidamente.

—Hola, dulce fresita —Dijo apenas respondí, una sonrisa se coló en mi rostro. Iba a levantarme pero mi madre negó así que disimulé.
—Hola, come unicornios —Lo escuché reír.
—¿Te gustaría almorzar?
—Uh, ya estoy comiendo —Di una mirada nerviosa a mi madre —Nos vemos mañana ¿Vale?
—Buu ¿Y si voy por ti cuando salgas? ¿A que hora sales?
—A las 4 —Esta vez no pude ocultar la sonrisa, mi madre alzó una ceja hacia mi.
—Nos vemos entonces, un beso.
—¿Solo uno?
—El resto es para cuando te vea —Luego de eso, colgó.

Coloqué nuevamente el teléfono en la mesa y observé a mi madre, ella tenía la mirada fija en mi.

—Sabes que puedes contarme todo ¿No? —Asentí —¿Y bien?
—No es nada, no nos casaremos.
—Candace, no quiero hacer un drama enorme. Solo no quiero que te aparten de mi lado.
—Lo sé y no pasará, es algo extraño lo de Andrew y yo. Pero somos amigos.
—¿Y por eso tienes esa sonrisa cuando hablas con él?
—Somos buenos amigos. Él lleva mucho sobre sus hombros y simplemente no quiere casarse, no puedo obligarlo o algo así; llevaremos la fiesta en paz y nadie se fijara en ello, ya veremos que hacer.
—Solo recuerda que sobre todas las cosas, siempre podrás contarme ¿Vale?— Asentí —Louisa estaba muy emocionada, pensó que al verte por allá eso quería decir que serian esposos.
—¿Cual era tu poder, madre? —Pregunté de repente.
—¿A qué se debe esa pregunta?

Me pregunté si las personas que estaban en contra de los celeriums, tendrían todo lleno de micrófonos y oír. Parecía algo tonto pero hay que estar precavidos.

—Olvídalo, solo fue curiosidad.

El resto del almuerzo fue bastante calmada, hablamos de cosas aleatorias mientras comíamos el postre y luego me dejó un poco antes de las 13:00 hrs. En frente de la pastelería. Mi trabajo fue genial y cada segundo me sentía mas cómoda con la jefa y las chicas que trabajaban de pasteleras ¡Hasta me habían dado bombones para que degustara! ¿No es acaso el trabajo que todas las chicas deseamos? Quizás algún día me dedicaría a esto completamente. Justo a las 15:45 sonaron las campanitas avisando que alguien había entrado pero esta vez era alguien que al parecer seria mi cliente favorito.