Eran las ocho de la noche y Camilo Andrés caminaba por el parque que quedaba a una cuadra de su casa en Tuluá, su mamá María Rosario le había pedido que fuera comprar una libra de arroz para el almuerzo del día siguiente; Camilo Andrés era el único hijo de María Rosario y su papá ya hacía varios meses que no volvía a la casa dejando a la madre y al hijo de 11 años de edad solos y con las manos vacías... el dinero escaseaba.
Mientras caminaba Camilo no se daba cuenta que en la tienda de al frente un tipo un poco raro, borracho lo miraba, lo detallaba y en su interior algo perverso se iba despertando, finalmente aquel tipo decidió seguir a Camilo sigilosamente y faltando pocas puertas para llegar a su casa le habla, le dice que lo acompañe y le ayude a llevar un bulto a unas cuantas cuadras de su casa y que a cambio le iba a dar cinco mil pesos, Camilo sospecha, no le gusta la apariencia del tipo, era flaco, tenía gafas y bigote, mira a su casa pero sabe que cinco mil pesos ayudarían mucho a su mamá, así que decide ayudar a aquel extraño.
María Rosario distraída por la novela no se fija que había pasado bastante tiempo desde que su hijo había salido a la tienda de al lado para comprar el arroz, cuando cae en cuenta se preocupa, ya eran las ocho y media de la noche; decide salir a la tienda para ver si tal vez Camilo se había encontrado con un amigo y se había puesto a jugar en el parque, cosa común en el niño, llega a la tienda y no lo encuentra, don Jorge el dueño le asegura que Camilo hacia un buen rato había ido y llevaba el arroz, María Rosario preocupada busca en el parque no lo encuentra, finalmente decide volver a la casa, a lo mejor Camilo ya había regresado... Camilo Andrés jamás volvió a la casa.