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La pequeña Lea Larm pronto creció y dejó de ser una beba. Había dejado atrás el jardín y las amenazas de Pier. Con sus ocho años de edad, se había convertido en una pequeña hermosura que seguía siendo la luz de los ojos de su padre.
-Papi.-llamó entrando en la habitación de él. Ryan dormía.- Papi, tengo que irme.
-¿Lea?-preguntó adormecido.
-Si, papi.-suspiró y se sentó en el piso al ver que él ya no respondía. Se sentía frustrada. Últimamente su padre volvía muy tarde del trabajo y ella llegaba tarde a clase. No le gustaba que ocurriera.
Tras varios minutos se puso de pie y se metió en su habitación, cerrando la puerta de un portazo y tirando su mochila en un costado. Las lágrimas recorrían sus mejillas pero ella estaba enojada y las secaba con rapidez.
-¿Lea?-escuchó a su padre.
-¡No!-gritó ella, cruzándose de brazos y frunciendo su ceño, muy enojada.
-Reinita, ¿por qué cerras así la puerta? ¿Qué pasa?
-¡Andate!
-Eso sí que no.-dijo él y abrió la puerta.
-Es mi cuarto.
Él miró la mochila y se llevó las manos al rostro. Otra vez se le había hecho tarde.
-Vamos a la escuela.
-No. No voy a ir.
-¿Qué? -preguntó desconcertado.
-No voy a ir a la escuela. No quiero.
-¿Por qué no?
-Porque es tarde y no quiero.
-Está bien.-suspiró.- No tengo tiempo para esto. Agarrá tu mochila que vamos al colegio.
-No, Ryan.-dijo ella.
Su padre la miró con los ojos bien abiertos y la tomó del brazo.
-¡Dejame!-gritó ella.- ¡Ryan, soltame!
Él la llevó al baño y abrió el agua fría, metiéndola a ella debajo. Lea lloraba sin decir palabras. Él la sacó y la secó, cambiándole la ropa y peinándola. Lea no decía nada.
-Ahora tenemos que ir a la oficina.-dijo y la subió al auto.- Mi desayuno.....-entró y descubrió que ella se lo había preparado.- Lea... Perdón, reinita.-ella no respondió.- Mi amor, mirame.
Suspiró y siguió conduciendo en silencio. Paró frente al edificio y ella bajó sin dejar que él la ayude. Subió y Nico la miró sorprendido.
-¿Qué haces acá, Lea?
-Ryan volvió a dormirse.-fue toda la respuesta de ella y se sentó en el lugar de su padre, enojada.
-Lea, soy tu papá. -replicó él.- Y no la llevé al colegio porque tuve que darle un baño de agua fría para ver si paraba un poco con el Ryan.
-No ibas a llegar igual.-dijo ella.
-Si. Solo era un poco tarde.
-Yo no quiero ir tarde. Todos se ríen de mi cuando llego tarde.-dijo bajito y las lágrimas volvieron a salir de sus ojos.- Y cuando la seño me reta porque no firmaste las notas.
Ryan abrió la boca para responder pero no sabía qué decir. La tomó en brazos y la dejó llorar en su pecho.
-Perdón.-susurró.- Perdoname, reinita. Yo... No sabía. Voy... Voy a volver más temprano y a llevarte a horario, lo prometo.
-Yo quiero que vuelvas a casa.-lloró ella.
Lea volvía en micro cada tarde y se quedaba sola hasta que él volvía y ya no le gustaba eso. Ella quería a su papá.
-Te extraño, papi.
-Andá a casa, Ryan.-dijo Nico y besó la cabeza de ella.- Lea necesita estar con vos.
Él asintió y volvió a salir, aún sin saber qué decirle a ella.
-Reinita, papi está acá ahora. Voy a quedarme con vos. No voy a irme. Lo prometo.
Ella le mostró su dedo meñique y él sonrió, tomándolo con el suyo. La nena lo abrazó con fuerza y ambos subieron al auto.
-Vamos al shopping. Necesitas ropa y golosinas.-ella sonrió feliz y él se preguntó cómo es que, después de ocho años, seguía haciéndola llorar.
-¿Me llevas?-preguntó ella cuando bajaron. Extendió sus brazos hacia él que, enternecido, la tomó en brazos.- Te amo, papi.
-Yo te amo todavía más, reinita.-dijo él, besándole la mejilla.- Voy a quedarme todo el tiempo que quieras, lo prometo.
-¿Vamos a irnos de vacaciones? -preguntó con inocencia.
-¿Queres que nos vayamos de vacaciones? -ella asintió.- ¿A dónde?
-No sé. ¿A la playa?
Él la miró unos segundos y recordó aquella tarde en que había caído a la pileta y se estremeció.
-No lo sé, reinita. Dejame ver qué lugares hay.
Pasaron toda la mañana dando vueltas y comprando ropa para ella y para él un traje nuevo.
-Papá, tengo tarea.-dijo ella y se veía algo nerviosa.
-¿Tarea? ¿De qué?
-Es... No importa. -suspiró.
Él no insistió al ver que ella estaba cada vez más incómoda.
-¿Vamos a casa?-preguntó. Ella asintió con su cabeza apoyada en el hombro de su padre.- Creo que mi bebita necesita su siesta.
-¿Vas a dormir conmigo?-preguntó.- Como cuando era mas chiquita.
-Vos siempre vas a ser chiquita.-sonrió él.
-Cuando era más chiquita vos me querías más.
-Yo te amo todavía más que cuando eras chiquita, Lea.-ella negó.
Era cierto que estaba perdiéndola. Lea Larm se alejaba de él a pasos agigantados y Ryan no sabía cómo parar eso. Era simple lo que ella quería pero no sabía expresarlo y su padre no lograba notarlo por sí mismo.

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