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Cuando una de las personas a las que más quieres en este mundo te observa con ojos de decepción, duele. Muchísimo.

Es como un golpe directo al corazón; te quedas mirando a esa persona y en sus ojos no ves el brillo habitual, no hay cabida para ello. Sólo eres capaz de observar la opacidad de éstos, la pérdida de la alegría. 

Sabía que mi padre sentía un ápice de decepción hacia mi mas seguía siendo su hija y eso iba por encima de todo. Sin embargo, no es bonito enterarse de que tu hija es la pareja de un pícaro y mucho menos de uno como Gideon.

No sabía de que magnitud era el peligro que emanaba mi compañero, pero, ¿quién esconde su aroma para evitar ser detectado? No un lobo cualquiera. Debía enterarme de la realidad del asunto, al fin y al cabo, él era mío, me gustara o no.




—Tenemos que hablar —Zara llama mi atención y tira de mi brazo para abandonar el estrado.

Doy una fugaz mirada hacia ellos, Ciara Katarina me mira con odio, con rabia. Los otros tres con una nimiedad de aversión. Y luego está la mirada de Gideon, la suya ya es otra historia. No muestra un semblante de tristeza y mucho menos uno de chasco. No, la suya muestra un enfado que me atemoriza. 

—Habla —ordeno a mi mejor amiga.

—Me has mentido, Daria.

—Tuve que hacerlo.

—A una pareja no se le hace eso —acompaña su regañina con algunos movimientos de manos— ¿Cómo crees que se habrá sentido? 

—¡No me puedo creer que le estés defendiendo, Zara! —subo el tono de voz, ignorando que pueda causar interés en los presentes— ¡Él me engañó! 

—¿Y tú a él no?

Sin añadir nada más, escapo de su agarre y busco algún lugar dónde poder calmarme.

Paseo un poco, mi loba tampoco está por la labor de hacerme mucho caso y si toma el dominio de mi cuerpo acabará sometiéndose a Gideon y por tanto, dejando que me marque.





Mientras doy mi pequeña caminata, me topo con varios de la manada, sus ojos curiosos me escrutan. ¿Qué? He entregado a mi compañero ¿vale? Sí. ¿Y? ¡Él me ha engañado! Y a saber con cuántas. Yo sólo rocé mis labios con los de Sean y enseguida me aparté.

¿Era necesario hacerme pasar por tal calvario como lo había hecho Gideon? No. No lo era. Pero había sido astuto y tenía un As en la manga que supo utilizar muy bien. Todos estaban en mi contra. Él era el pobre joven que había sido entregado por su propia compañera y yo era la arpía sin corazón. ¡Se habían desatendido el hecho de que él había admitido que era un pícaro!


En el fondo me molestaba que él hubiera buscado a otras para hacerme daño. Sólo imaginar lo que había hecho con ellas, me mataba por dentro y sé que a él también le había dolido. Sin embargo, me la sudaba, Gideon White era un sinvergüenza y un manipulador de primera y, por si fuera poco, mi alma gemela.


Él no quedaría exento. Yo había sufrido más que él puesto que Gideon lo hacía a conciencia, a sabiendas de que me jodería.

Y encima, el muy cobarde no se había atrevido a decirme nada cuando me vio por primera vez, cuando se burló de que alguien como yo pudiera ser hija de un alfa. ¡Joder! Que sí, que soy chiquitita pero mierda, soy bastante fuerte en comparación con la mayoría de hembras.

Trilogía Magic 1: The howl. [DISPONIBLE EN @ERIDEMARTIN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora