Capítulo 36. (Parte 3 maratón) ¿Final T1?

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Tiré el móvil en la cama. Me levanté bruscamente y mi primer instinto fue tirar la lámpara de su mesilla al suelo.

Salí casi corriendo, con mi móvil y el suyo en la mano, aun con la pantalla de la conversación. Las lágrimas fluían por mis mejillas sin control alguno. No estaba pensando, no podía reaccionar, simplemente sentía la ira y el dolor. Abrí y cerré la puerta de un golpe. No sabía que iba a ver. Comencé a correr, mi corazón a mil, al ritmo que mis lágrimas.

Me paré frente a la mesa donde estaban todos. Se quedaron paralizados. Nadie dijo nada. Poco a poco todos en aquel gran comedor se percataban de lo que pasaba.

-¡¿Ensayos verdad?! ¡Eres un cabrón! -Dije enseñándole la pantalla de su móvil

-¡Como me haces esto mientras yo estoy mal por ti y tu te ves con la otra! ¡Eh! -Tiré su móvil al suelo. Alex, Stax y JP se levantaron y me sujetaron justo cuando estaba a punto de ir corriendo hacia el.

-¡Te he dado todo de mi! ¡Confiaba en ti más que en mi y has jugado conmigo! -Gritaba. Me daba igual quién me escuchase o quien me podía ver montando un numerito a nada más y nada menos que El Rubius. Solo deseaba escaparme de esos tres que intentaban agarrarme, iba a estallar de un momento a otro.

-¡Te lo puedo explicar! -Fue entonces cuando Mángel y Vegetta le sujetaron a el para que no se acercase a mi. Podía escuchar a mis amigas y a los chicos diciéndole que no lo intentase, que la había cagado.

Caras de decepción allá donde mirase.

Paré un segundo de intentar escaparme para romper a llorar con más fuerza, pero al instante me vino otro ataque de ira, eran demasiadas emociones explotando a la vez.

Pillé con la guardia baja a los tres que me hacía un instante me agarraban y salí corriendo hacía Rubén. El intentaba agarrarme mientras yo le daba golpes en el pecho, le empujaba y le gritaba.

-¡¿No soy suficiente para ti?!

-¡Elisabeth déjame explicártelo! -Decía el con evidentes rasgos de desesperación, se iba a poner a llorar de un momento a otro. Todo el comedor nos miraba ahora anonadados y atentos.

Rompí a llorar nuevamente, esta vez en su pecho, el me abrazaba. Sentía su olor, ese olor familiar, ese olor que amaba y odiaba en esos momentos. Sentía su abrazo, el último abrazo. Completamente segura de que el podía sentirlo también.

Lloré como nunca antes lo había hecho. Le di el poder de destruirme si quería, y así lo hizo.

Salí corriendo totalmente consciente de que el venía detrás. Todos nuestros amigos preocupados. 

Pensé rápido, llegué a la habitación y cerré la puerta, puse una silla en ella de modo que no podía abrir aun poniendo la llave.

Comencé a hacer las maletas, llamé a mi abuela llorando, diciéndole que me cogiese un billete para ese mismo día. Casi no podía hablar, estaba muy agitada. Rubén llamaba llorando a la puerta, me suplicaba entrar en razón y escucharle, daba puñetazos a la puerta, estaba muy desesperado. Después llamaron mis amigas, muy preocupadas también. No quería escuchar a nadie, solo quería irme. Desaparecer.

Maletas en mano, respirando profundo y con las lágrimas sin parar un solo segundo, abrí la puerta. Lana, Chus y Ro se levantaron corriendo, estaban sentadas en el pasillo en frente de mi puerta. Rompí a llorar una vez más, solté las maleta y me dejé abrazar por ellas, lo necesitaba, pero tenía claro que me iba a ir.

Me preguntaban que había pasado, les dije que ya hablaríamos, sin dejar de llorar y sin responder a nada, salí corriendo, me habían dicho que los chicos se llevaron a Rubén a una de las habitaciones para dejarme respirar. Estoy segura de que si supiese que me iba, no se habría dejado llevar a la habitación, habría seguido llamando a la puerta. Solo las chicas lo sabían. Les dije adiós, y después de un gran abrazo en grupo que ellas me dieron, salí corriendo.

Avisé en recepción de que tenía que irme por un problema muy gordo con mi familia, los organizadores me dejaron ir y me ayudaron sin problema. Salí llorando delante de todo el mundo que estaba en la puerta del hotel. Todo el mundo sorprendido, notaba mil flashes en mi, miles de preguntas, chicas con la mano en la boca y frases de apoyo. Me costó muchísimo caminar los pocos metros que había hasta el coche, iba en todo momento escoltada e intentando taparme las lágrimas pero lo único que conseguía era romper en llanto.



Narra Rubén:

-No podía dejar de llorar, ella no me dejó explicarle nada. Mi móvil estaba destrozado. Me dirigía a nuestra habitación y me sorprendió encontrarme a Lana, Chus y Ro con semblante preocupado, incluso diría que habían estado llorando. 

-¿Y Eli? -Pregunté.

Silencio.

-Eli se ha ido...






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El vecino de en frente - Rubius FanficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora