Once

123 5 1
                                    

—No quiero ir a casa —Emma se metió más apretada en los brazos de Liam.

Él suspiró. Ya era domingo, y su semana, juntos, estaba finalizada. Sus padres habían llamado. Estarían en casa en una hora.

Besó la cima de su cabeza.

—Lo sé.

Rodeó su cintura con sus brazos, y un sollozo rasgó su garganta.

Oh, Dios. ¿Llanto?

Intentó consolarla acariciando su espalda, pero sus lágrimas solo empeoraron. Ponerla en el auto para llevarla a su casa era como caminar por una tabla 2. Sin embargo, un pie después del otro, la impulsó en esa dirección. El auto rugió a la vida, y ella se pegó a su lado. Poniendo un brazo sobre sus hombros, dio marcha atrás. Ninguno de los dos habló mientras conducían, y una vez que llegaron, ninguno hizo ningún esfuerzo por salir.

Un auto estaba en la entrada, un Ford Focus azul.

—Deberíamos entrar —dijo Liam. Pero ella sorbió y se acurrucó más.

—No. Huiré. —Su voz era irritable y malcriada. Se rió entre dientes.

—¿Huir, eh? ¿Y cómo encajo yo en esto?

—Vas a venir conmigo. —Curvó un brazo sobre su pecho.

—¿A dónde iremos? —Ella jugueteó con su camisa.

—Algún lugar tropical donde pueda usar un traje de baño todo el día.

—Entonces él rió. No le importaría eso ni un poco, no le preocupaba que no conseguiría dormir por las noches.

Emma inclinó su cabeza hacia atrás.

—Bésame.

Miró hacia la casa. Seguramente, eran vistos ahora.

—¿Y si tus padres están mirando? —Ella apretó sus labios.

—Lo están. Pero bésame de todas maneras. Luego te conocerán y estará bien. —Rozó sus labios sobre los de ella y se alejó.

—¿Cómo estuvo eso?

—Pobre —dijo.

Una mano devolvió la cortina a su lugar, y él sonrió.

—Tenemos espectadores. Me temo que eso es todo lo que tendrás. — Abrió la puerta y la sacó, luego alcanzó su bolso.

Cojeó detrás de él a lo largo del camino de cemento hacia la puerta delantera. Él tomó su llave y abrió la puerta. Luego, ella lo guió a un pequeño recibidor. Su padre estaba parado allí sonriendo.

—Emma —dijo.

—Papá, este es Liam Payne. —Su padre cruzó sus brazos.

—Señor Payne, es bueno conocerlo.

—Y a usted, señor —dijo Liam.

Retrocediendo en la entrada, su padre les hizo un gesto hacia el interior. Les dio la espalda brevemente mientras pasaban por el recibidor hacia la sala de estar. Una mujer que se parecía notablemente a Emma estaba de pie ante el sofá.

—Mamá, este es Liam Payne —dijo Emma. La mujer dio un paso adelante y tomó su mano.

—Gracias por cuidar de ella.

—No fue problema —dijo Liam. La mirada de su madre viajó a sus manos entrelazadas.

—Dime, Liam —dijo—, ¿cuáles son tus intenciones con nuestra hija?

Me & Liam PayneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora