¿Ahora si me amas? (Cameron Boyce y tu)

¡Idiota! Espera, ¿qué?

Corro sin detenerme hasta que salgo por la puerta principal. Busco a Nat con la mirada. Está apoyada en un árbol, a la sombra, de brazos cruzados.

-¡Nat!-la llamo y me dirijo hacia ella.

Cuando estoy a mitad de camino alguien me agarra del brazo y hace que me frene.

-¿Pero qué?-digo y no consigo decir nada más al ver a Cameron delante de mis narices.

Él me dedica una media sonrisa y yo no puedo evitar que me tiemblen las rodillas.

-Siento lo qué ha pasado ahí dentro...-comenta nervioso y se rasca la nuca.-Eres _______, ¿verdad?

¿Me ha reconocido? ¿De verdad se acuerda de mi?

-¿Cómo lo sabes?-pregunto frunciendo el ceño.

-Pues no lo he leído en tu carpeta, eso seguro.

Miro hacia la carpeta que tengo en el brazo derecho y compruebo que, efectivamente, pone mi nombre.

Mi corazón vuelve a encogerse.

¿Cómo he podido ser tan estúpida? ¿De verdad creía que él iba a acordarse de mi?

-Eres un idiota.-le grito.-¿En serio qué no te acuerdas de mi?-le golpeo con la carpeta en el hombro.

Cameron da un pequeño salto, seguramente no se lo esperaba. Luego parece reaccionar y me quita la carpeta de las manos.

-¡Espera, tranquila!-grita y levanta la carpeta por encima de su cabeza.

Intento alcanzarla pero no llego.

Estúpido tío sexi alto.

-¡Estúpido, devuelvemelo!-empiezo a golpearle en el pecho sin conseguir nada.

-¿Qué está pasando aquí?

Los dos nos giramos y vemos a Nat de brazos cruzados mirándonos con el ceño fruncido.

Se acerca dando zancadas y le arranca a Cameron mi carpeta de las manos. Me la da y me mira.

-_______, nos vamos. Ahora.-dice mirándo a Cameron, luego a mí, a Cameron otra vez, y de nuevo a mí. Así un par de veces.

Asiento y empezamos a caminar.

-Espera.-dice Cameron.

-¿Qué quieres?-pregunto girándome.

-¿Puedo hablar contigo?-hace una pausa y mira a mi amiga tragando saliva.-¿A solas?

Los dos miramos a Nat esperando una respuesta.

Ahora que lo pienso yo no tengo que hacerla caso, no es mi madre. Ni siquiera es mayor, ¡yo cumplo años antes! Pero es que Natalie enfadada da mucho miedo...y te hace querer correr.

Lo sé, parece imposible. Pero es verdad.

-Cinco minutos.-dice y se aleja hasta sentarse en el suelo a un par de metros de distancia.

Suspiro.

-¿Qué pasa?-le pregunto intentando parecer aburrida.

En mi interior estoy gritando. ¿De verdad está Cameron hablando conmigo? A lo mejor estoy soñando con él. No sería la primera vez que me pasa.

-Quería pedirte perdón. Perdón de verdad.-arqueo una ceja y le dejo continuar.-Es cierto que al principio no te reconocí...pero al leer tu nombre en la carpeta me acordé.

-Si. Eso pasa con los nombres. Hacen que sepas de quien o con quien estas hablando.-digo mirándole lo más seria posible.- Sirven para eso. Para diferenciar a las personas.

Me mira arqueando las cejas. Sonríe.

-Bueno, ¿me perdonas o no?-estira el brazo y me tiende la mano.-Podemos ser amigos, si quieres.

No dudo ni un segundo y le estrecho la mano. Es grande y cálida.

Es mía, no la pienso soltar.

-¡Tiempo!-grita Nat.

Se acerca corriendo, nos agarra la muñeca a cada uno y tira haciendo que nuestras manos se separen.

Mala.

Me agarra la mano y rodea mi brazo como si fuera su tesoro.

-Me la llevo.-dice y mira a Cameron entrecerrando los ojos.-Y que sepas que este brazo es el mío. Si quieres puedes quedarte con el otro, pero este ni lo mires.

Pongo los ojos en blanco.

¿Por qué mierda la elegí a ella como mejor amiga?

Oh, ya me acuerdo. Porque odiaba al resto. Eran un puñado de putas...¡Te quiero Nat!

Mi amiga sale corriendo y por decimoquinta vez en el día me lleva con ella.

Me doy la vuelta y me despido de Cameron.

-Adiós.

Él me dedica una sonrisa y levanta la mano en señal de despedida. Luego mete sus manos en los bolsillos y se da la vuelta.

-Sexi, ¿eh?-dice Nat sonriendo diabólicamente. En serio, su cara me susta.

Me pongo roja.

-¡Cállate, idiota!-grito y la doy un puñetazo en el hombro.

Ella empieza a reírse y no para hasta que encontramos a mi hermano. Y como no, Nat se lo cuenta todo.

Volvemos los tres juntos a casa. Yo furiosa y roja, y los otros dos llorando y con dolor de tripa por culpa de la risa.