Capítulo 8: "Desenmascarando la mentira"

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Mi boca se había desencajado y los ojos parecían que se me fueran a salir de las órbitas. Él, no tenía que ser otro que él, escuchándome cotillear con mi madre.

Bueno, al menos mi queridísima madre se estaba partiendo el culo, me alegro de que disfrute el monólogo... 

Me costó un buen rato, pero fui articulando poco a poco las palabras que quería decirle.

-¿Que...Haces...Aquí?.- Apenas había susurrado las palabras de mi boca, pero él las entendió a la perfección; menos mal, ya sería bochornoso que encima apenas me entendiera.

-¿Acaso creías que sería tan perverso para dejar que te pudrieras detrás de esos barrotes?.- La oscuridad del calabozo lo hacía tan misterioso que parecía que estuviera envuelto alrededor de las sombras. Maléfico, terrible, pero intensamente adictivo. 

Mi madre, que al fin había dejado de reírse hasta la saciedad, esbozó una sonrisa completamente seductora que hizo que un escalofrío me recorriese de arriba a bajo.

-Menos mal que aún quedan hombres como tú en el mundo guapo...- Sentí una vergüenza terrible de ver a mi madre coqueteando con él, y bueno, un poco de celos... ¡Pero sólo un poco!

Al final, decidí preguntar lo más obvio.

-¿Y... Me vas a rescatar ahora?.- Sólo de imaginarme lo que costaría salir de aquella jaula ya me entraba pánico.

Él arqueó una ceja y me dirigió una de esas sonrisas que es capaz de acelerar el pulso de tu corazón en una milésima de segundo.

-No. Créeme, si pudiera, arrancaría esos barrotes y te llevaría conmigo a dónde fuese; pero tendrás que esperar hasta la noche. Lo tengo todo planeado... Todo, hasta lo que pasará en cuanto cruces la puerta de mi hogar y seas toda para mí.- Me guiñó un ojo con todo el descaro del mundo delante de mi madre. Pero apenas me importaba, por que un calor me inundó todo el cuerpo y me hirvió la sangre hasta el punto de volverme loca allí, en esa habitación.

Y, como no, mi madre aprovechó ese momento para comentar un poco la situación.

-¡Clarisa, me sorprendes! Con lo beata que tu eras... ¡Hay que ver, que pillina te me has vuelto!.- Las carcajadas de mi madre nuevamente resonaron contra las paredes de la celda... Aunque sus risas no disuadieron la tensión que se había cargado en la estancia.

Su mirada me recorrió de arriba abajo. Ya no llevaba la maldita bata de hospital, llevaba el uniforme de los presos, aunque era el único caso que lo llevaba en el calabozo. Se ceñía completamente a todas las curvas que tenía y no daba lugar a la imaginación. Noté como se mordía el labio sin darse cuenta...

Pero si él se mordía el labio, yo no sé que me estaría mordiendo, por que joder... 

Unos vaqueros ceñidos negros que dejaban ver la forma de sus piernas, una camiseta negra con un rombo rojo justo en el centro que daban ganas de arrancársela... Y encima era la primera vez que iba en manga corta y podía ver esos brazos con los que había fantaseado en varias ocasiones, y superaban las expectativas de mis ensoñaciones, aunque tenía varias cicatrices y marcas alrededor que daban ganas de recorrer con los dedos. No se si babeaba o que, pero estaba segura de que se me notaba un montón que estaba disfrutando del "espectáculo" que tenía por visita.

-Bueno, ya cuando terminéis de follaros con la mente, me avisáis.- ¡Esa es mi madre, más fina que unas bragas de esparto!.

Cuando escuchamos unos pasos, rápidamente apartamos la vista y me dirigí hacía los barrotes.

-Vete... Corre, o si no te pillaran...

Él me estrecho en sus brazos a través de los barrotes.

-Te veo esta noche, estate atenta ¿Vale?.

Asentí con la cabeza, y tan rápido como lo había visto, se fue... Como una estrella fugaz.

El policía se acercó a mi celda sin apenas sospechar nada, introdujo una llave en la cerradura y abrió la puerta de barrotes sin problema aparente. A continuación, me hizo entender que era yo la solicitada.

-Clarisa Tarnner, la espera el comisario Gordon para hacerle unas preguntas. Por favor, sígueme y no haga ninguna cuestión al respecto. 

Me levanté del suelo y miré a mi madre aterrada. Ella me dio una palmada en la espalda y susurró un "Tú puedes" que me levanto el animo y me hizo seguir al guardia.

Después de salir, cerró la verja enseguida y nos encaminamos por los pasillos de la enorme comisaría. Tardamos un rato en llegar, hasta que al fin abrió una puerta y vi la sala de interrogatorios.

-Nunca pensé que te tendría que ver aquí siendo tu la interrogada... Pero a veces nos equivocamos de camino ¿No es cierto?.- Se estaba manoseando el bigote con una mano mientras con la otra me indicaba la silla libre. Fui avanzando poco a poco por la sala, blanca y totalmente aburrida, sólo contenía dos sillas, una mesa y un par de micrófonos encima de ella.

Me senté frente a él... Ahora tenía que ser lo más sincera posible. "¿Y cuando no lo has sido, tonta?" Vaya, ya estaba echando en falta a la repulsiva conciencia que tenía en el cerebro, menos mal que ha vuelto para amargarme el día.

-Muy bien, vamos a empezar.- Su mirada de depredador daba un miedo que te congelaban los huesos, y eso que el hombre llevaba gafas.- Clarisa, ¿Que te contó tu querido Joker sobre su pasado?.

Aquella pregunta me pilló de sorpresa, no me la esperaba. Pensé que iba a decirme si era cómplice de algún delito que él había cometido, pero supongo que seria evidente que yo no había participado en nada semejante. Respondí lo que supe.

-Pues... Que él había sufrido maltrato paternal.

James levantó las cejas en señal de sorpresa.

-¿Enserio?

-Si, su padre era un adicto a la bebida, y una noche llego muy borracho a su casa... Resumiendo, todo acabo en una madre asesinada y un hijo que habría sufrido la degeneración de su padre. Por culpa de ese cabrón lleva esas cicatrices.- Una lágrima de escapó de mis ojos y no pude evitarlo. Sentía rabia por aquel hombre capaz de hacer algo así a su propio hijo.

Pero James no parecía conmovido en absoluto... Es más, parecía que me estaba ofreciendo su compasión...

-Clary, Dios mío como te ha engañado ese patán. Esa historia no es más que una farsa, una mentira.

Estupefacta por lo que acababa de decir, negué con la cabeza.

-Pobrecilla... Escúchame, ¿Sabes por que precisamente es enemigo de Batman? Por que fue el mismísimo Batman el que se las causó. Nuestro héroe de la ciudad pillo a tu dulce enamorado intentando saquear mucho dinero que no era suyo. Llevaba una especie de casco rojo en la cabeza, así que Batman enseguida lo reconoció. En un intento de atraparle, acaba empujándole y... ¿Sabes donde acaba tu querido? En un cubo lleno de líquidos tóxicos que termino por dejarle múltiples cicatrices alrededor del cuerpo, como las dos que lleva en la cara. Curiosamente, no se si fue de casualidad, le dejaron la marca de la sonrisa. Y, ahora, gracias a esas dos cicatrices de su rostro, engaña a gente como tu con historias que en realidad no son más que pura imaginación... Mira, para que te lo creas, aquí tengo una foto que sacó uno de los policías que estuvo allí.

Me enseñó una foto que sabía de sobra que nunca me podría quitar de la cabeza. Observé la imagen y vi, desgraciadamente, la cruda realidad...

Era él el que estaba dentro de aquel cubo. Era él.

Me había engañado otra vez...


Delirando. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora