Capítulo 17. Mamá llegó al campamento.

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Capítulo 17. Mamá llegó al campamento.

Veo a mi propia casa, primero estoy ante el portón, luego de una ráfaga de colores, veo la puerta, y después estoy yendo hacia la parte trasera, siento como si estuviese flotando, por lo que asumiré que estoy soñando.

En cuando me topo con Melody en el camino, hago una mueca entre enfadada y sorprendida porque sigue en mi casa.

Luego de hacerle una muestra obscena con la mano, voy a toda velocidad hacia el cuarto de invitados, a medida que me acerco, las voces son más claras.

—No quiero calmarme, no voy a hacerlo, ¿Notaste lo que hizo? —esos chillidos, sin duda eran de mamá—. ¡Se ha llevado a mi hija a más de mil kilómetros por hora!

Sonrío, a tan poco tiempo ya extrañaba sus exageraciones.

—Meredith, creo que exageras un poquitín —una suave voz de mujer llegó a mis oídos—. En su defensa, iba tarde, y el sol no debe llegar tarde.

—Al menos debió dejarme observarla por unos segundos —al fin llego a la puerta y los veo, mamá está cruzada de brazos, frente a ella hay una mujer cuya apariencia no puedo definir, pues a cada parpadeo cambia. Y junto a ella hay un niño rubio, cuyos ojos rojos me aterran, él sonrió hacia mi mamá como viejos amigos.

—Llevas quince años observándola, cuidándola, alargar la despedida solo haría que te aferres a ella y no la dejes ir—mamá bufa—. Por favor, actitud infantil fuera, Meredith.

—Mira quien habla.

Él rueda los ojos—. No tienes por qué preocuparte.

— ¡Sólo por dioses que la quieren muerta! Pero eso no tiene importancia, ¿Verdad?

—Está a salvo.

—En su maldita cabaña.

—Te lo aseguro, está a salvo, tenemos a alguien que cuidará de ella.

... yo no necesito que alguien me cuide, soy una persona casi adulta.

Mamá deja de morderse las uñas y le presta atención.

— ¿A quién?

Sí, a quien... porque aún no lo he visto, creo.

—Un chico de la cabaña 10.

— ¡Oh pero qué alivio! Mi hija hormonal de 15 años con un chico de la cabaña 10 —soltó irónica.

Eh... yo no soy hormonal.

— ¿Por qué no dejamos que vaya con Apolo y ya? Mucha más seguridad.

—Meredith, no hables así de mis niños—dijo la mujer con las manos en sus caderas—. Y él es muy responsable.

—Por algo confiamos en él —añade el chico flotante.

Quedaron en silencio, hasta que mamá suspiro.

—Bien.

— ¿Bien?

—Ya me convencieron... voy a ir por mi hija.

Siento un tirón en las piernas, despierto de golpe, jadeando por el susto, el rostro divertido de Beatrice aparece en mi campo visual.

—Arriba, dormilona, ya va a ser la cena.

Me dormí... casi todo un día.

Mientras limpio los restos de sueño de mi cara, Bea lanza ropa a la cama.

— ¿De dónde sacaste esto? —hago una mueca tomando la camiseta naranja chillón.

—Quirón... y sí, el color es horrendo.

Solo soy una Greengrass. (SSG)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora