Entristecida en mis recuerdos me recosté sobre el pasto.. Que difícil era estar tan lejos de mi galaxia, en un mundo tan extraño donde todo era tan raro... Miré hacia el cielo.. Mi único consuelo esta noche sería ver mis estrellas, pero oh sorpresa.. ¡No había estrellas!.. El firmamento había quedado vacío... Tanta obscuridad me daba miedo.. Entre esas sombras debía estar aquel malvado que me había alejado de mi hogar..
-Lorena Guzmán Morales.-
Cuenta la leyenda que en una vieja pradera, donde los árboles abundaban por doquier, una hermosa joven que por su belleza exuberante sobresalía de las demás, con ojos azules que contenían luz, cabellos plateados que emitían un hermoso resplandor y una piel nieva, se aparecía durante las noches y al llegar a lo alto de una pequeña colina que se encontraba a mitad de la pradera, se hincaba y cantaba, invocando astros que parecían bolas de fuego. Su canto era tan suave como el soplido del viento y tan fuerte como el crujir de las olas del mar, enamorando a su paso cualquier corazón que la escuchara...
Una noche de mayo mientras caminaba por las colinas escuché un murmullo, una voz femenina, la cual era tan dulce como una canción de cuna, no podía distinguir lo que decía, más el sonido de la voz era claro. La melodía perfecta, nunca antes escuchada, una combinación de trompetas, violines y bajos.
¿De quién podía ser aquella voz?... Miré hacia el cielo disfrutando de tan bella pieza. Cuando de pronto, pude vislumbrar unas pequeñas luces que descendían desde el cielo y tocaban la pequeña colina. Asombrado, atónito y con un poco de miedo, decidí acercarme hasta aquel lugar.
No podía ver nada, todo se consumía ante mí con un gran rayo de luz...
Al abrir los ojos, me encontré tirado en el piso, hacía un poco de frio, y todo era obscuridad, me preguntaba cuánto tiempo había estado en ese lugar. Con algo de dificultad me levanté y comencé a caminar hacia mi cabaña que estaba a dos colinas de donde me encontraba.
Mientras avanzaba, pude ver que el cielo había perdido gran parte de su luz, no veía la luna por ninguna parte, incluso el aire había cambiado, la brisa era un poco más intensa y helaba mi piel.
Caminando con cautela para no caer, escuché a alguien que lloraba, sin necesidad de buscar el lugar o la persona de la que provenía, me encontré frente a mí una joven, con un vestido verde esmeralda, cabello largo, blanco y con una luz que apenas se notaba, lo llevaba trenzado y caía suavemente en su cintura, estaba descalza, su piel era muy blanca, se veía suave y cristalina, como si el más mínimo roce pudiera trozarla en pequeños fragmentos, volteada hacia mí, me miraba con desesperación y suma tristeza, no decía nada, pero con cada lágrima que derramaba podía sentir como si un puñal entrara por mi pecho y atravesara mi corazón, ¿Quién podía ser capaz de hacer llorar a un ser tan bello como ella? ¡Eso debía considerarse... pecado!
Sentí la necesidad de abrazarla muy fuerte, con el fin de que dejara de llorar, pero en cuanto di un paso, ella me miró a los ojos... ¡oh esos ojos!, tan divinos, azules como la obscuridad del espacio, dio un paso hacia atrás, se detuvo un segundo y antes de que pudiera decir algo, corrió.
Trate de seguirla guiándome por la luz que emitía, pero mi esfuerzo fue en vano, la perdí entre las sombras de la noche.
Me di cuenta que comenzaba a amanecer, tal vez esa era la razón de tanta oscuridad. Por fin me fui a mi cabaña, el sol salía por atrás de las montañas y las copas de los árboles se iluminaban, el rocío que cubría las flores brillaba como si tuvieran diamantes incrustados, mas no era tan hermoso este brillo comparado con el de aquella musa de la noche que había causado mi desvelo.
Tomé un baño y me recosté sobré el sofá, dormí un par de horas y ella apareció en mis sueños, parecía que había invadido todos mis pensamientos.
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La Princesa de las estrellas.
Short StoryLa Princesa de las estrellas, una historia corta de como una amistad de seres de entre dos mundos pudo ser tan grande como para que uno de ellos pudiera encontrar a su amor.