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Caminé alrededor de veinte cuadras hasta llegar a mi trabajo, la mayoría de las personas dicen que es una locura que vaya caminando pero sin embargo para mi no es tanto, además me encanta caminar sola.

- Buen día ¿o dormimos juntos?- se escuchó decir a una voz masculina.
Sin lugar a dudas sabía de quien se trataba, Marcos, mi gerente, la persona mas odiosa y repugnante que pudiese existir en todo el planeta tierra y alrededores.

- Acabo de llegar no me diste tiempo a decirlo, buen día- contesté con la sonrisa más falsa que pude encontrar en mí.

El solo se dignó a responderme con una sonrisa muy parecida a la mía, es mas la de él incluía un poco de ironía y era bastante cínica.

Me dirigí hacia la parte de atrás del local, allí era el lugar de los empleados, podíamos desayunar, almorzar o merendar, además de que teníamos nuestros propios baños y unos lockers estilo gringos que me encantaban, creo que eso era una de las pocas razones por las que no renunciaba.

Me puse el uniforme y dejé mi mochila en el locker. A pesar de que papá me había dicho que iba a llegar tarde me di cuenta que se equivocó, creo que las únicas dos personas que nos encontrábamos allí éramos Marcos y yo, y ésto se me hacia totalmente incómodo. Para que el tiempo se me pasara más rápido decidí ponerme a ordenar un poco el lugar, comencé por nuestro lugar para luego seguir con el interior del local.
Me dirijo hacia la parte dé adelante, levanto la vista y veo el reloj que se encontraba en la pared ,marcaba las 7:50, eso significa que en 10 minutos debíamos abrir y todavía no había llegado nadie. Lo que más me extrañó fue que mi odioso gerente tampoco estaba, con todas mis dudas y preguntas comencé a limpiar, no había mucho desorden debido a que antes de cerrar siempre se ordena un poco, pero nunca viene de más un aseo extra ¿no?

8:05 am.

Seguía sola, no podía esperar tenía que abrir, además Marcos había regresado y me ordenó que debía abrir el local.

Le saqué la llave a la puerta y decidí acomodar un poco más las sillas, cuando escucho el ruidito del llama ángeles que teníamos para saber si teníamos nuevos clientes. Pero la persona que entró no era uno, era Maca una de las chicas que trabajaba conmigo.

-¿Éstas son horas de llegar?- dije en un tono intentando parecer seria, pero no duré mas de cinco segundos.

-Ayyy nena, callate que se me hizo tardisimo, Gabriel no llegaba y no tenía con quien dejar a Milo- contestó corriendose unos cabellos rebeldes que tenía sobre el rostro. Se notaba que estabámos en invierno y que llovía, su rostro casi pálido. su nariz roja y sus manos congeladas lo dejaban en evidencia.

Gabriel era su marido, en realidad era su novio pero están conviviendo hace aproximadamente unos 4 años asi que practicamente ya es su marido, solo falta afirmarlo en lo legal, Milo es su pequeño hijito de apenas dos años. Ambos trabajan por lo que tienen que turnarse para que el niño no quede solo nunca.

Después de que Maca llegara a los pocos minutos llegaron los demás chicos Gabi, Cata, Martín y Facundo.

El día transcurrió bastante tranquilo y era común debido al frío que hacía las personas no salían mucho de sus casas, y las que salían no lo hacían precisamente por un café. El local siempre si se llenaba lo hacia de adolescentes que iban a pasar la tarde allí. Me encantaba verlos, algunos tenían la misma edad que yo y algunos un poco menos, pero me gustaba ver como se divertían y como pasaban el tiempo entre risas y amigos, a pesar de que con algunos no había casi diferencias yo me sentía como si fuese mayor debido a la responsabilidad que tenía y las decisiones que debian tomar.

Como dije siempre me llamaban la atención los grupos de amigos que concurrían al lugar así fuesen solo dos chicas que iban con sus libros a leer, pasando totalmente desapercibidas y que de vez en cuando soltaban alguna palabrita que la mayor parte de las veces eran comentarios sobre los libros, hasta los grandes grupos de diez o mas personas que hacian que todos se dieran cuenta de que estaban ahí.

Pero particularmente ese día me llamó la atención un pequeño grupo de cuatro chicos, eran bastante lindos por cierto pero sin embargo no me llamaron la atención por eso, si no era por dos cosas:
1) jamás los había visto
2) sus caras me resultaban totalmente familiares.

Estuvieron alrededor de 45 minutos sentados y charlando, yo de vez en cuando me fijaba si podía escuchar algo de lo que decían pero era inútil, pero si había algo que se notaba totalmente es que yo no les sacaba los ojos de encima.

-¿ Queres que te consiga número o nombre de alguno? - dijo Facu sacando me de mis pensamientos.

- Callate tonto, estaba mirando la calle porque me pareció ver pasar a mi hermana- contesté con algo de nerviosismo.

- A ver si aprendes o a mentir o a disimular - dijo él riendo.

- ¿Eh?- contesté confundida.

- Tu hermana esta de vacaciones Juli- contestó sin poder aguantar la risa.

Le estaba por contestar, cuando veo que uno de los cuatro chicos se estaba acercando hacia donde estábamos nosotros. Facundo me empezó a golpear con el codo, yo no sabía si matarlo o matarlo.

- Disculpa Juli, decime por favor que te acordas de mi - dijo el rubio alto y carilindo.

Las palabras dichas por este chico mandaron un impulso a mi cerebro para que cada una de mis neuronas busque entre cada uno de sus pequeños lugares algún recuerdo o imagen que se relacionen con el rubio. Intentaba y no podía, no me salia nada, ni palabras, ni gestos, ni su nombre, y mucho menos algún recuerdo. Rogaba por aunque sea una pista más, pedía a gritos que la tierra me tragara antes de seguir haciendo el ridículo como lo estaba haciendo.

-¿Juli? - dijo él interrumpiendo mi búsqueda implacable- Soy Leo, Leonel Saja- agregó.

Forbidden Love . << Cristian Pavón >>Donde viven las historias. Descúbrelo ahora