Todo había terminado con Claudia. Tras su muerte, la atmósfera cambió de un momento a otro. Luego del incidente, los chicos despertaron y entre todos buscaron a sus novias. Todos fueron, las liberaron y las llenaron de besos y abrazos desesperados. Al poco tiempo, Lilly entregó a Hikaru a sus padres y aparentó ser que ahora todo estaba realmente en paz. Aquello se pudo descifrar justo después de que esa horrible mujer muriera quemada. La noche siguiente no fue nadie a clase, ya que después de lo que pasó, nadie podía concentrarse bien, por lo que Karl Heinz fue comprensivo y dio autorización de que faltaran con la excusa de que su madrastra había muerto. Mientras los hermanos y sus novias estaban encerrados en sus cuartos, habían sirvientes limpiando lo que quedó del cuarto de Karl Heinz. Ahí estaba el espejo apuñadado y algo quemado, a su lado el cuerpo quemado de Claudia y en la cama, el cuerpo de lo que pudo ser otro hijo de Karl Heinz. El rey de los vampiros se sintió triste y decepcionado y se dio a entender a sí mismo que nunca iba a encontrar el amor. Por un lado, sentía envidia de sus hijos por tener a sus amores, que eran chicas tan especiales para ellos y que les fueran fieles, pero por el otro, estaba feliz por ellos. Por todo lo pasado, prefirió renunciar al amor para siempre, lo cual lo deprimió un poco.
Cada quien estaba encerrado con su prometida en sus cuartos, pues a todos les creció ese tierno instinto protector y los hermanos Sakamaki solo deseaban estar con ellas para cuidarlas de cualquier peligro. En especial Kanato, que amaba demasiado a Drianna y a su pequeño hijo Hikaru. Sin embargo, no era lo mismo para Ayato, o no exactamente, estaba caminando por toda la mansión, teletrasportandose de aqui y por allá. Estaba buscando a la hermosa Lilly, que no podía encontrar. Eso le preocupó bastante y continuó buscandola, hasta que la encontró en la reja de la mansión, intentando abrirla. El vampiro pelirrojo la tomó por sorpresa, tomandola del hombro. Lilly volteó de golpe, así topandose cara a cara con su amado. - ¡A-Ayato!-
-Lilly ¿Qué estás haciendo aqui?-
-Pues... No tengo nada que hacer aqui...-
-¿Cómo no? ¡Es ahora cuando más debes estar aqui! Esa mujer está muerta, ahora podemos estar juntos.- Ayato le tomó sus manos y se arrodilló, como suplicandole. -Ambos lo deseamos, nos amamos con mucha locura y lo sabes. Ya no hay nada que nos impida demostrar nuestro amor. Sé que es apurado, pero... Cásate conmigo, Lilliana Hoffman.-
Tras decir esto, Ayato sacó un anillo simple de oro. Era un anillo suyo que no usaba realmente y como era pequeño, decidió usarlo para comprometerse con ella. Lilly adoptó una expresión de sorpresa y con una mano, cubrió su nariz y boca, pues había comenzado a llorar, no de tristeza, sino de felicidad.
-Lilly, por favor, quiero que te cases conmigo. Estuve esperando muchos años para este momento. Te amo desde que somos niños, no solo por tu belleza, también porque cada vez que estaba contigo, todos mis problemas se iban y me trasmitías un calor que me hacía sentir bien. Eres perfecta y sería un tonto si te dejara ir. Por favor, acepta casarte conmigo. Quiero que estemos siempre juntos.- Aquellas palabras fueron el complemento perfecto. Lilly sonrió aún lagrimeando, se arrodilló y abrazó fuertemente a Ayato, acto seguido, lo besó con todo el amor que podía, con toda esa pasión. - Claro que quiero casarme contigo, Ayato.- dijo Lilly después de besarlo. El vampiro pelirrojo sonrió, tomó su delicada mano, tan blanca y tan suave y le colocó el anillo en el dedo correspondiente. El chico de ahí, cargó a su hermosa amada como princesa y la llevó hasta la habitación de ella, recostandola en su cama.
-¿Te importa si me quedo aqui contigo? Quiero cuidarte.-
-Claro que no. Quédate conmigo y sigue amandome.- dijo Lilly, sonriendo con dulzura y seducción a la vez. Ayato no pudo resistirse de nuevo, siempre cayendo rendido en la belleza de la vampiresa. Se recostó a su lado y la abrazó, aferrandola a él, con su enorme deseo de protección que se volvió natural en él. Aquello demostraba que le sucedía lo mismo que con el resto de sus hermanos: con su prometida, era tan dulce y amoroso, pero sin ella, regresaba a como fue en un principio. Ambos se miraron el uno al otro por un largo tiempo, sin decir nada. Ambos contemplaban la belleza del otro y no les hizo falta hablar, tal parecía que se decían mucho más por medio de sus ojos que por sus bocas.
Tras ese tiempo, ambos terminaron ppr darse un dulce beso que duró bastante como las miradas. Los dos enamorados solo se dejaron llevar por el amor tan intenso que se sentían el uno con el otro y todo continuó por su cuenta. Después de una hora, o quizás dos, los vampiros hermosos ya estaban desnudos, apenas cubiertos por las sábanas de la cama, abrazandose como si sus vidas dependieran de ello. Lo habían hecho, habían hecho el amor. Ahora Ayato era el dueño de la virginidad de Lilliana y el hecho de entregarse ambos, demostraba de de verdad se amaban. Tanto a ellos como al resto de los hermanos, les esperaba un futuro brillante. Obviamente tendrían problemas, pero no cometerían los mismos errores que sus padres. Ahora que se casarían pronto, habría más responsabilidad, en especial si tenían hijos, pero ahora si tendrían todo para satisfacer sus felicidades, tanto de ellos como del resto.
Ayato en este momento ya no se siente el príncipe de todo el lugar como antes, pued cuando tiene a su amada Lilly junto a él, se siente el principe que siempre la protegerá.
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The Poisoned Heart (Diabolik Fanfics de Romance) Vol.6
FanfictionTodos los hermanos Sakamaki tienen a sus parejas, menos uno: Ayato. Muy apenas se acostumbró a tener a las novias de sus hermanos y a convivir con ellas, pero habrá otro cambio muy drástico: Karl Heinz se casó con una bella doncella vampiresa llamad...