[O2] »¿Podemos volver?

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Llegamos al aeropuerto de Nueva York luego de siete horas de viaje

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Llegamos al aeropuerto de Nueva York luego de siete horas de viaje. Por suerte Alex y Wendy durmieron todo el viaje. Sarah también pudo dormir, por lo que fui la única que no pego un ojo en todo el viaje.

Genial, cada vez mejor.

Salimos del aeropuerto y subimos a un taxi. Sarah le da la dirección de la nueva casa y en menos de veinte minutos estamos allí.

Jack está parado en frente de la puerta esperándonos. Cuando me ve, me sonríe y me guiña un ojo.

—¡Tío! —gritan Alex y Wendy mientras salen corriendo a sus brazos.

Él los recibe con un fuerte abrazo a ambos y los levanta para darlos vuelta mientras ríen a carcajadas.

Los baja y les dice que entren a la casa y observen sus habitaciones. Los dos demonios —con amor de madre lo digo— le hacen caso y Jack viene a ayudarnos con las valijas.

La primera en abrazar a Jack, es su hermana. Sarah y él se funden en un tierno abrazo, que se convierte en una guerra de cosquillas cuando él despeina a su hermana.

Sarah entra en la casa y me acerco a Jack. Está vestido con jeans y remera azul combinados con sus típicas Vans negras. Me paro frente a él a sólo dos centímetros de distancia y le sonrío.

—Hey.

—Hey —dice con una enorme sonrisa. Me tira a sus brazos en un cálido abrazo y me embriago con su exquisito olor mientras rodeo su cintura con mis brazos.— Te extrañé.

—También yo —levanto mi cabeza para mirarlo y él baja la suya.

Nuestros rostros están muy cerca uno del otro. Pone su mano izquierda en mi mejilla mientras que su mano derecha se encuentra en la parte baja de mi espalda. Con su mano izquierda hace círculos en mi mejilla y cierro los ojos. Siento sus labios apenas rozándome y cuando me va a besar escuchamos una voz desde el interior de la casa.

—¡Mami! —grita Alex.— Ven a ver esto.

Nos separamos al instante como si hubiéramos hecho algo malo y me sonríe.

Ni Alex ni Wendy saben que Jack y yo tenemos una especie de relación, aunque no es nada formal, pero prefiero que no se enteren todavía.

Jack, es el hermano mayor de Sarah por dos años. Tiene veintisiete y la verdad que está muy bien.

—Ve.

—Volveré en un segundo —prometo.

Voy hacia la habitación de Alex y lo encuentro tirado en el piso jugando con un montón de trenes a su alrededor.

—Veo que el tío te compró nuevos juguetes —comento apoyándome en el marco de la puerta.

—Sí —me muestra todos sus trenes nuevos mientras los acomoda.— Aunque me falta uno.

—No lo encontré campeón —Jack se aparece detrás mío y entra en la habitación.— Aunque hoy, mamá puede llevarte a comprarlo.

Lo miro enarcando una ceja y él me guiña el ojo.

—¿Podemos ir, mami?

—Sí, supongo —me encojo de hombros.

Wendy entra en la habitación y se lanza a los brazos de Jack. Ambos caen al piso riendo mientras él la llena de besos por toda su carita.

—Era la barbie que quería —dice ella.— Gracias, tío.

—De nada, princesa.

—Necesito ir al centro comercial —Sarah se aparece en la habitación con dos bolsas en su mano.— Y antes de que preguntes, sí Emma, otra vez.

—No dije nada —levanto mis manos en modo de defensa.

—Pero lo pensaste —afirma mi mejor amiga.

Sí, es cierto. No soy amante de las compras y menos pasar horas y horas en el centro comercial. Pero eso Sarah no lo entiende, y mis hijos tampoco.

Luego de que Jack diga que es hora de partir, nos montamos todos en su camioneta. Me siento en el lado del copiloto y dejo a Sarah en el asiento de atrás con sus sobrinos.

Todo el viaje hasta el centro comercial transcurre con las ocurrencias de los dos pequeños y las de Sarah. Jack y yo nos limitamos a mirarnos y dedicarnos alguna que otra sonrisita.

Apenas llegamos Alex y Wendy agarran la mano de su tía y se pierden por todo el shopping, no sin antes decir que volverán dentro de un par de horas. Por lo que Jack y yo nos quedamos solos.

Lo miro y le sonrío. Entrelaza su mano con la mía y empezamos a caminar. Mi subconsciente agradece a Sarah y a mis hijos, para poder así tener un tiempo a solas con Jack. Por lo general, no tenemos mucho tiempo, ya que siempre están los chicos de por medio o la misma Sarah. Ella tampoco sabe de lo nuestro, sabe que existe una cierta atracción de parte de ambos pero no sabe que es lo bastante fuerte como para que pase a mayores.

Jack es el hombre que toda mujer quisiera tener al lado. Es atento, guapo, carismático, cariñoso, ama a los chicos y cocina exquisito. Él siempre me ayudó mucho con Alex y Wendy aunque nos acercamos más durante estos últimos meses. Yo nunca lo vi como algo más, para mí siempre había sido el hermano mayor de mi mejor amiga. Pero algo pasó que todo cambió y sin darnos cuenta nuestra relación se afianzó muchísimo más. No somos novios oficiales ni nada parecido, pero sí los dos nos sentimos atraídos mutuamente y estamos bien así.

Paseamos lo máximo que podemos y de paso aprovecho a comprar unas cuantas cosas para la nueva casa. Aunque Jack me dice que se encargó de la mayoría de ellas, nunca está mal agregarle el toque femenino. Al menos, él nunca se quejó de ello.

Nos encontramos con Sarah y los chicos fuera de una heladería. Mientras la miro reprobatoriamente a mi mejor amiga por haberle comprado helados a esta hora del día sin consultarme, ella nos enseña todo lo que se compró y le compró a Alex y a Wendy.

Realmente tiene que dejar de consentirlos tanto.

Alex tira de mí con su pequeña manito hacia la juguetería. Y aquí vamos de nuevo. Mi pobre tarjeta de crédito no resiste tantos golpes en tan poco tiempo.

Mientras Jack y Sarah se quedan en la heladería con Wendy. Con Alex vamos a la sección de los juguetes para nenes, más específicamente a la sección de trenes.

¿Querrá ser conductor cuando sea grande? Espero que no.

Luego de encontrar el juguete correcto y pagarlo, partimos de nuevo hacia donde se encuentran los demás.

Una figura masculina me llama la atención antes de entrar y me tenso. Se encuentra de espaldas a mí por lo que no me ve, aunque no estoy muy segura si sea él.

Todos los recuerdos invaden mi mente y mis ojos se ponen rojos. No tengo que llorar, no puedo llorar. Antes que pueda conectar mi cerebro con mi boca, susurro:

—¿Luke? —se da la vuelta y ahí me doy cuenta que susurré lo bastante fuerte como para que me escuchara.















NOTA:

Hola, comenten que les pareció así me motivan a seguirla, sólo con un síguela me conformo.

Saludos.

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