[1O] »¡¿Qué tú qué?!

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—Alex —me río

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—Alex —me río.— Déjame bañarte, por favor.

Hace quince minutos que intento que Alex se quede quieto, pero nada resulta. Por alguna razón, le parece gracioso el hecho de tirar agua por todos lados y jugar con sus muñecos en la bañera. De más está decir, que el baño se parece a Venecia y yo estoy toda mojada.

—Pero quiero jugar, mami —hace un mohín con sus labios y es imposible resistirme a esa carita.

—¿No crees que ya has hecho el lío suficiente? —intento ponerme firme ante la situación, pero una pequeña sonrisa se me escapa y Alex sabe que no hablo en serio.

Dios, tendré que aprender a fingir mejor mis emociones.

—¿Iremos al centro comercial hoy?

—Claramente, no —me asusto ante la idea de volver a ese lugar con tan sólo mencionarlo. Primero porque no quiero más sorpresas, no quiero encontrarme con nadie más, y segundo porque no soy millonaria y tengo que dejar de consentirlos tanto.— Creo que no volveremos ahí por un tiempo.

—¡Qué aburrido! —resopla y golpea el agua causando que me entre jabón en los ojos.— Entonces, ¿podemos ir a visitar al tío Luke?

—Hoy no.

—¡Qué mala eres!

—Alexander, más respeto —eso sí me enoja lo suficiente como para ser firme. Lo único que pido es que cuando crezca no sea rebelde como lo es ahora.

Ninguno de los dos habla más. Cuando termino de bañarlo, saco el tapón para que el agua corra y lo seco rápidamente para que no tome frío y enferme.

Salgo del baño con Alex en brazos y lo llevo a su cuarto. La ropa está preparada en su cama y se lo agradezco mentalmente a Sarah. Siempre piensa en todo.

Cuando está listo, se pasa la mano por el pelo y se lo revuelve. Nunca quiere que le seque el pelo y se lo respeto, además lo tiene bastante corto y se le seca bastante rápido.

Le enseño a atarse las zapatillas y no lo consigue. Últimamente estuve enseñándole pero le cuesta, no logra hacer el nudo para que no se le desaté luego. Niego con la cabeza riendo y termino el trabajo por él.

Cuando estoy por salir hacia el cuarto de Wendy, me llama. Me volteo y lo veo mirando hacia abajo y moviendo su pie.

—Lo siento, mami.

Realmente me causa mucha ternura, voy hacia él y lo abrazo. Me devuelve el abrazo apretándome más de lo que debería y me cuesta respirar.

—Alex, me afixias.

Me suelta lentamente y me mira. Algo le pasa.

—No pasa nada, pero que sea la última vez, ¿de acuerdo?

Asiente con la cabeza y le doy la mano para que vayamos a buscar a su hermana.

En el pasillo nos encontramos con Wendy y Sarah, gracias a ella, mi hija está bañada, cambiada y hermosa para ir a visitar a Jack y su nuevo departamento.

Nuestro regalo de NavidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora