Di que me amas, por favor (Editando) » COMPLETA

Parte 17: "Mentiras" ✔

Narra Angela:

Elena es realmente agradable, sobre todo porque me ayudará a no sentirme tan sola. Debo admitir que su alegría me contagia y creo que es lo que falta en ésta casa: un poco de brillo proveniente de una sonrisa. También dijo que no la vea como una niñera, sino como una... "amiga". Difícil, pero podría intentarlo.

Reviso mi aparato móvil cuando hace el ruidito que siempre trae sorpresas: El del mensaje.

*¿Nos vemos hoy?*

¡Ethan! Oh vaya, lo había olvidado. Caracoles, ¿ahora cómo le explico que tendré una niñera y que de seguro mi padre le dio instrucciones para que no lo deje entrar?

Me armo de valor y presiono el símbolo de llamada en menos de un segundo; un hormigueo aparece en mi estómago.

—¿Angela?

¡Ay! ¡Su voz por teléfono suena tan condenadamente bien!

—Hola, Ethan—balbuceo, haciendo y deshaciendo rizos de cabello con mis dedos.

—¿Recibiste mi mensaje?

—S-Sí, y con respecto a eso pues... sucedió algo —digo, ahora caminando de mi habitación a la escalera que da al primer piso.

—¿Malo? —inquiere, con cierto tono de preocupación.

—Algo así. Es que mi padre se fue de viaje por trabajo durante una semana y... contrató una niñera para que cuide de mí.

Ambos nos en silencio durante unos segundos.

—Oh... —suelta, y después ríe—. ¿Niñera? ¿Y qué significa eso? ¿No podré ir? Espera, ¿no estás algo grande para una niñera?

¡Rayos! Tenía que decirlo. Ya sabía que vendría con su asunto de que todavía soy una niña. Tonto. Pongo los ojos en blanco mientras refunfuño. ¡Ay, papá!

Decido continuar mi viaje a pie, bajando las escaleras en busca de Elena. Tapo el celular con la mano para exclamar su nombre, pero no, no hay rastros de ella.

«¿Será que robó algo y decidió irse?»

¡Basta de paranoia!

—¿Angela? ¿Pequeñaja? ¿Sigues ahí?

—¿Ah? ¿Ah? Sí, sí. Bueno, como decía, significa que, conociendo a mi padre, le dejó instrucciones para que no vengas a la casa —prosigo.

—Oh, rayos, Angela. ¿Por qué no quiere que vaya?

«Porque eres lo que todo padre no quiere para su hija, quizá»

—Así es él. Tal vez son sólo celos. No lo sé —miro el reloj—. Ya veré que hago, adiós.

Cuelgo sin despedirme y busco a mi niñera, que ha desaparecido.

—¿Elena? ¿Elena?

—¿Sí? —su voz proviene del piso de arriba.

Subo a la tercera planta y la veo en una habitación, que parece ahora será la suya. Está colocando su ropa en el ropero.

—Hola, Elena —sonrío con sinceridad—. Vendrán unos amigos más tarde, ¿crees que pueda tener privacidad con ellos?... digo, no es que me incomodes, sólo que... ya sabes.

Ríe. ¿Qué le causa gracia?

—Oh, señorita Angela, hay un problema respecto a eso. El señor Woodhouse, me dio instrucciones clarísimas con respecto a dejarla sola.