O curre una cosa graciosa con las madres y los padres. Aunque su hijo sea el ser más repugnante que uno pueda imaginarse, que creen que es maravilloso.
Algunos padres van aún mas lejos. Su adoración llega a cegarlos y están convencidos de que su vástago tiene cualidades de genio.
Bueno, no hay nada malo en ello. La 'gente es así. Sólo cuando los padres empiezan a hablarnos de las maravillas de su descendencia es cuando gri-
tamos : « ¡ Tráiganme una palangana ! ¡ voy a vomitar ! »Los maestros lo pasan muy mal teniendo que
escuchar estas tonterías de padres orgullosos, ima-
ganaría comentarios genuinos para hijos de padres
imbéciles. « Su hijo maximilian », escribiría, que « es un
auténtico negocio familiar al que puedan orientarle cuan -
do termine la escuela, porque es seguro, como hay
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Matilda
Historical FictionRoald Dahl Traducción de Pedro Barbadillo Ilustraciones de Quentin Blake Para Michael y Lucy