Crónicas de los guardianes
La dama de fuego
-¡No! Por favor, no me mates, te lo pido.- gritaba el pobre hombre a medida que la piromante se acercaba a él con paso firme.
Una pequeña llama envolvía su mano mientras ella sonreía con malicia. -Entonces, estabas diciéndome que la estatuilla está escondida en...
-N-no sé de qué hablas.
Con una mueca de frustración, la piromante extendió su mano lanzando una bola de fuego que rozó la oreja del hombre y se estrelló en el suelo de piedra.
-Los piromantes no somos conocidos por tener paciencia.- Dijo ella mientras se acercaba al hombre que gimoteaba.
-Pero es que, yo no sé...
-De acuerdo, última oportunidad.- Esta vez, llamas de dos metros de altura rodearon al ladrón por un par de segundos. Cuando desaparecieron, la cara del hombre se encontraba completamente pálida y llena de sudor.
-Repito la pregunta: ¿Dónde está la estatuilla?
-¡Yo la tengo!- gritó el hombre de inmediato, temiendo por su vida. La piromante sonrió complacida mientras el hombre se colocaba de pie de un salto.
-Entrégamela entonces.-
Este asintió, pero para sorpresa de la Joven, él se desabrochó el cinturón dejando caer su pantalón. Ella hizo un esfuerzo para no mostrarse perturbada. Incluso pensó en incinerarlo inmediatamente por su insolencia, pero rápidamente entendió lo que él hacía. Amarrada a una de sus piernas, se encontraba la estatua de una mujer orando, hecha completamente de piedra blanca.
-¡Qué repugnante!- dijo ella mientras el hombre se la entregaba.
Tomó la estatuilla con la manga de su túnica, rápidamente, la dejó caer en su bolsa.
Cuando se aseguró que estaba bien guardada, propinó un golpe al ladrón con el puño cerrado, lo que hizo que cayera al suelo inconsciente.
-El desgraciado tiene suerte de que tengamos que llevarlo a la ciudad.- hizo una seña a Lohan, su segundo, quien había visto con atención toda la escena. –Móntalo a tu caballo y luego al bote, quiero salir rápidamente de éste lugar.
Para su sorpresa, el resto del viaje había resultado con total normalidad. Usualmente siempre que realizaba algún tipo de misión, algún problema le perseguía incluso en su camino de vuelta. Esta vez, el sol se metía por el horizonte cuando Lohan le advirtió que faltaba poco para llegar a la isla de Fergan, hogar de la orden de los piromantes. Una ciudad habitada por magos conocedores de la magia de fuego, localizada al sur de Terra, y cuya ubicación exacta era desconocida para las personas ajenas a la misma.
-Señorita Phyrfileida, en una hora estaremos en la orilla.
La piromante asintió complacida.-Gracias por tu ayuda en esta misión, Lohan.
-No debe agradecerme. Al final, usted hizo todo el trabajo.
Ante esto, ella decidió no seguir hablando. Las leyes de la orden le obligaban a ir a las misiones en grupo, algo que ella detestaba profundamente. Inclusive, las últimas veces ella había escapado de sus distintos compañeros, dejándolos atrás en la isla y regresando exitosamente de su misión. Esta vez, Ascanio el líder de la orden, la había descubierto y la había obligado a llevarse a Lohan consigo.
Por lo general, las misiones asignadas a los miembros de la orden eran dadas por reyes o nobles que requerían de los servicios de personas eficientes y silenciosas en su trabajo. Phyrfileida no comprendía como el trabajo de un piromante podía llamarse silencioso, pero después de la muerte de su madre, su única motivación fue enfocarse en un solo objetivo: volverse la líder de la orden.
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Crónicas de los Guardianes: La dama de fuego.
FantasyPequeña historia que narra los orígenes de Phyrfileida Fawke, piromante guardiana de Arenghor y protectora del mundo de Terra. Los sucesos se desarrollan tiempo antes del libro "Los Guardianes de Terra: La caída del azramahel", cuando Phyrfileida tr...