V
-Así, Eyevon, gracias a la organización VON, mantiene sus colores en línea y la energía de nuestro mundo. Esta organización tan importante y famosa lo componen personas de catorce años, como algunos de vosotros, para los cincuenta, cuarenta. La mayoría de esta gente o tiene los ojos claros y está familiarizado con la Monarquía, o son personas especiales, como tener unos ojos mezclados o vosotros, negados. Sí, podéis adquirir esos poderes, vuestros primeros legados.
Otra vez la historia de VON y su honor hacia Eyevon. Me aburre, no tiene ni pies ni cabeza lo que cuentan. Los negados casi no tenemos ni para comer. Y ellos se ¨preocupan por mantener los colores en línea y la energía, blablabla¨ Qué más dará los malditos colores y la energía, si no tenemos ni para nuestras principales necesidades, vaya ¨gobierno¨.
-...Recordad, que vuestros ojos son vuestro mundo y que cada uno puede verlo a través de ellos, también expresáis con ellos vuestros estados de ánimos, pero eso ya lo desarrollaréis más adelante, gracias y hasta mañana, alumnos.
Adiós, persona que me enseña cosas de este mundo que no me interesan.
Cojo mi bolsa y marcho hacia la puerta, esquivando a todos los alumnos que entran y salen de clase. Al ser negados no llamamos la atención y nos mantenemos invisibles para muchos. No tengo amigos aquí y tampoco me apetece tenerlos, son sólo personas de mi misma edad que vienen a esta sala a aprender un poco más de el mundo en el que viven.
Vale, tampoco es que sea muy sociable, pero así es Grace y punto.
Voy subiendo las callejuelas pequeñas y estrechas mientras me recojo el pelo en una coleta, cuento los pasos que me quedan para llegar a mi lúgubre casa.
-Grace, hola.-se para frente a mí un chico, negado, con un pelo despeinado y con una especie de poncho que cubre toda su camiseta.
-Ehh... ¿te conozco?-le miro.
-Sí, bueno, no ahora, pero antes sí.-mira con nostalgia la pared de enfrente. Sigo su mirada pero me provoca risa.
-Bueno, chaval, ¿qué quieres?
Me mira con sus ojos negros clavados en los míos, me sonríe, suplicándome algo pero luego desvía la mirada al suelo.
-Soy el del otro día, Grace, el que te asustó.-sonríe.
Sonrío sarcásticamente.-A mí no me hizo mucha gracia, chaval.-le rodeo y sigo caminando.
1, 2, 3, 4, 5...
6, 7, 8, 9...
-¿¿Pero qué??-me giro- ¡Deja de seguirme!
No hay nadie. Se ha esfumado.
Miro por los dos lados de la callejuela. Sólo está una mujer tirando agua y mirándome con indiferencia mientras se mete en su casa y sigue haciendo la limpieza.
-Por fin, qué pesado-volteo y me tropiezo con su mirada, está a pocos centímetros de mi cara y lo noto tan cerca, casi puedo oler su pelo despeinado y desaliñado.
Me dirige una mirada impaciente.
-Mira, Grace, no estoy para rollos infantiles, aunque soy muy paciente, yo te conozco muy bien, cállate y escúchame, ¿te acuerdas del chico que viste el otro día?
-Sí.-respondo confusa.-Ya me has dicho que eras tú.
-Sí, bueno, no era yo exactamente, mi gemelo Dark, es un chico que se pasea por aquí haciéndose el guay, tiene un amigo que desconozco, lo estoy buscando.
-¿Tú...tú eres su gemelo?
Tengo miedo.
Mira para otro lado y juega con su mano, de repente se para y me mira a los ojos.
-¿Tienes miedo?-pregunta sorprendido.
¿Cómo lo sabe? ¿Lo habrá visto en mis ojos? Yo todavía no sé hacer eso, y si es gemelo de Dark será un líder de VON como él. No puede ser, este chico es un negado normal y corriente aunque parezca un bicho raro.
Abro la boca para decir algo, mientras él clava sus ojos directamente en los míos. Noto como mueve hilos, es mi mente.
No es tuya.
Grito pero no hay forma de liberarme de sus ojos. Ahora son de color claro, blanco diría yo. Me arrodillo en el suelo mientras tapo mi cara con las manos, lloro. Noto como toda mi mente está en protección, pero es en vano, él inspecciona y abre todo a su paso, yendo a cada rincón de ella, desconocido hasta a mí.
-¿Qué te pasa Grace? Tú no eres ella. ¿Quién eres? ¿Dónde está Grace?
Da unos pasos hacia atrás desconcertado.
-No... no te reconozco.
-¡EH! ¡EH! ¡Tú! ¿Quién eres? ¿Qué haces con Grace?
¿Nate?
-¿Qué te pasa? ¿Qué le has hecho?-se acerca.
Noto como desvanece la presión de mi mente y se va la presencia que ha violado cada parte de mi ser.
Sollozo.
-¿Grace?-se pone junto a mí-¿Estás bien? ¿Te ha hecho daño?
Mírame a los ojos.
Le miro.
Nate.
Me coge la cara con las dos manos, seca las lágrimas. Coge mi mochila y se la pone al hombro mientras que con el otro brazo me levanta.
-Te llevo con Luan, tranquila.-susurra.
Sí, por favor.
Él sonríe, preocupado, sigue andando hacia la choza.
Una sombra sale entre la oscuridad y nos mira marchar, no sabe que la estoy mirando con rencor y furia. Se convierte en otra persona de repente y se hace una coleta.
¿Quién eres?
Resuena esa voz en mi mente, profunda y confusa en sus palabras.
No obtiene respuesta.