Capítulo 1: Inquietud

21 2 0
                                    

-¡Aria, ya apúrate que llegaras tarde a clases!

Escuché a mamá gritar mientras corría escaleras abajo a la vez que abotonaba mi camisa todavía con mi mochila casi cayéndose de mi hombro.

-Ya voy, ya voy mamá no desesperes- le contesté en un intento fallido por tranquilizarla aunque ya sabía que no iba a funcionar.

-¿Qué no desespere?- contesto con ironía- si ya faltan 15 minutos para que timbren, hija.

-Sí, pero si voy corriendo tal vez llegue a tiempo ¿No crees?

-Deja de hablar y ponte a comer

-Pues no dices que llegare tarde, amá.

Le di un beso en la mejilla y salí disparada por la puerta aún con mamá gritando que comiera algo en casa pero la tranquilicé diciendo que comería algo en la escuela despidiéndome con una sonrisa.

Corrí por la acera como alma que lleva el diablo acomodando el cuello de mi camisa y medio fajándola en la falda.

Esquive personas, rodeé a los perros que se les ocurrió dormirse en mí camino y tratando que charcos de agua no ensuciasen mis zapatos o calcetas con los carros al pasar.

A medio camino de la escuela mis piernas empezaron a flaquear un poco. Di las gracias por no haber comido aún, seguro que ya lo habría vomitado hace dos cuadras.

-¿Qué pasó, roja?, ¿de nuevo tarde?- Roger corría a mi lado igual o más agitado que yo.

-¿Y tú capitán?, Supongo que amas las carreras.

-Me conoces bien- me guiño el ojo y seguimos corriendo.

El sonido del timbre se escuchó a una cuadra de distancia haciendo que ambos apretemos el paso. Solo cuando nos adentramos en el edificio cambiamos a modo ''camina corriendo'' por la normativa de ''No correr por los pasillos''.

Una estúpida regla que a todos se les olvidaba en esa situación y que hubiera roto de no ser porque el director y unos cuantos profesores caminaban por los pasillos metiendo a los alumnos en sus respectivas clases.

Subimos las escaleras con un poco más de rapidez y volvimos a correr por el pasillo vacío que conducía al salón.

Será por los nervios, la adrenalina por la anterior carrera o simplemente mis piernas a punto de dejarme tirada en cualquier momento pero no supe medir mi fuerza por lo que abrí la puerta de un golpe logrando que azotara con la pared llamando la atención de mis compañeros y una mala cara del profesor.

-¿Qué son esos modos de presentarse señorita Ancesto?- baje la mirada de pena murmurando un ''Lo siento''- suba su calceta por favor- escuché.

Obedecí un poco avergonzada al sentir tanta atención en mi persona.

-Discúlpenos, profesor. No era nuestra intención interrumpir así- intervino Roger- ¿Nos permite pasar?

-Pasen- obedecimos, Roger con la frente en alto pero yo seguía con la cabeza gacha y la mirada fija en mi asiento- Aria Ancesto y Roger Andel, con retardo- dijo como aviso.

Las dos primeras horas fueron eternas. No sé cómo le hice para mantenerme despierta y tampoco sé cómo le haré para aprobar los exámenes que serán en dos semanas. Yo sólo escucho como dicen los profes al terminar la clase: ''Y esto vendrá en el examen''.

¿Qué estará en él examen?, solo mi Dios misericordioso lo sabe porque ni Angélica, quién es la más lista del salón, parece entender lo que los maestros dicen.

FénixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora