3. Nick

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Nueve y media de la mañana, mismo piso de Nueva Alcalá

—Y en el número cinco de nuestro Top Play continúa DJ Kun con su canción "Ponle sabor". Os dejamos con ella.

El locutor del Play Music se calló y Nick escuchó la letra de una canción conocida. Se frotó una vez más las sienes, subió las piernas al borde de la taza del water y canturreó: DJ Kun trae el ritmo que todos esperan, baila con los pies, piensa con la cabeza. Escuchó que, al otro lado de la pared, el vecino entraba en el baño y golpeaba el tabique. No lo hagas al revés, te juro que no funciona. Nick alargó el puño y respondió con dos golpes contra la pared. Era su saludo habitual cuando cada uno se encontraba inmerso en su visita mañanera al señor Roca.

Para Nick, esos momentos eran su único rato de tranquilidad al día. Allí no había voces que gritaran su nombre, al menos mientras no excediera los quince minutos de rigor que duraban la visita y la ducha. No había profesores gilipollas haciendo insinuaciones sobre su capacidad de retener datos o forzándola a aprenderse textos de mierda. Nota mental: desempolvar nota mental (probablemente fechada Mi 01/07/1998) en la que juramos rayarle el coche al Moretón por el suspenso en Literatura. Eliminar nota mental. Sustituir (a día de hoy, Sa 29/08/1998): averiguar dónde vive ese cabrón y hacerle alguna pifia. Romperle la ventana si es posible. Sí, me mola. En su imaginación no había límites. Ninguna madre echándole la bronca, ninguna Nuria Armentera que le jodiera la vida paseándose toda chula con el Migue de la mano por el patio del recreo. Eh, Vero, te pasa algo conmigo o qué. No te jode. No me vas a engañar con tu carita de niña enfadada y poniendo morros y en tu superchándal Nike sudado con la bola de baloncesto en la mano por muy buena que te creas que estés. Guárdate esas cosas para quien le afecte. Y trae para acá la bola, que es mía. Joder, Vero, últimamente estás que no hay quien te aguante. Hostia, hostia, hostia. No me calientes la bola, Nuria, que sabes perfectamente lo que me pasa. No me calientes la bola que un día te la ganas. Te lo juro. Un día te la vas a ganar.

Era la primera vez que Nick se encontraba en su lugar sagrado, con una vieja Bravo entre las manos, y no podía concentrarse. Esto le molestaba profundamente. Lanzó la Bravo a una esquina y decidió pasar a la segunda parte de su rutina: la ducha. Pero mientras se quitaba la ropa, temía que en cualquier momento una tía rara con los ojos azules (Álex. Se llama Álex) abriera la puerta del baño como un huracán, casi sacándola de las bisagras, y se arrojase sobre ella para darle un beso en la boca —Nick guiñó los ojos sin poder evitarlo— y, y, y bueno, era lógico, lo mismo querría incluso repetir aquello que todas las señales indicaban que había sucedido en el dormitorio. Nota mental: tirar bote de Herbal Essences. Ah, y sacar la basura después. Mierda, odio los sábados.

Bajo el agua de la ducha, Nick apoyó la cabeza contra el azulejo. Bueno, tenía que aceptarlo: lo había hecho con una tía. Total, llevaba queriendo hacerlo ya bastante tiempo, ¿no? Y sin embargo, no podía evitar la impresión de que, por la elección de persona que había hecho, se había metido hasta el cuello en un lío. Como que, estaba segura, de un momento a otro iba a volver esa chica —Álex— y le iba a pedir cosas que Nick no podía prometer, le iba a decir toda suerte de ñoñerías que Nick no quería oír y, lo peor de todo, ¿quién sabía si le sacaría a relucir cosas que Nick sí que había dicho, o hecho, la noche anterior, y de las que no se acordaba?

Voy a poner la cadena de la puerta, pensó Nick. En cuanto terminara de ducharse. El agua le hacía bien. Poco a poco, recordaba que este no era el primer y desde luego no el único lío en el que se había visto involucrada. La de cosas que me pasan. Ella había salido de líos mucho peores. Como cuando aquellos tíos con la cabeza rapada salieron de un bar junto al Lenon y los persiguieron con bates de béisbol. Como aquel gilipollas que quiso meterle mano en el As y al que el Richi y sus amigos tuvieron que hacerle comer bordillo. Como cuando abrió los ojos aquel mismo verano en el hospital, su madre se tropezó con el padre de Nuria Armentera y los médicos tuvieron que ponerse en corro delante de la cama de Nick porque su madre quería coserla a hostias. Seguro que la interrumpí en algún momentazo con el militar de turno, se dijo Nick con amargura. Como aquellos encapuchados a los que no les gustaba que ella se fuera con la Tore, que la siguieron hasta casa, y un día uno de ellos voló hasta la ventana y llamó y Nick abrió y lo metió en su casa y el tío se quitó la capucha y resultó que era un agente secreto de la CIA y quería abducir a Nick para que tuviese contacto con extraterrestres o yo qué sé que hostias para que adquiriera poderes que ni siquiera le interesaban. De esa también salió Nick, aunque con una cicatriz para el recuerdo. Todavía dirán algunos que es apendicitis, pensó muy orgullosa.

Un pavo rosa (Acto I de II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora